-Deberíamos volver ya -Insistió Hector mientras la multitud se acercaba a ellos desbocada -. Esto no me gusta nada.
-¿Sera que damos la vuelta? - Dijo Cesar mirando hacia la avenida, que también se veía muy congestionada -. Esta peor, lo mejor es devolvernos.
-Ese guevon de Castro no nos va a creer nada viejo, y ese pedido era para entregar desde ayer. - sentencio Hector; el jefe era agradable en algunas ocasiones, pero ese día tenía un genio de los mil diablos por la falta de internet en el edificio
Cesar voltio su carreta y tomo camino de regreso al edificio, los insumos de ese día no eran nada pesados, entonces calculo que tardarían unos seis minutos en recorrer las dos cuadras que habían avanzado y un par mas esperando el ascensor.
-A las 4:45 -dijo después de ojear su reloj -. Apenas es para llegar a tomar el algo.
-Vos sos muy cuadriculado viejo, yo creo que hasta contas los pasos para llegar a la empresa -. Dijo Hector.
Cesar sonrió sin contestar pues sabía que era cierto, lo hacía a menudo cuando salía temprano de su casa. Le gustaba tener el tiempo bajo control, no de una manera enfermiza tratando de hacer todo más rápido cada vez. No; a Cesar solo le gustaba saber cuánto se tardaba en realizar una tarea, a su ritmo y sin afanes.
Casi seis minutos después estaban a la puerta del edificio, de pronto sonó una fuerte explosión.
-Hijueputa -. Grito Hector quien casi cae al piso por el susto.
El joven aprendiz llevaba un par de semanas trabajando en la bodega, en ese tiempo había demostrado ser eficiente en las labores pero incompetente en el trato con los compañeros. Cesar pensó alguna vez que Hector se sentía como en el colegio y quería ganarse su espacio con una actitud ruda la cual no coincidía con su físico, ya que era más bajo de lo normal y bastante pasado de peso.
-¿Está bien, mijo? -.
-Huy si viejo, ¿Qué fue esa vaina? -
-Ni idea; Pero movámonos -.
Cesar empujo la carreta dentro del edificio mientras un vigilante corría a cerrar la rejas automáticas que descendieron lentamente para prohibir el ingreso de la turba que se acercaba.
-¿Que es lo que pasa Sanchez? -. Pregunto Cesar mientras se percataba que la explosión los había dejado sin energía -.
-Cesarion pues al parecer es una manifestación, me acabaron de decir por radio que cerrara todo, así que voy para los parqueaderos -. El hombre corrió hasta desaparecer por un pasillo.
-Huy viejo usted no aguanta esos nueve pisos por la escalera - Hector soltó una risilla al decir esto.
En realidad Cesar solo tenía 48 años, si era un señor, pero no un viejo. Llevaba 16 con la empresa y se había mudado junto a ella al Edificio Élite hace una década, cuando lo inauguraron; por esa razón todos le conocían, además de que su aspecto agradable y formal le gustaba a la gente, aun sin conocerle.
-Seguro tendrás que cargarme los últimos pisos -. Bromeo con el muchacho, quien soltó la carcajada. En ese momento regreso la energía.
El edificio Elite tiene 20 pisos de altura, los tres primero son de parqueaderos y de ahí para arriba bodegas. Cesar y Héctor trabajan el piso nueve, en una distribuidora de insumos para confección que se reparten por el sector, en todo el centro de Medellín.
Cuando llegaron a la bodega en el piso 9, la puerta estaba abierta como de costumbre, pero no encontraron a nadie.
-Heyyyy, ¿Donde esta la gente? -. Grito Cesar como saludo, mientras descargaban las cajas que no habían entregado.
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Las Crónicas Zombi
General FictionCuando las rutas se acaban y pocos quedan en pie; sus historias serán leyenda.