Amor valiente

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Las palabras siempre fueron lo tuyo. A veces sentía que podía pasar horas escuchándote hablar de lo mucho que amabas la música, de lo que sentías al bailar, de todo aquello que te hacía feliz. Me contagiabas. Nos sentía imposibles de superar, como si lo pudiésemos todo, la vida se nos podía quedar corta a veces. Me compartías de tus palomitas en el cine y yo te daba a probar mi nieve de fresa porque tú pedías la de limón. Caminábamos por el mismo parque siempre, a veces llevábamos un balón de basquet y nos retábamos. En ocaciones no podía contra tu agilidad, a veces te vencía mi rapidez. Pero no dejábamos de jugar.

Todos hablaban de nuestra amistad y yo no podía dejar de ponerme nervioso cuando me mirabas de frente, sin dejarme espacio para apartarme de tu vista. Hablaban de amistad y yo ya nos soñaba tomados de la mano. Y lo peor es que a veces lo hacías. Cuando yo tenía miedo, tú ponías tu mano encima de la mía y me sonreías de la manera más inocente, como diciéndome que podía contar contigo y tu amistad. Me rompía un poquito, creando teorías sobre ti y buscando una posibilidad de entrar a tu corazón. Y luchaba tanto y tan duro, cada día. Estaba a tu disposición cada segundo de mi tiempo, listo para darte mi hombro, mi mano, mis creencias y mi ser.

Me enamoraba de ti a paso veloz, cayendo y cayendo, sin poder aferrarme a nada para evitarlo. Limpiaba tus lágrimas y me ahogaba junto a ti cuando no querías que te ayudara a nadar. Siempre listo para ti. Te pedía consejos y tú hablabas sobre confianza, atrevimiento y tantas otras cosas que yo fingía aplicar en mi vida. Era tonto, porque el mayor riesgo que quería correr, era contigo y no me atrevía. ¿Te diste cuenta de lo que sentía? Debiste hacerlo. Te abrazaba con cualquier pretexto y dejaba mil frases a la mitad porque jamás me atrevía a confesarme. Y yo a veces sentía que lo sabías, que estabas esperándome, que caerías junto a mí.

Pero no lo hiciste.

El golpe en el suelo dolió como nunca, dejándome resentido y sin ganas de volver a respirar. Porque te habías convertido en mi aire y no podía tenerte de la manera en la que quería. Porque no podías amarme como yo lo hacía, porque jamás podrías entregarme el corazón en la misma manera que yo lo había hecho. Me confundiste cada segundo desde ahí. Luchando por mirarme, pero sin nada que decir cuando lo lograbas. Poniéndote nervioso, regalándome sonrisas tontas, mostrando arrepentimiento por haberme roto.

Dijiste que empezáramos otra vez, pero yo no sabía cómo explicarte que no podía reiniciar mi corazón. No sabía cómo decirte que el recuerdo del primer día existía en mi memoria y que jamás se iría. Que cada cita, cada risa, cada abrazo y lágrima vivían en mí y el amor profundo que sentía por ti era un agujero que se alimentaba de todo ello. Que no podría dejarte de amar ni cerrando los ojos fuerte, porque aparecías entre sueños regalándome el amor que tanto ansiaba.

Así que comencé a pasar más tiempo con otra persona y tú no lo manejaste bien. Te molestaste, actuando como un niño caprichoso que jamás había conocido. Te alejabas cuando me mirabas hablarle y te encontraba con el ceño fruncido en cada ocasión en la que no estaba junto a ti. Tenías años sin enseñarme a tocar el piano y de pronto ya estabas ahí, con tu mano en mi mano presionando teclas. Mirándome con un brillo en ti, como si escondieras algo, y tú no eras bueno en ello. Pero yo estaba demasiado herido para querer descubrir lo que ocultabas.

Seguía refugiado en brazos de aquél que me hacía bien y tú explotaste. ¿Querías herirme más, después de todo el dolor por el que me habías hecho pasar? Estabas siendo injusto y ridículo, gritándome como si yo tuviera la culpa de tu confusión, como si yo fuera responsable de que no supieras quién eras.

Entre lágrimas me pediste perdón por no haber sido valiente, y fue todo lo que necesitaste para tenerme a tus pies de nuevo. Me dijiste que querías luchar contra el mundo a mi lado y yo recordé nuestra historia. No habría universo en el que yo pudiera negarme a ti. Ese fue el primer día en el que fui más bueno para hablar que tú. En el que tu mirada caía avergonzada y yo te buscaba, añorando. Porque había pasado demasiado tiempo sin ti, y ya no podía perder ninguna oportunidad de demostrarte lo que sentía, lo dentro que te tenía. Que te tengo.

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Quería escribir la historia de amor de estos dos bebés.

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⏰ Última actualización: Dec 06, 2018 ⏰

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