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Para mí era como cualquier otro fin de semana, en el que después de una larga jornada de trabajo salía con mis amigos a un viejo bar.

Era como cualquier otro viernes...
Hasta que la ví

¡Santo cielo! Era una chica hermosa. Y no sabía si invitarle un café, una cerveza o una vida.

La invité a bailar

Tímidamente me acerqué, cuando alzó la vista su sonrisa se congeló en su hermoso rostro. Tragué saliva e intenté armarme de valor

-¿Bailamos? -Le pregunté. Entonces me
sonrió y...

¡Jesús!

Su sonrisa podría haber inventado primaveras y hermosas flores

Tomó mi mano, se levantó y me guió hacia la pista. Supongo que yo estaba demasiado perdido en ella como para reaccionar. Nos situó justo en el centro. Y bailamos bachata, hablamos bajito y chocamos los cuerpos

No podía dejar de sonreír, y estaba seguro de que una canción no me bastaría. Quería todas las canciones del mundo, y en silencio rogaba al cielo que esa canción durara la noche entera.

Y al principio bailamos

Tan solo bailamos. Permitiendo así que nuestros pies le dieran forma a nuestra historia. La pista estaba llena, pero para mí, nadíe más en el mundo existía.

Porque en mí el ritmo y el amor corria por mis venas

La miraba y lo sabía: El destino había cumplido su misión

Porque ella estaba conmigo y yo con ella

Pequeña esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora