c e r o

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-¡Maldito, hijo de la frutilla, que hiciste con mi labial rojo!

Thom escucho unos pasos llenos de rabia ir de un lado para otro, pensaba que esta vez Saeya habia perdido los estribos y luego recordo que esa rabieta no era parecida a las que ha tenido mucho antes.

Saeya estaba pasando la época en la que cualquier mínimo error llegaba a fastidiar todo y era mucho peor cuando menstruaba, Thom tenía que soportar sus quejas existenciales pero aun asi le gustaba y a parte de escucharla, la podría ver quejarse todos los días sin embargo para su ladera suerte unas paredes lo separaban de su amada; si tan solo tuviera los pantalones para decírselo.

En cambio Thom podia escucharla pero ella no a él, son raras travesías que pasan en la vida ¿no?

Thom no es un adolescente, él es un universitario con muchos problemas familiares que se entretuvo y acostumbró a escuchar a su vecina convirtiendose en el cofre que guardaba sus secretos.

Bien, decía la abuela de Thom que las paredes oían y él termino siendo una.

Tiempo De EscuchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora