Ser docente en el Nivel Inicial

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" ...El único intento que el hombre puede hacer para despertar, para acordar y vivir con entera lucidez consiste precisamente en filosofar. De suerte que nuestra vida es, sin remedio, una de estas dos cosas: o sonambulismo o filosofía. Yo lo advierto lealmente antes de empezar: la filosofía no es un sueño – la filosofía es insomnio- es un infinito alerta, una voluntad de perpetuo mediodía y una exasperada vocación a la vigila y a la lucidez..." –  J,Ortega y Gasset (La razón histórica).

Con esta pequeña cita quiero comenzar mi escrito, para que cada palabra sea  una invitación a pensar, a reflexionar, y crear una nueva perspectiva a cada situación que tomaré como ejemplo desde mi experiencia directa, en el Nivel Inicial, como futura profesional en educación. 

San Pablo en la Primera Carta a los Corintios, advierte que: "si yo no tengo amor, nada soy". De este modo, como docentes podemos ser abismo de virtudes, poseer gran cantidad de títulos académicos, ser políglotas, poseer un conocimiento vasto de técnicas y estrategias pedagógicas, pero si no amo lo que hago, lo que digo o lo que muestro, no soy nada, no soy nadie. Ninguna tarea docente tiene sentido si no está impulsada por el amor, no sólo a sí mismos, sino por los y para los "otros". El problema no es meramente de la inteligencia o sabiduría, sino de la disposición, el compromiso y la vocación, que pocos/as estamos dispuestos a brindarle a la profesión a la que nos dedicamos, o en mi caso, a la docencia. 

Porque en este punto desde mi perspectiva existen dos posiciones: el/la maestro/a y el/la docente. ¿Cuál es la diferencia?; El maestro/a es aquel que va al salón de clases o la sala, da el discurso que durante su carrera profesional preparó, se retira, cobra su salario mínimo y se jubila con frases tales como: "Los nenes están cada vez peor", "docentes eran los de antes", "hoy en día no sé que les enseñan a los chicos en el jardín", "yo no entiendo por qué los mimas tanto a tus chicos, esas actitudes que tienen, son puras mañas", "hablarles a los padres es perder el tiempo, los chicos siguen haciendo lo que quieren", entro muchos otros dichos que me ha tocado escuchar antes del comienzo de mi carrera, hasta el día de hoy.  Por otro lado, a veces casi con un abismo de por medio, están los docentes. Donde por su parte son personas capaces de tomar a cada estudiante como sujetos de derechos, teniendo en cuenta las diferentes infancias, donde no se toma al niño/a y a la familia como asuntos separados y desligados de la institución educativa, sino que como ser humano dotado de humanidad toma a la institución como herramienta para generar una armonía entre las diferentes dimensiones por la que es atravesada cada Institución. 

Con estas dos concepciones diferentes retomaré una interrogante realizada por un profesor, que me sorprendió muchísimo durante el tercer año de mi formación docente: "¿Qué es ser un portador de tiempo?", una pregunta rara ¿no?, exactamente eso mismo pensé en su momento pero me hizo recordar que San Agustín se preguntó: "¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé". Una duda agustiniana que en esta ocasión deseo hablar partiendo desde una experiencia personal que al mismo tiempo se extienda a otras experiencias, el ejercicio de un diálogo interno donde la experiencia de la vivencia de la docencia como un espacio que contribuye a la construcción de la esperanza, el encuentro y de la imaginación. Al mismo tiempo, quienes nos dedicamos a la docencia entendemos que la labor implica reflexionar, relacionarnos, discurrir, dialogar, compartir, organizarnos, significa tejer una narrativa de nuestra labor, donde el hilo conductor es el sentido a cada jornada. Por eso, planear una clase para el Nivel Inicial es uno de los desafíos más simples para los/as maestros/as y un arte para los docentes.

Una mañana, durante mis residencias, camino al encuentro de mi pareja pedagógica, para luego dirigirnos juntas al Jardín Maternal al que fuimos designadas, me surgió una pregunta. Quizás fue el mismo cansancio de la rutina, o la presión constante de los/as profesores al ir a observarnos, o quizá algunas miradas de desaprobación dentro o fuera de la sala, que hicieron que por primera vez me pregunte a mi misma "¿A esto me quiero dedicar?, ¿Esto es lo que quiero sentir cada mañana?, ¿Esto es ser docente realmente?. 

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⏰ Last updated: Nov 27, 2018 ⏰

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