O5.

998 78 5
                                    

Sábado, 17 de Agosto de 2019

El amargo olor del café simplemente invadió mis fosas nasales al ingresar. Dando un profundo suspiro por el gusto que me generaba el ambiente, me adentré más en la cafetería.

Era consciente al pensar que decidí no llevar mucho dinero, ya que, según yo, sólo iría a ver qué tal estaba el lugar. No obstante, me fue muy complicado no dejarme llevar por mi deseo de probar al menos un sólo café tras ver a los clientes con uno.

Me senté emocionada en una de las mesas para dos que daban vista al parque que, al igual que mi hogar, estaba enfrente, separándonos en un cuadrado rodeado de casas.

Un muchacho alto y joven —hasta diría que era pocos años más grande que yo—, se acercó a donde me encontraba sentada, dejando sobre la oscura mesita de madera una libreta. Dentro de la misma, pude ver una gran lista con diferentes tipos de cafés, algunos bastante reconocidos como también lo que parecían ser originales del local, con nombres y mezclas peculiares.

Pero ahí estaba, entre tantos. El capuchino.

No es por nada pero, ¿Qué mejor que un dulce capuchino por las tardes luego de un frío y aburrido día? Opté por pedir uno de esos, al que supe por inercia que sería invadido con seis cucharadas de azúcar. Según mi madre, esa es la razón de mi insomnio.

Esperé pacientemente, pero el chico que me atendió hacia ya doce minutos que no daba señal alguna, y tampoco era como si el espacio tenía muchos clientes. Fue por lo que, otro mesero se acercó a mí para anotar lo que pediría.

No se veía tan diferente al anterior; un chico joven, apuesto, alto y con una sonrisa más blanca que la leche. Sus ojos almendrados reflejaban mucho brillo, como si verdaderamente disfrutase de su trabajo. O quién sabe si sólo son prejuicios míos.

— Lamento la demora, mi compañero tuvo un problema en la cocina, así que si no es molestia yo tomaré su pedido. ¿Le convenció algo de la carta? — Dijo, en un tono relajado a la vez que nervioso, como si quisiera esconder ésta última de alguna manera.

— Oh, no pasa nada, tengo tiempo de sobra hoy. Hm, me gustaría pedir un capuchino, por favor. — Le pedí con amabilidad, mientras llevaba mi mirada a la libreta bordó sobre la mesa por el simple hecho de ser lo suficientemente tímida como para mirarlo a los ojos. A pesar de eso, pude darme cuenta que permanecía sonriendo.

— Excelente elección. ¿Le gustaría acompañar su bebida con alguna cookie casera o croissant? — Preguntó antes de marcharse.

— Me encantaría pero mi dinero es muy poco, aunque gracias por ello. —

Él simplemente elevó sus comisuras, asintió levemente con la cabeza y se marchó a atender otra mesa. No pude dejar de mirarlo en el trayecto en el cual se dirigía hacia la cocina después; ese chico se me hacía interesante, como si fuera un libro al cual me gustaría leer.

Bastaron pocos minutos más para que el capuchino que ordené, sea traído por él. No me dejé negar por la alta temperatura de la bebida y lo probé sin antes agregar el azúcar.


Es el mejor capuchino que alguna vez he probado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 06, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

cappuccino © jjk  [pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora