El accidente | RAGONEY

Capítulo 2 - Bienvenido a casa

*Unos días después y ayudado por unas muletas, Raoul sale del hospital y se mete en el coche. En la radio suena "Ni la hora" de su compañera Ana Guerra, pero él no la reconoce y el resto de pasajeros tienen la mente demasiado ocupada para escuchar a la canaria.*

Sigo asustado pero, después de estos días en el hospital, viendo fotos y vídeos de mi infancia, empiezo a recuperar la memoria. Es una sensación rara ya que, en lo que respecta al año pasado, no recuerdo absolutamente nada.

Todavía no me han dejado encender el móvil por miedo a que el choque con la realidad sea muy brusco. Conviene esperar.

- ¿En qué piensas? - dice Álvaro, mi hermano.
- En muchas cosas... como qué es Operación Triunfo, quienes son esas personas que lloraban en la habitación el primer día, qué ha pasado este año, qué pasará cuando llegue a casa,...
- Todo a su tiempo - añade el deportista - lo importante ahora es la familia y tu salud. Cuando lleguemos a casa, reconocerás tu habitación, tus cosas, te ducharás y te pondrás cómodo. Nosotras intentaremos ayudarte en todo lo que podamos y, para cuando se te cure la pierna, ya habrás rehecho tu vida. Por lo menos, tu vida antes de OT... - susurra cabizbajo.

Sus palabras me tranquilizan pero no puedo parar de pensar en ese chico moreno, delgado y con barba. Ni en las dos chicas que le acompañaban.

Entro en casa y subo hasta mi habitación. Fotos, CDs, ropa,... Observo a mi alrededor y, poco a poco, reconozco aquel lugar. Allí solía hacer los deberes de pequeño, jugar con Álvaro, escuchar mi música y... cantar.

Me acerco a las fotos que están encima de la mesa y me llama la atención una en concreto: se me ve muy feliz, con una camiseta amarilla y una sonrisa de oreja a oreja. No recuerdo en que momento me hice esa foto pero, por el micrófono, supongo que fue en uno de esos conciertos en los que dicen que canté. Siempre me gustó el color amarillo.

Sigo mirando más fotos: mi familia, mi primo Sam, más conciertos, mi infancia,... Me detengo en una foto con un chico, moreno y con barba. Creo que es el mismo que estaba en la habitación del hospital. Tengo muchas preguntas.

- ¡Raoul! Baja a comer - grita una voz desde la planta de abajo.

Mi familia espera sentada en la mesa. Sobre ella, un festín de sushi.

- Sabemos cuanto te gusta - dice Álvaro- anda, siéntate - sonríe.

La comida estaba riquísima pero un silencio muy incómodo reinaba en la mesa. Cada uno tenía la cabeza en sus cosas. Yo, obviamente, solo pensaba en encender mi móvil y resolver todas las dudas; rellenar todos los vacíos de mi memoria y el vacío más grande que sentía: en mi vida.

Ayudo a quitar la mesa y vuelvo a mi habitación. Con la excusa del cansancio, me encierro con aquella pequeña pantalla que va a cambiar mi vida en ese momento. El IPhone se enciende lentamente y... joder, la contraseña... Mi cumpleaños, obviamente. No. ¿El nombre de mi madre? Tampoco. ¿Qué puede ser?

Levanto la mirada y miro las paredes blancas de mi habitación. Un número destaca enmarcado en lo que parece ser una pegatina redonda y azul: 1083. Correcta. Esa es la contraseña de mi móvil. ¿Qué debe significar ese número? Pronto lo averiguaremos.

Las notificaciones empiezan a aparecer a una velocidad vertiginosa. "¿Qué tal estas? Te echamos de menos. Te queremos wolfie. Llámame cuando puedas. ¿Has llegado a casa? Raoul, por favor, ¿donde estás?" son algunos de los mensajes que me da tiempo a leer.

La primera aplicación en la que se me ocurre meterme es instagram. Al menos descubriré qué ha pasado este último año. Más de 350 mil seguidores... Miles de mensajes y notificaciones... Personas que no conozco se preguntan dónde estoy y qué me ha pasado... Wolfies... La llamada... Estaré ahí... Operación triunfo...

Me empiezo a marear. Es demasiada información, demasiadas fotos sin sentido, sin lugar en mi memoria.

A penas me da tiempo a asimilar todo eso cuando alguien me llama... ¿Agoney?