Todo inició muy rápido.
Hace un momento estaba almorzando tranquilamente en el comedor de mi hogar cuando todo empezó.Apenas le daba un segundo mordisco a mi emparedado, al acabar de comer estaría un rato en el computador para terminar unas cosas de un ultimo trabajo escolar, el cual debía entregar antes de salir por vacaciones.
Mi calificación para final de semestre dependía de ello.No es que fuera mal estudiante, al menos no soy un desastre... Pero si que soy de los flojos.
Y si agregamos además que soy un adicto a dormir... En fin, que durante este curso en específico no me fue tan bien como solía pasar.Esperaba terminar pronto con aquello, deseaba quedarme jugando en la consola, o como mínimo quedarme en coma todo lo que reste de la tarde.
Lo de siempre.Habría sido un plan perfecto de no haber aparecido tan repentinamente en medio de una especie de ruinas muy extrañas.
—... ¿Donde estoy?— pregunté al aire, esperando una respuesta de cualquier cosa.Aquel lugar se sentía solitario, pero no en un mal sentido.
Aunque las ruinas estaban en un mal estado y era obvio decir que sería inútil intentar restaurarlas, la naturaleza supo abrirse paso y adueñarse del lugar.
Un árbol de cerezos se erigió cerca de donde me encontraba, y a su lado se extendía ampliamente una llanura de pastos verdes.Cualquiera diría que se trataba de un sitio completamente pacifico.
—¡Al fin... Saludos, poderoso héroe!— dijo la voz de una chica.
—¡¿Donde?!— respondí exaltado, con algo de suerte y ese héroe me podría ayudar diciéndome donde estoy.Una risa discreta se escuchó tras del árbol de cerezo, para después detenerse al momento.
—¿Hola?— di unos cuantos pasos hacia el árbol para acercarme.
Estando ya al lado del tronco, salió de un salto una joven pelirroja, con una coleta hecha con su cabello.—¡Gracias a Naga! Creí que nadie vendría... ¡pero al fin has llegado!— continuó la joven pelirroja.
—... Me pareces conocida...La chica carraspeo un poco, aclarándose la garganta y limpiándose sus ojos que estaban algo hinchados y rojizos, parecía que había llorado hasta hace poco.
—No me he presentado, soy Anna, comandante principal de la Orden de los Héroes.
—... Anna... Espera, ¿qué?La mirada de Anna no cambio ni se inmutó un poco, pero sentí como me miraba de arriba a abajo.
Estaba a punto de alejarme de ese lugar cuando tras de ella salio un hombre con una armadura azul y portando una lanza, acercándose amenazante contra nosotros.—¡Cuidado!— fue lo único que pude gritar para que reaccionara.
De un grácil movimiento, Anna dio un salto hacia un lado y golpeó al soldado con una patada, estrellándolo contra el árbol y sacudiendo algunas de las hojas sobre él.—Después te explicaremos todo, ahora debemos irnos— la chica tomo mi brazo y empezamos a correr.
A pesar de que era mas pequeña que yo, tenía la suficiente fuerza como para jalarme sin mucho esfuerzo.
Corrimos alejándonos de las ruinas por un rato, avanzando por la llanura y atravesando un frondoso bosque.* * *
Estuve a punto de caer sin aliento al suelo de no haber sido por que una flecha rozó mi brazo.
Asustado, corrí como alma que lleva el diablo y de un minuto a otro, era yo quien tiraba de Anna para huir.—¡Espera, ya hemos llegado! ¡Detente!— Anna se frenó en seco ya sin aliento y de un tirón caí sentado sobre la tierra.
Frente a nosotros se alzaba un castillo blanco, brillante y ostentoso.—Bienvenido a nuestros cuarteles— dijo la pelirroja una vez se recuperó.
Me levante del suelo y sacudí el polvo de mi ropa.
—Woah...— fue lo único que pude decir antes de caer al suelo otra vez.
—¡¿Oye, qué te ocurre?!— Anna se acerco hacia mi para revisarme. —Oh no... No...— su rostro se ensombreció al revisar el brazo por donde me rozó la flecha.
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Las no tan grandes aventuras de un héroe no tan legendario
Fanfiction¿Qué puede salir mal cuando eres traído misteriosamente a un reino desconocido? ¿Qué podría salir mal cuando eres el responsable/encargado de acabar cuanto antes una guerra? ¿Podría alguien darme el emparedado que dejé a medio comer antes de llegar...