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Corrió en dirección a su casa, pero en su mente quería tirarse a llorar, estaba abrumada y el malestar en su estómago crecía. No era asco ni repulsión, era miedo de la decisión que tomaría ante la situación que estaba viviendo, no quería que todo se repitiera; el error más grande de su vida podría repetirse y ya cargaba con suficiente culpa mental como para hacer lo mismo con Louis .

Exhibir a los pecadores, era lo que siempre le recitaba su abuela y madre como si de un emblema se tratase.

Como era de noche, y con facilidad se escondió en un callejón del chico que la seguía, en silencio observo como este hipaba algo desesperado y el chico de rulos corría tras de él alcanzando su abrigo.

―La perdí de vista Harry―. Le informó entre lágrimas aferrándose a su pecho. ―Les podría contar, y si lo hace no la juzgo esto no es correcto―.

―Basta Boo―. Toma el rostro de Louis entre sus manos. ―Ellos no saben lo que es correcto, y no van a lograr separarnos―. Trata de calmarlo

―Tengo miedo de perderte―. Sollozó más fuerte. ―De que mi familia me desconozca, de perder a mis hermanas, de―. Hace una pausa entre sus hipos y sollozos. ―De ser un Troye más en este pueblo de mierda.

Ambos se abrazan con fuerza posteriormente el más alto guía a Louis entre la fría y oscura noche, entonces cuando los ve lejos, es donde ella se permite llorar, porque recordar a Troye le dolía, pero imaginar a Louis con el mismo final, eso la destruía.

Llega a casa entre lamentos y recuerdos de culpa que la persiguen como fantasmas, agradece no tener que lidiar con su madre y envía un mensaje a su amiga informando su llegada a casa.

Era sumamente difícil poder dormir esa noche, de verdad estaba muy abrumada por todo lo que su mente trataba de procesar. Louis parecía ser un chico intachable, correcto y nadie se atrevería a siquiera pensar en algo con esa magnitud. Danielle sabía que sería juzgada ¿Que tan poca mujer debía ser para que el chico incluso se desviara del buen camino que era la heterosexualidad ante los ojos del señor, incluso ya escuchaba en su cabeza los gritos de reclamo que su madre les daría, sería una deshonra porque eso no era lo que todos esperaban de ella y no lo había logrado.

Pero, una chispa punzante dentro de ella sobresalía entre toda su preocupación, porque sí, era incorrecto lo que ella vio en aquel baño, pero lo que se reflejaba en aquella mirada del ojiazul no la dejaba tranquila, era terror impregnado en aquel mismo iris que ella disfrutaba admirar. Nadie creería que los dos chicos pudieran quererse de esa forma, sonreír mutuamente como ella admiro antes de vaciar todo en el retrete, quizá solo se engañaba, porque le resultaba bastante adorable ese par, pero no era correcto.

Se sentía terriblemente, si era tan malo ¿Porque se veían tan lindos juntos? ¿Porque le daba tanta preocupación afectar esa relación? ¿¡Porque le mortificaba afectar a un par de maricas a costa de esa relación!?.

Lo que restó de la noche le lloro a esos chicos y a su amor  prohibido, era patético, pero ahí estaba sobre la cama llorándole a un amor que ni era de ella y muriendo por el. Olvidando el hecho de que tendría que vivir con las miradas que la señalarán como culpable de aquella desgracia... Y aunque lo negara, le gustaba esa desgracia, misma que había bautizado como Larry.

Aún seguía sin saber que tendría que hacer; armar toda una cacería contra a ese par de pecadores, y aunque era lo indicado, ella no se creía con el derecho de ser quien les diera aquella condena, o vivir con el secreto. Era consciente de que todo lo que le habían inculcado se estaba poniendo a prueba, pero no entendía porque una simple relación apócrifa tenía tanto poder sobre ella. Se durmió entre lágrimas y recuerdos desastrosos, sus pecados personales tomaron forma por capricho de su hipocampo.

Creyente ||L.S.||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora