Había esperado el momento exacto. Ni muy cerca de la medianoche, ni muy cerca del amanecer. Lo suficiente para tomarme mi tiempo. Comenzó con una idea que irradiaba toda la furia que contengo hace años, una pequeña chispa inició la decisión y el resto fue obra de mi propia inconsciencia. Actué como la persona más normal del mundo, así ni siquiera yo misma podría estar lista para lo que sucederá. Algo en parte impulsivo pero estratégico a la vez, sólo esperando el momento en el que termine. Eso es todo lo que necesito, respirar aquella libertad y luego fugarme.
Lo único que refleja mis nervios es mi corazón latiendo aceleradamente, pues enfrentar al mismo demonio que lo paralizó millones de veces no será fácil.
Me permito un instante para mentalizarme que mi cuerpo es una pluma y lo único que debo hacer es impulsarla. Aparto las sábanas de mi cama, me pongo de pie sobre la alfombra junto a mí y respiro profundamente por última vez en este trayecto. Tomo aquella daga que mi padre siempre esconde en su estudio y la admiro unos segundos. La empuñadura negra encaja perfectamente en mis manos como si estuviera hecha para mí. Comienza con un círculo grabado y termina con dos extremos de metal a sus costados que le otorgan una forma de cruz al arma. Un pequeño destello se crea en aquel filo estremecedor de figura triangular, debido a la luz de la luna que entra por mi ventana, causándome escalofríos. Es perfecta.
En cuanto toco el cerrojo de la puerta, siento como si se activaran todos mis instintos. Él siempre está un paso delante de mí, si me descubre su tortura no tendrá fin. Hago cada mínimo movimiento de mi cuerpo con lentitud, agudizando mis oídos. Salgo al gran pasadizo, vacío y oscuro, del que aquella puerta me divide siempre con tanta seguridad. Es muy difícil ver algo, solo hay una lámpara de vela en una pared a mi derecha a la mitad del camino, que mis sirvientes dejan encendida por si acaso, luciendo la pintura roja de los muros y la alfombra del mismo color que ahora prefiero no mirar.
Cierro los ojos para borrar todas las imágenes de monstruos que ya comenzaban a aparecer frente a mí como obstáculos y los coloco a mis espaldas. Extiendo mi brazo, tocando la pared a mi derecha con el filo de la daga, tan suavemente, en un roce tan exquisito... placentero. Comienzo a caminar, concentrándome en mantener aquel frío tacto como un suspiro en mi rostro, haciendo un ruido que solo yo pueda oír. Un paso tras otro, primero las puntas de mis dedos y luego el peso de mi cuerpo hasta la mitad de la planta de mis pies, de cuclillas, casi tan sigilosa como un felino atacando a su presa.
El silencio inunda mis oídos, inquietándome. Me concentro en el sonido, en el roce. Imagino... ¿Cómo será hundirlo en su piel? Me detengo en mi lugar cuando rompo el roce con algo de presión. Tomo un poco de aire, me relajo y sigo. Mi corazón ayuda a mantener aquel diminuto sonido que apenas era un susurro, siguiéndolo. Llego a la luz. Mis manos comienzan a temblar y me cuesta un infierno mantener mi respiración silenciosa. Tengo el impulso de querer hacerlo rápido y correr de cuclillas hasta su habitación. Si lo hiciera, lo encontraría esperándome en su puerta con esa sonrisa escalofriante... y aquellos ojos negros. Realmente negros, sin división de iris, sin pupilas, sin alma. Aquello le sucede cuando deja a su demonio apoderarse de él y eso siempre sucede conmigo.
Cierro los ojos, no recordaré eso ahora, debo guardarlo para después.
Rompo mi conexión con la pared y simplemente camino hasta el final, concentrándome en no hacer ruido con el roce de mi camisón blanco y mis piernas. Llego al final, a las escaleras de palacio que comienzan en la sala y luego se dividen en dos ante una gran ventana. Mi habitación está a la izquierda y la de él a la derecha, cerca de mis padres los cuales se encontrarán fuera del pueblo en estas semanas. Es ahora o nunca. Bajo los escalones hasta la parte del descanso, la luna me ilumina por completo y observo mi reflejo en el cristal. Mi cabello rojo anaranjado hace contraste con todo el blanco y mis ojos oscuros. Observo la daga en mi mano, hasta este punto he llegado... Vuelvo a mirar mi reflejo y contengo un grito al ver a Ethan detrás de mí. Observo sobre mi hombro y parpadeo varias veces, luego ya no está. Casi lo arruino.
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De Blanco y Sangre (Cuento ✔️)
HorrorPor la mañana, una joven visita la mansión de los hermanos Emily y Ethan, encontrando sus inertes cuerpos en el jardín. ¿Se podrá saber exactamente qué sucedió la noche anterior? Pues quizás ni siquiera el siniestro relato de Emily sea suficiente p...