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Con su laptop en la mesa y su mano encima del ratón inalámbrico moviéndose de forma rápida de tanto en tanto, releyó el texto escrito tratando de corregir todos sus errores ortográficos en este. Borró una oración y trató de usar otros sinónimos para que no hubiera redundancia. Sonrió satisfecho con su trabajo y fue al celular que cargaba a su lado a punto de preguntarle a su amiga a través de Whatsapp pero su acción se vio interrumpida.

—¡Izuku! —llamó la cajera que a la vez hacía las bebidas junto a su compañera.

Se acercó al lado derecho de la caja donde la chica que lo llamó le dio su bebida. Él agradeció y volvió a su asiento frente a esa mesa de tamaño mediano en una parte de la cafetería.
Ahora sí podía ponerse los audífonos y disfrutar del pastel de moccia con avellanas junto a su capuccino de vainilla con crema batida y fudge sobre esta.

Habría pasado alrededor de quince minutos cuando escuchó que alguien lo llamó mas lo ignoró pensando que se habría confundido y siguió su escritura.

—Disculpa —escuchó mejor. Levantó la mirada notando a la persona que le hablaba. Se quitó uno de los audífonos para escucharlo—. ¿Podría sentarme aquí? —dudó un poco por lo dicho—. Es que todo está lleno.

Ahí notó que todas las mesas —ya sean las grandes, las pequeñas y las del exterior inclusive las sillas en una larga barra— todo estaba repleto de gente.

Luego recordó que por el final del año se había hecho una oferta de tres por dos en casi todo lo que la cafetería vendía.
Pero él era el único que estaba solo en esa mesa para dos de las cinco —en total— que habían, todas con pares de amigos. Miró al sujeto, notando la boleta en su mano.

—Claro —asintió al chico que le pareció pecualiar.

—¿No le molesta? —preguntó el desconocido.

—Para nada —contestó.

El chico se sentó delante de él mientras dejaba una pequeña maleta a su lado en el suelo sacando de ahí un par de libros.

Se puso los audífonos de nuevo poniendo su canción favorita hasta el momento: "Demons", ignorando todo a su alrededor.
En un momento notó que la compañera de la cajera llamó a alguien, no supo a quien, hasta que su "invitado" se levantó y fue en busca del pedido que al parecer era suyo.

El peliverde pensó que recogería sus cosas con lo que sea que haya ordenado. Pero en cambio volvió y se sentó a seguir en sus cosas, es decir leer un libro que conocía pero no había leído aún, "cien años de soledad".

«Tiene buenos gustos con los libros» pensó el peliverde.

Con la cucharita, tomó un pequeño pedazo de su pastel y se lo llevó a la boca, saboreándolo.
Sin percatarse de que empezó a observar a su acompañante de forma discreta: cabellos bicolores, rojo y blanco, sus ojos diferentes de igual manera, uno café y celeste o gris y turquesa —no sabría decir cual era el par correcto—, alrededor del izquierdo se hallaba una gran cicatriz.

Izuku quiso preguntar por la herida en su rostro pero pensó que sería muy descortés por hacerlo como si nada, así que, ignorando al que se hallaba frente suyo, volvió a su escritura.

Hora y media después apagó la laptop y la guardó en su estuche junto con el ratón y el cargador de su celular dentro de su maleta amarilla. Listo para ir a casa.

Se levantó de la silla y notó que el heterocromático lo miró en medio de su acción.

—Le agradezco, por el asiento —le dijo el chico, Izuku notó de inmediato que este chico era más alto que él.

—No hay de qué —habló poniendo su maleta en la espalda—. Y si nos volvemos a encontrar algún día —añadió—. Háblame de , me hace sentir mayor, adiós —se despidió con una sonrisa y se alejó hacia la puerta.

Salió de la cafetería y fue directo a su casa, saludó a su madre y al tirarse a su cama depués de entrar a su cuarto le contó a su mejor amiga lo que le pasó hoy cuando fue a su cafetería favorita.

Starbucks love's café [Tododeku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora