Así que ahí estaban por primera vez.
Los copos de nieve danzaban en el aire ligero, amontonándose sobre todo el pavimento y prácticamente cualquier área de color para volverlo albino. Puede ser increíble pensar en la nevada del año anterior y ver lo mucho que ha cambiado tu vida en tan poco tiempo.
Marinette podía hablar de eso, con tan solo ver al pequeño Hugo en la nieve.
—Es nieve, bebé, nieve —hablaba el rubio mientras dejaba al pequeño sobre sus piernas y le mostraba lo fino del hielo al jugarlo sobre el pasto del patio de al frente de la casa. —Cuando seas más grande te hará mucha gracia como a mí aventarle esto a mamá.
—¡Oye! —se quejó la azabache.
El pequeño río divertido ante la voz de su madre, balbuceando y mostrándole sus cachetes sonrosados por el frío.
La mayor se acercó para sentarse a su lado y tomar al pequeño Hugo en brazos para acunarlos en los de ella, los cuales estaban cubiertos por un suéter caliente y una chamarra del rubio que le quedaba bastante grande, pero no se la quitaría por nada del mundo.
—Bienvenido a tu primera nevada, pequeño Huguito.
Para la navidad anterior, los Agreste-Dupain estaban más que emocionados con el nuevo integrante de su familia, el cual llegó un mes después del año nuevo. Hasta entonces, no habían pensado en que, aunque no sería la primera Navidad que pasaran juntos, sí sería la primera nevada del menor y lo emocionante que representaba comenzar a vivir esas experiencias los tres. Como la familia que son.
Hugo se sentía incómodo con sus dedos escondidos tras esa prenda extraña que le puso su madre. Quería tocarle el cabello y quitar las moronitas de polvo que tenía entre ellos, pero no podía, así que se limitó a quejarse y berrinchar.
—¿Qué tiene? —dijo el rubio angustiado.
Ni todos los artículos en internet serían capaces de disipar sus dudas sobre la paternidad, ningún doctor tranquilizaría lo suficiente y ningún peluche sería lo suficientemente bonito por mucho tiempo.
—N-no sé —admitió la mujer al intentar calmar al niño entre sus brazos—. ¿Le habrá dado frío? Te dije que no lo pusieras sobre la nieve.
—¡Solo estuvo un rato! —se quejó Adrien— además, has sido contigo que empezó a llorar. Si hubiera sido por mi culpa hubiera llorado en ese momento.
—¿Insinúas que fui yo? —respondió su esposa mientras comenzaba a poner un semblante molesto. Ambos aún tenían mucho que aprender, comenzando con comunicarse mejor cuando se trataba del bebé.
—N-no —corrigió rápidamente el muchacho con temor— Será mejor que nos metamos de nuevo. Podemos tomar un chocolate caliente y este campeón tomar su lechita, ¿o tú qué opinas? —desvió la atención de nuevo al pequeño que miraba a su padre con ilusión. Sabía muy bien reconocer a esas alturas ciertas palabras, sobre todo cuando significaba que alguno de los dos les cargaría y calmaría un dolor tan extraño en su barriga.
Ambos adultos se pusieron de pie y volvieron a lo cómodo de su hogar en el cual la temperatura era cálida y el ambiente navideño. Árbol estaba en una esquina con sus luces prendidas y de ella colgaban cinco botas, cada una diseñada y tejida por Marinette.
—Haré el chocolate caliente —anunció Marinette luego de colocar cuidadosamente al bebé en los brazos de su padre, quien estaría a cargo ahora.
—De acuerdo, mami. Yo haré entrar en calor a este pequeño, vamos.
Mientras Marinette tomaba su tiempo en la cocina, el varón llevaba a su hijo hacia el sofá para sentarlo en el mismo, retirándole aquellos guantes incómodos, mientras alcanzaba con su mano aquella esfera de plástico que rodaba por el piso de la sala, casi como siempre antes del atardecer.
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Nevada [OS MLB OLD]
Fanfiction-Son copitos, pequeños copitos -le decía él con una sonrisa frágil-. Fríos, ¿no crees? Pero son muy divertidos. Mira, puedes beber de ellos -le dijo mientras abría la boca y sacaba la lengua para intentar capturar algunos en su boca a lo cual el peq...