Hijos Del Estado

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La aldea se había vuelto un gran caos, gente herida, niños perdidos y extranjeros reclamando la casi perdida de sus vidas, y todo por culpa de una pelinegra de grandes atributos físicos y un pelirrojo de ojos de un azul tan profundo como el mar, junto con unas marcas con forma de bigotes, pero eso no era lo verdaderamente importante, ambos ciudadanos de konoha se encontraban en una situación delicada, con la falta de un brazo y familia que respondiera por ellos habían pasado a ser unos hijos del estado, esto involucra dejar toda actividad de la naturaleza ninja.

El pelirrojo fue el primero en recobrar la consciencia, se levantó confundido y mareado, tenía la vista nublada y todo el cuerpo adormecido, trató de hacer un diálogo pero lo único que salió de su boca fue un balbuceo incomprensible, por lo tanto, decidió esperar un rato a que su cuerpo se le pasaran los efectos de la anestesia y pasar un rato en su pasaje mental. Abrió los ojos y se encontró con un enorme desagüe, lleno de aguas negras y con un olor fétido que llenaba todo el aire, hizo una mueca de repulsión y busco con la mirada a kurama, no fue difícil, era un zorro de un tamaño colosal, se acercó al enorme zorro que se encontraba clavado al piso por unas grandes barras de metal que atravesaban sus extremidades y cuello.

Kurama, ¿Qué paso en este tiempo? La pregunta del pelirrojo fue respondida con un suspiro.

Pequeña bestia, si no lo sabes tú, créeme que tampoco lo voy a saber yo, veo lo que tu ves, siento lo que tu sientes, rió cuando tu ríes, mi pobre y pequeño niño, no se lo que ha pasado estos últimos días, pero realmente no quiero saberlo. Naruto frunció el seño ante la manera tan cariñosa con la que el zorro se refería a él, era casi como si estuviera contento de verlo, cosa que dudaba, un monstruo (o demonio, lo que mejor les parezca), feliz de ver a la prisión de carne que obstaculiza su salida al mundo, eso no era en lo más mínimo normal.

¿Qué deseas de mi?, ¿Cuál es la razón para que me hables de esa manera? No confiaba en el zorro, podía haberlo entrenado, salvado de la muerte e incluso resucitado pero había una regla que no estaba dispuesto a romper. Nunca confíes en un demonio. En especial cuando nos referimos al más poderoso y astuto de todos ellos.

El zorro lo miró con total indiferencia. Pensé que ayudandote me ganaría la confianza y aprecio de almenos un ser en la tierra, pero ya veo que no. El zorro miró a otro lado, totalmente afligido, el pelirrojo lo miró con total desconfianza, normalmente tendría remordimiento por haber sido tan cruel, pero no lo hizo, incluso sentía que hizo lo correcto era un sentimiento extraño el que acaba de sentir.

Es una pérdida de tiempo hablar contigo en estos momentos, voy a esperar a que decidas decirme lo que realmente quieres, cuando estés dispuesto a decírmelo, puedes llamarme. Miró por última vez al enorme animal y salió de su mente. Al salir se encontró con una leve mejora en su cuerpo, ya podía formar pequeñas frases, pero decidió no hablar, no quería cansarse. Empezó a mirar a Tsuki, ella realmente era un chica linda, unas largas y bien trabajadas piernas, un culo firme y de apariencia suave como el algodón, una pequeña cintura y unos pechos del tamaño promedio, y no podía dejar de mirar su cara, esa cara tallada por los ángeles, tan fina y tranquila, casi como una figura de porcelana, quizás algunas personas no la consideren atractiva por no destacar en sus pechos, pero siendo sinceros, sólo los imbéciles piensan que los pechos lo son todo.
La pelinegra lo miró, parecía estar despierta desde hace varios minutos, se quedaron en un cómodo silencio durante varios minutos, sólo se observaban el uno al otro, hasta que Naruto decidió romper el silencio.

¿Cómo te sientes? Ella soltó un suspiro y se estiró con cuidado, miró su brazo un poco deprimida, eso iba a afectar su carrera ninja para siempre.
¿Física o emocionalmente? Miró al pelirrojo un poco deprimida, sus sueños, deseos e ideales habían desaparecido, todo por culpa de una pelea que fue llevada al extremo, ya no podía hacer nada. Se tapó la cara con su única mano disponible mientras comenzaba a llorar, ahora era inútil, ya no podría ser la shinobi prodigiosa que quería llegar a ser.

Tsuki, no te pongas a llorar ahora, estás exagerando las cosas, solo perdimos un brazo, aún podemos ser útiles para konoha, estrategias, tácticas militares, incluso podamos desarrollar una manera para conseguir de regreso nuestro brazo. El pelirrojo le dio una sonrisa consoladora a Tsuki, quizás no fueran precisamente amigos, pero eran compañeros de equipo y tenían que ayudarse. Ella se limpio las lágrimas, nunca había vuelto a llorar después de que su clan fue exterminado, no podía creer que le tocará abandonar sus labores como ninja de konoha, ella no era estúpida, sabía que se habían vuelto hijos del estado, aunque quizás Naruto tenga razón y no tendría que desanimarse.

Está bien, ¿Seguro que nos van a permitir trabajar para la fuente de estrategia y tácticas militares? Lo miró por un momento, Naruto levantó sus hombros en señal de no saber.
Si no nos permiten trabajar ahí podemos irnos de la aldea, pedir un permiso he irnos a entrenar nuestra mente, nuestro físico, o incluso salir diciendo que vamos a trabajar para el espionaje. Ella evaluó la situación y decidió que él pelirrojo tenía razón. La puerta de la sala se abrió revelando a un kakashi que no apartaba la mirada de su libro, el se acercó en silencio hasta estar en medio de las dos camillas.

Saben porque estoy aquí ¿Verdad? Los dos chicos respondieron con un simple movimiento de cabeza, agarraron sus bandas ninjas y se las entregaron a Kakashi, Kakashi sólo las tomó, hizo un leve ademán de despedida y se fue. Sin demorar mucho aparecieron varias enfermeras que atendieron a Tsuki y a Naruto, tomaron temperatura, vieron su estado físico, reflejos y varias otras cosas, después de varios minutos decidieron darles de alta, no sin antes recordarles volver a él hospital cada semana para cambiar los vendajes y revisar la cicatrización del brazo.
Aunque a Naruto no le gustara admitirlo, le había agarrado un gran aprecio a la uchiha, lo mismo se podía decir de la uchiha, desde que tenían 6 años empezaron a convivir bastante, al comienzo todo fue por competencias, y sin querer, formaron una bonita amistad.

¿Y ahora qué hacemos? Miro al pelirrojo que no estaba prestando atención por estar mirando el piso.

Hey, Naruto, ¿Qué vamos a hacer? Él la miró y sonrió.

Vamos a entrenar.

Fin.
Estuve tratando de que mi ortografía no fuera tan mala, por eso me demore tantísimo en subir el cap.

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