Capítulo 14

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—Gabriel—

Sentí poco a poco, como volvía a tener el control de mi cuerpo. Me levante del piso de manera lenta, con mis piernas aun temblorosas.

Mire a mi alrededor, buscando al culpable por la sombría cocina.

Lucifer ya no estaba por ningún lado.

—Gabriel —la voz de Julián llamándome, me obligo a quitar todo mi interés en encontrar a lucifer—. ¿Dónde estás?

Sali de la cocina y camine con pasos lentos hacia la voz que pedía mi presencia.

—¿Gabriel? —vi la castaña melena de Julián, asomándose por el umbral de la sala de estar, en cuanto me vio. Salió por completo del lugar y se acerco a mi—. ¿Dónde estabas?

—En... —dude un momento sobre contarle la verdad—. Estaba en el baño —mentí, soltando una forzada sonrisa.

—Vamos a dormir.

Julián no dijo nada más, y simplemente se dirigió a su habitación. Tarde unos momentos en asimilar la situación y la indiferencia de Julián. No estaba entendiendo nada.

Primero lucifer. No se lo que me había hecho, pero estaba claro que podía controlar mi cuerpo. Luego estaban mis alas, las tenía atadas, pero ¿Por qué?

Por otra parte, estaba Julián. Cuando aparecí por primera vez ante sus ojos, estaba feliz, un poco confundido pero feliz. En cambio, ahora, se notaba distante e incómodo con mi presencia

¿Por el beso? No tiene sentido, si hubiese sido por eso, estaría indiferente desde antes.

En verdad no entendía nada.

Estaba pasando las cosas demasiado rápido. Tampico sabia por cuanto tiempo podría quedarme en la casa de Julián.

—Lo único que quiero es protegerlo... —susurre, al oscuro pasillo, bajando la mirada—. Y sacarlo de su pena.

Con el poco tiempo que llevo al lado de Julián, comprendí algo muy pequeño, pero significativo. Julián no tenia mamá. Al principio pensaba que era porque su madre trabajaba y su padre se encargaba de la casa, pero no era así.

—¿Gabriel? —la voz de Julián al final del pasillo me quito bruscamente de mis pensamientos. Había asomado su cabeza por un borde de la puerta—. Ven a la cama.

Asentí y sin más, me encaminé al dormitorio. Lo mejor era descansar ahora, ya habría otro momento para pensar a más profundidad y talvez preguntar a Julián el motivo de sus plegarias.

Tan pronto como cerré mis ojos en la cama, la mañana llego y junto a ello, el desayuno del padre de Julián.

—¿Llevas todo, hijo? —pregunto su padre, sirviendo el agua hirviendo en nuestras tazas.

—Si, papá —respondió este.

Por mi parte mire mi taza con aquel liquido color caramelo, y sin mas me lo bebí, sintiendo como mi lengua quemaba y ardía.

—Bébelo mas despacio, Gabriel —reía el padre de Julián.

Julián no dijo nada, ni siquiera se rio de mi escena. Al contrario, estaba demasiado concentrado en algo que veía en su móvil.

—Ya me voy papá —dijo finalmente, dejando su taza medio llena. Se levanto de la mesa y tras ponerse su mochila, deposito un casto beso en la mejilla de su padre. De mi tan solo se despidió de un movimiento de mano—. Hasta la tarde, Gabriel.

Vi como Julián cerraba la perta de la entrada, y todo quedaba en silencio, hasta que el padre me dedicaba una pequeña sonrisa.

—Gabriel... —comenzó, clave mis grisáceos ojos en el hombre mayor—. ¿Quieres ir a comer helado conmigo?

—¿Helado? —pregunte.

—¡Si! —soltó emocionado el hombre—. Esta mañana me desperté con ganas de comer un cremoso helado de chocolate, y ya que estas aquí, pensé en invitarte.

Lo pensé por unos segundos, jamás había comido helado. Bueno, jamás había comido todo lo que hay en la tierra y comen los humanos...

—¿Qué dices?

—Está bien —respondí, dedicándole una sonrisa.

El padre de Julián me la correspondió de igual manera.

Los Pecados De Un Ángel Yaoi/GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora