Estamos en la edad media, una de las épocas más oscuras de la humanidad, donde existan las brujas.
La comunidad mágica la dirigía una gran bruja, que era Michelle una bruja que los hombres veían con recelo y envidia por tener ese puesto, no querían que una mujer los siguiera dominando pero le temían y respetaban. Era demasiado poderosa, los borrachos decían que serían mejores supremos, se creó un dicho, “solo los borrachos y los tontos retarían a la suprema". Así era sólo los tontos lo haría.
Un tonto lo hizo, por la influencia de una mujer llamada Yana, era una campesina, una bruja ambiciosa y su novio era un brujo, ella se acostó con él, le empezó a meter ideas en la cabeza, “eres mejor”, “eres poderoso” decía.
Que ilusa es una mujer enamorada, lo hizo ver como un dios, ahora creía que podría aplastar a la suprema, cuando él es un bastardo de un bufón y una bruja de los bosques, sus poderes eran ordinarios, pero su orgullo era grande que enfrente de todos los aquelarres en el concilio te atrevió a retarla.
-reto a la bruja suprema a un duelo- gritó-. Quiero un combate para derrotar a su alteza. Tenía una sonrisa socarrona, solo él y Yana se levantaron. Se hizo un silencio sepulcral, no hubo más voces ni nadie se levantó, la suprema estaba tan molesta de la insolencia del brujo que clavo las uñas en el atril y se astilló.
-¿estás seguro de lo que está diciendo hermano Yair?- Exclamó con voz gélida la suprema. Todos los presentes sabían que la suprema no era misericordiosa al igual que su padre, amaba el castigo y sabía que Yair lo merecía.
- ¡habla Yair!, hijo de cara manchada- exigió la suprema.
- si su majestad. La reina zorra. Quiero retarte -Dijo Yair con una sonrisa, sin nada de miedo-. Y al ganarte, mi señora Yana estará a mi ladi como la nueva reina.
El peor ciego es el que no quiere ver y el peor mentiroso le que se cree su mentira. La suprema se levantó.
- muy bien como dicta la ley, por siete días se hará las pruebas de las maravillas la séptima moche, además de la prueba se hará el duelo a muerte- dicto la suprema-. Comenzaremos esta noche, los espero en el coliseo profano, que lucifer padre los bendiga.
- ¡s! miren como huye su gran bruja-. Exclamo Yair-. Quiero gritar al gran aquelarre sus peores pecados, pecados que ni el mismo satán pensaría que son posibles.
Yair, reía como loco, pensando que se ganaba el corazón de los brujos del aquelarre, pero no sospechó que estaba despertando su desprecio. Todos se marcharon, Michelle estaba cansada, estaba furiosa cuando llego a su castillo, en una de las colinas más altas de Roma, entro a él gran salón gritando y maldiciendo “que la fe del señor oscuro y la de ella misma debía estar en el mismo que el llamado dios falso y el vaticano”, decía. Odiaba que la desautorizaran.
- por todos los demonios del averno, maldito sea el hombre que puso bajo su amparo a ese trapo que se hacía llamar brujo que era cara manchada, ojalá yo misma hubiera matado a ese desgraciado, disfrutare tanto matando a su bastardo-. Gritaba con furia la suprema.
-señora Michelle debe controlarse- Dijo la consejera de más confianza de Michelle.
Una princesa sacerdotisa del nuevo mundo, se hacia llamar La Guajira, ella es una india hermosa que Michelle cuidaba con recelo, e inútilmente trataba de negar lo que sentía por la mujer de corto cabello negro.
- ¿porque querida amiga? ¿No debo aplastar a ese bastardo? ¿No merece un entierro de los aires?-preguntaba Michelle con enojo-. Para que nadie pueda ni siquiera recordar a ese... bastardo.
- Michelle nadie conoce a los hombres mejor que tú, ¿crees que él actúa solo?- Habló por primera vez artemisa.
Sus padres le habían puesto ese nombre por la diosa griega y le correspondió siendo igual de casta y virgen que la diosa.
-ahora que lo pienso. No, no lo hace, esa idea no florece en la mente, esa idea nació en una bruja que sembró esa semilla en su mente después del sexo y ahora cree que puede poner a su marido en mi lugar- Dijo Michelle que elevaba su furia por momentos.
-menos mal que te diste cuenta sola y rápida- Dijo artemisa con un toque de sarcasmo en la voz.
Se hizo un incómodo silencio, artemisa no se retractaría de lo que dijo, Michelle no aguantó la insolencia y lanzo una llama a la habitación entera, artemisa solo desvío el fuego con un gesto sin inmutarse, la guajira solo voló junto con el diván en el que estaba recostada.
- que seas mi amiga y de mis leales consejeras no te da el derecho a humillarme, ni a cometer tal insolencia, esta vez lo perdonaré pero recuerda que puedo reducirte a cenizas o incluso llevarte a la santa inquisición-advirtió la suprema.
Su cara estaba impoluta, la luz de la luna le daba aun aspecto de plata, parecía una estatua de mármol, se veía imponente bañada en plata. Artemisa seguía callada, apareció mágicamente unas agujas y empezó a hacer labor.
- ¿qué hará ahora su señoría? Dijo Yara, princesa de las aguas.
-primero haré que él no respiré más, que no vea otro sol sobre su cabeza, no pararé hasta que ella llore de aflicción- río con locura y maldad porque ya tenía un plan.A La mañana siguiente se fue encapuchada al mercado donde Yair pregonaba su superioridad, escuchó atentamente sus palabras, cuando él se iba paso por lado de ella y la chocó, no se dio cuenta que era una mujer, ni mucho menos la suprema, se limitó a seguir caminando, el no notó lo que había pasado pero el daño estaba hecho. Siguió con su rutina, con sus sermones sobre el cambio y la necesidad de un hombre que liderada a la brujas.
Hasta el día de la primera prueba, artemisa estaba en el centro del cementerio, oscuro y lleno de sombras e iluminado por la luna.
- el primer duelo será telekinesis, pueden usar sus mentes para usar armas y hacer que el otro se rindiera, pero nada de manos.-explico Artemisa.
Había solo pocas brujas en escobas, todos estaban seguros de que su suprema ganaría de nuevo. Los contrincantes que estaban espalda con espalda, fueron con sus acompañantes, a Yair lo acompañaba su esposa y a Michelle su amiga La Guajira, de juez estaba artemisa.
Era un lugar llano, con tumbas por doquier, pasto verde y un pequeño estanque que se tenía de plata por la luz de la luna llena, era una noche estrellada, se veía como si los antiguos dioses pudieran ver todo desde allí. Era ya media noche, cuando el lobo aulló dando comienzo al duelo.
Michelle chasqueo los dedos y desapareció, al parpadear Yair se dio cuenta que estaba cerca de él y corrió
- no es válido desaparecer -Grito él mientras a lado había un hacha flotando.
Él veía que Michelle no reaccionaba con rapidez sino cuando estaba muy cerca. Con una espada paraba estocada por estocada las embestidas de Yair, él sabía que le ganaría, sabía que era mejor, el seguía atacando con fuerza, veía como el cabello de ella se caía y despeinaba, el sudor se veía en ella mientras él seguía fresco, reía buscando con la vista a Yana, quien estaría orgullosa de él, lazaba piedras y lápidas que ella esquivaba como podía.
el reía como loco justo en el momento en que una lápida le dio en el pecho, la insultó al verla en al suelo, ni siquiera de digno a ayudarla, pasaron casi toda la noche así, pero él no quería que se rindiera él quería más, al verla llorando parecía que ella se rendiría así que tomo una espada con la mano y la clavo en las costillas de ella, que cayó al suelo al instante, botando sangre por la boca y lágrimas por los ojos.
- ¿Estas contento? -Oyó una voz detrás de él, se volvió y observó a Michelle, estaba ahí, portaba un abanico- ¿Eso es todo? ¿Ya termino?
Ahí estaba, con una espada clavada y sangre saliendo de su boca, ahí estaba Yana, agonizando. - Yair....amor....-fueron las últimas palabras de Yana al mirar a Yair.
- ¿qué hiciste? ¿Cómo paso esto? Tú deberías estar muerta- Dijo Yair atónito.
- ¿si? Yo no hice nada, jueces mírenla, Cariño- dijo Michelle moviendo su abanico- todos te vimos, la mataste.
Él estallo de irá, estaba fuera de si se abalanzó sobre Michelle que con un movimiento del abanico lo tiró al suelo.
- esto es lo que le pasa a la gente que me reta- Dijo ella inyectada de ira. Su cabello tenía un halo de fuego, su desprendía un calor infernal, era la viva imagen de las furias griegas.
-¿Que harán con ella? ¡¿Qué harán con ella?!- preguntaba a Yair gritos a punto de llorar.
-oh perdón, tu esposa se queda aquí. Donde murió a causa tuya, donde los buitres y gusanos devoraran su carne, hasta que no queda nada de ella-dijo la suprema con una sonrisa- yo misma vendré y volveré trizas sus huesos, los volveré cenizas, cenizas que se llevará el viento.
Él estaba fuera de sí y se abalanzó sobre ella de nuevo, Michelle reacciono rápido y con un movimiento de su abanico que lo envió lejos de ella. El regresó, por una tercera embestida, Michelle estaba cansada de la insolencia de Yair, pensó por un momento y lo metió en una pintura, era una pintura de un nuevo genio, tenía a los doce apóstoles, sabía que a él no le gustan lo católico y lo encerró en judas, envió la pintura al vaticano, al lugar que más odiaba.
- es el mejor lugar para un traidor-. Le dijo a su más fiel consejera.
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las aprendices del diablo
ParanormalLas brujas compartieron este mundo con nosotros desde la creación, esta historia es sobre ellas y como hasta nuestros días han desencadenado muchas cosas que creemos tener la respuesta,nosotros tenemos una percepción diferente pero y si no es la ver...