—¡Maldita sea!— grito el chico al sentir la cuerda jalar de su tobillo. Esta vez había estado muy cerca de perder a los caballos que ahora ganaban terreno hacia el.
Los jinetes, entre risas cortaron la cuerda, el chico cayó sobre una roca golpeado su cabeza levemente.
Miró al jinete con furia y toco su cabeza en la zona herida que ya había comenzado a sangrar, manchando de escarlata su cabello rubio y piel clara.
—¿No prometiste ayer que no volverías a tratar de escapar?— preguntó uno de los jinetes.
—Pense que se aburrían sin mi— respondió burlesco— tal vez dejarían de estar en forma y dejarían que se les colara otro intruso.—
El rubio comenzó a caminar devuelta al pueblo, no honraba los acuerdos que hacía con la corona, pero aquellos jinetes ya se habían vuelto sus amigos, o al menos ya no lo miraban con arrogancia, y con ellos había hecho un convenio real, solo trataría de escapar una vez al día.
Al entrar al pueblo Hyojong no podía creer que la belleza del lugar siguiera sorprendiendolo de la misma forma. Había estado ahí más de dos meses y aún no podía dejar de admirar el brillo de los edificios.
La pequeña ciudad era hermosa, callada y limpia. No había humo ni ruidos estruendosos como los provocados en la ciudad una hora pico en la mañana. Los rayos del sol la iluminaban de una forma casi mágica, tocando los lugares correctos de la forma correcta, dando un calor reconfortante y no completamente abrasador. La cascada detras del palacio daba también humedad al ambiente, el constante flujo del agua combinado con la luz del sol que daba a la cascada la mitad del día sacaba un sin fin de arcoiris que terminaban justo donde el palacio iniciaba.
La gente que vivía ahí no era muy diferente. También habría podido describirla como hermosa, limpia y callada. Todos de piel tan blanca que brillaba con la luz, eran altos y de orejas levemente puntiagudas haciendo solamente aún más agradable su aspecto.
Solo había una cosa que ha Hyojong no le gustaba de esa gente, su arrogancia.
Al pasar por la calle principal hacia el palacio había perdido la cuenta de las veces que alguno de ellos lo había mirado con desdén, incluso la primera vez que llegó al lugar se dio cuenta que apesar de la diferencia de especies y el arma en su mano, no hubo miedo en su mirada, solo odio.
—¿Los hombres han perdido ya el honor?— dijo un hombre en cuanto entró al palacio, golpeando enérgicamente su mejilla. Hyojong lo conocía, cuando llegó fue el primero en sugerir que lo mataran para conservar el lo secreto, su nombre si no mal recordaba era Jem
—Voy a contarle de eso a la reina.—dijo el mientras sonreía de forma burlesca hacia aquel que lo había golpeado.
—Tu no has honrado tu palabra ¿Por qué ella honraría la suya?— grito enojado.
—Porque yo soy un hombre y ella es un elfo— respondió Hyojong de manera inteligente.—¿Vas a hacer que la reina se rebaje al nivel de un hombre solo para darme una lección?—
El elfo frente a el tenso la mandíbula con furia pero no volvió a tocar al hombre, en su lugar solo se volteó y se fue caminando arrogantemente.
—Eres todo un caso perdido— dijo uno de los jinetes riendo.
—Ustedes son un caso perdido Hui ¿Quien en sus sino juicio se va caminando arrogante cuando acaba de perder una pelea?—
El jinete estuvo a punto de contestar pero una vez más Jem se apareció en la habitación.
—La reina te está esperando—
Con una presuntuosa sonrisa y a paso lento pasó aún lado del elfo y volteó a ver al jinete que seguía viéndolo con burla.
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New Era
FanfictionHyojong es un ladrón que huyendo de la policía encuentra refugio en un claro que está completamente poblado de criaturas mágicas. Ahora que él conoce la ubicación del lugar, los pobladores no lo pueden dejar irse. ¿Pero será todo esto real? Después...