Capítulo único.

149 14 1
                                    

Viernes, 8:48 PM.

Solías atrasarte máximo media hora en el trabajo y siempre me llamabas para avisarme de cualquier inconveniente, pero este escenario ya era pan de cada día y siempre con la misma excusa.

Decidí no darle importancia hasta que oí el ruido de un motor desde la calle y me acerqué a la ventana a sapear, no me arrepiento.

Te vi bajar de un mundaneo azul, que ya era muy conocido para mi, sonreías como conmigo ya no lo hacías.

También te vi despedirte de de aquel hombre moreno, Luciano, con unos besos fogosos en la boca. Vi que entrabas al edificio por lo cúal puse a hervir agua para tu mate y a calentar algo de comida en lo que te oía abrir la puerta.

-Hola flaco- saludaste mientras dejabas en el sillón tu chaqueta y maleta- Perdoná por llegar tarde, me dejaron haciendo papeleo extra, ya sabes, últimamente está todo ajetreado en la firma.

-Buenas noches, ¿Lo quieres dulce o amargo?.

-¿Pasa algo?- te acercaste a la barra de nuestra cocina para besar mi mejilla.

-Nada importante, tuve el día pesado nomás.

-Ah ya, dejá lo preparo yo, gracias.

Nuestra charla esa noche fue amena, nos fuimos a acostar y te quedaste dormido al tiro, yo me quedé con la luz de la lámpara a mi lado de la cama tratando de leer el diario.

Estaba distraído, no conseguía concentrarme en las palabras así que decidí ir a tomar algo a la cocina, en el trayecto por los pasillos pude ver nuestras fotos, en cada una ambos estamos felices, viviendo el momento.

Viviendo el momento.

Tomé un vaso de agua y me fuí a dormir inquieto. No dormí mejor que otras noches.

A la mañana siguiente tipo 6:30 am me encontraba ordenando mi ropa en una maleta y en otra cosas varias, mientras lo hacía pensé en si debía despertarte o no.

Había decidido irme, terminar todo, dejarte libre. No era justo para los dos estar en una relación como la nuestra. Nada me lo impedía después de todo.

Llevé las maletas a la sala, que ahora se veía algo vacía sin mis libros en los estantes y con las cajas con cosas que ahora no podía llevarme. Me preparé té de manzanilla para relajarme, estaba algo tenso.

Eran ya las 7 am y para entonces ya había mandado un correo con varios documentos que pudiese tener pendientes y mi renuncia al trabajo, también había comprado mi boleto hacía Concepción que tristemente era de conexión. Sonó tu alarma y oí como te levantaste hacia el baño.

-¿Flaco?- me llamaste algo agitado- ¿Manu? ¿Qué estás haciendo? ¿Te vas de viaje?-llegaste a la sala y miraste algo escéptico las maletas, que por cierto eran grandes, y las cajas amontonadas, como esperando una explicación.

-Martín, buenos días ¿Quieres café?.

-Manuel, ¿que sígnifica esto?.

-Piensa un poco, que puede ser-me salió en tono de burla, noté que te molestaste.

-Tu lado del ropero está vacio, tus cosas del baño no están, y tus libros... Manuel... ¿Me estas dejando?- se te oía dolido, pero no conseguía conmoverme.

-Que listo eres-dije mientras tomaba un poco del rico té.

-¡Manuel!-Llegaste a mi lado, alterado.

-Cálmate, déjame explicarte.

-¡Me estás dejando! ¡¿Como vas a explicar eso?!.

-Ni siquiera deberías estar molesto, al contrario, deberías alegrarte.

Otra Noche De Viernes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora