PARTE 1.

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La luz solar se cuela por la ventana al mismo tiempo que el despertador suena marcando las 5:37 de la mañana. A regañadientes, la chica con el cabello rojo y alborotado, saca su mano derecha, para, con los ojos entre cerrados, apagar el ruido que tan molesto es. Pasan algunos minutos antes de que la madre, Aneth, entra a la habitación con la finalidad de que la chica por fin se levante para cumplir el día.

— Es tarde—susurra la señora con cabello corto y ropa de pijama.

Un gemido como de tortura es la respuesta que recibe de la boca de la chica quien frunce el ceño jalando la cobija hasta encima de la cabeza como protección al frío tan intenso que llega hasta los huesos.

— Basta Kath — le regaña su madre — Arriba, debes ducharte para ir a la escuela.

— Ya voy.... — jadea la chica secando un poco la cabeza — dame solo 5 minutos.

La madre ríe y se aleja caminando a la puerta, antes de salir gira a ver a su hija.

— Solo 5 — le dice — si pasa más le diré a tu padre que te tire agua.

Una vez suficientemente despierta, la chica con cabello rojo se sienta y gira a la derecha encontrándose con su hermana menor, durmiendo profundamente, en sus pies la pequeña perrita de la familia, Bella. Con pesar se pone de pie y camina arrastrando los pies rumbo a su peculiar destino, entre quejas abre la puerta de la habitación, para llegar a la sala, encontrándose con una curiosa y ajena discusión por parte de sus padres, quienes, al notar que la presencia de su hija mayor, su discusión se vuelve un silencio abrumador.

Ajena a querer participar o siquiera pregunta la chica sacude la cabeza y entra a la ducha donde pasa cortos minutos. Al salir de éste y vestirse, se acerca al comedor notando a Miranda, su hermana menor, quien está desayunando cómodamente.

— Tu, ¿no te bañaras? — pregunta en un claro tono de broma

— Me bañé anoche— responde, saltando a la defensiva.

La mayor asiente en señal de comprensión, se encamina a su cuarto dejando la puerta un poco abierta y comienza a cepillar su corto y rojo cabello.

— Revisa el correo, Katherine — la madre ordena en voz cálida.

— Está bien — responde y se gira a la puerta de la habitación — ¿Qué pasó con el por favor?

Sin obetener respuesta, Katherine camina rumbo a la puerta negra, y sale a la cochera donde camina hasta el buzón y saca 7 sobres que se encuentran dentro.

— Cuentas, cuentas, escuela, cuentas, cuentas, cuentas, cuen....

La peliroja frunce el ceño mirando su nombre resaltar en esa última carta.

Katherine Sherdon.

Confusa y mirando la carta, la dueña entra a casa, incapaz de soportar el frio tan intenso que ese diciembre presenta.

— Aquí — le llama a su padre para entregarle los 6 sobres

— ¡HEY! — exclama Miranda — ¡Te quedaste con una!

— Es mía, señorita en todo estoy menos en misa — Kath responde en un grito desde su habitación.

— ¿Tuya? — pregunta sumamente extrañado el padre quien ha dejado ya los sobres en la mesa donde un crucifijo cuelga de la parte de arriba.

Katherine asiente y levanta el sobre hacia ellos.

— Si, dice mi nombre —–responde

Los 3 restantes miembros de la familia se miran extrañados.

Cartas de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora