Parte III

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-¿Me perdí de algo?

Junior se apartó rápidamente de Blas, provocando que la cocina siguiera dando vueltas en su cabeza y sus pies tropezaran el uno contra el otro. Ver a su hermano ahí parado, mirándoles con el ceño fruncido y una expresión interrogativa en la cara, era como un soplo de realidad dentro de esa espiral de sentimientos confusos y desinhibidos por el alcohol.

-No, nada.

Blas cerró los ojos un segundo, suspirando pesado, y se levantó de la silla.

-Nada... Tu hermano está borracho y casi cae al piso.- Contestó con su mejor sonrisa amable.

-¿Seguro?- Insistió Dante.

-Sí... ¿Qué otra cosa iba a ser?- Preguntó Junior, nervioso.

-No, creí que... déjendo ahí.

Junior se llevó las manos a la cabeza, empezando a sentirse realmente mal. Sus estómago estaba revuelto, la cocina se movía y comenzaba a costarle mucho trabajo enfocar lo que veía.

-Creo que... creo que voy a dormir.- Anunció Junior dirigiéndose a la puerta.- Decile a Leo que jugar al "Yo nunca" fue una idea maravillosa.- Ironizó saliendo de la cocina.

Dante se apoyó en la pared y miró a Blas, que seguía sentado en la silla con la mirada perdida en esa puerta por la que acababa de desaparecer Junior.

-¿Qué pasó?- Insistió Dante.- ¿Se pelearon?

-Posta, no pasó nada.- Aseguro Blas.- No pasó nada...- Susurró esta vez para sí.

...

Junior dio vuelta en la cama y se colocó de lado. Su habitación había dejado de dar vueltas después de unas horas durmiendo y vomitar en el baño, pero sentía su boca pastosa y su garganta picaba pidiendo agua fresca. Se incorporó con dificultad, todavía con dolor en la cabeza, y vio a Dante dormir encima de su cama con la ropa puesta. Seguro después que él se fura habían seguido bebiendo en el playroom y se les había ido la joda de las manos.

Soltó aire despacio por la boca mientras jugaba con la pulserita roja que tenía amarrada a su muñeca. Blas...

Todo su mundo y sus sentimientos se habían vuelto un verdadero caos desde aquel beso. Desde aquel beso que él mismo fue el responsable de que pasara y que él mismo había recordado tantas veces con dolor, odio y deseo mezclados.

Pero lo que más le dolía era esa frase. Era escuchar de los labios de Blas que para él todo había sido sólo un simple beso, nada más. Tenía un recuerdo borroso en su cabeza de horas antes en la cocina, de Blas diciéndole que todo aquello era mentira... Pero la imagen se mezclaba con una bruma pesada y el recuerdo de la cocina dando vueltas alrededor de ellos.

Apretó torpemente el nudo de la pulserita roja y suspiró recostando su cabeza hacia atrás. "Los niños y los borrachos nunca mienten" le recordó una vocecita en su cabeza. Y él siempre que bebía de más acababa sintiendo la necesidad de acercarse a Blas sin poder dejar de mirar esos labios que tantas ganas tenía de volver a besar.

Porque sí, a estas alturas del partido se debía al menos ser sincero consigo mismo aunque no lo fuera con el resto. Se moría por volver a besar a Blas.

Salió de la cama con gesto cansado y bajó las escaleras hasta la cocina. Se bebió casi de un trago la botella de agua que había siempre en la heladera y su garganta y estómago le agradecieron la ingesta de un líquido trasparente que no tuviera nada de contenido alcohólico.

Yo nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora