Parte 1

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Desde que recuerdo, en realidad no soy Ingles, yo vivía en Colorado, Estados Unidos, en la ciudad de Denver, un lugar conformado por grandes edificio en el centro, aunque yo me albergaba en un barrio que solía ser bastante tranquilo, lo recuerdo bien, cada mañana te podías despertar alegremente solo escuchando el cantar de las aves, y al llegar el atardecer se lograba observar el sol ocultándose a la distancia en un gran río que no estaba muy lejos de mi casa. Tengo vagos recuerdos desde la edad de 7 años. Era un niño común y corriente diría yo, no me importaba mucho nada, era feliz sin saberlo, hermosa es esa edad cuando sientes que todo en el mundo gira a tu alrededor y todas las cosas van bien en tu vida, es bueno vivir pensando que todo irá bien en el futuro. Se destacaba que poseía un avanzado coeficiente intelectual para esa corta edad, supongo yo que no es normal que un joven niño efectúe ecuaciones matemáticas de secundaria, o realice experimentos en su casa con lo que logre conseguir. Sospecho que se debía al trabajo de mis padres, papá era un maestro de matemática en una universidad famosa, además de ser un físico reconocido. El aspecto de mi padre demostraba liderazgo, era de esos tipos que veías caminando por la calle y de inmediato sabías que era un hombre importante, su aspecto de piel blanca, ordenado y organizado, siempre con un buen smoking negro puesto y limpio, junto con una corbata morada que nunca reemplazaba. No permitía crecer mucho su cabello el cual era negro y grueso, lo conservaba siempre corto y con un peinado apropiado, nada de ridiculeces de adolescentes. Su barba siempre dejada de algunos días, se rasuraba una o dos veces a la semana, era un hombre alto y bien portado. Mi madre por otro lado era una bióloga muy hermosa, rubia con una altura media. Sus ojos eran azules y claros, aunque además de esto que sé no recuerdo muy bien ni su apariencia ni muchas cosas que ella hiciera. La amaba tanto. Lástima… bien, continuando conmigo… La mayoría de las ocasiones que alguno de mis dos padres se hallaba realizando su trabajo en casa, yo me acercaba a observar cada cosa que hacían, de por sí mis padres todos los días se dedicaban a infundirme conocimientos básicos, cosas de primaria, cuatro horas sin interrupción, diariamente. No me aburría eso, la verdad me gustaba aprender, era como divertirme mientras aprendía más y más a base del trabajo de mis padres y las cosas del mundo exterior que no podía ver o presenciar por mi propia cuenta. Me gustaban los juegos sobre preguntas de cultura general, cuando no me estaban enseñando mis padres, por mi propia cuenta extraía información de donde fuera que la consiguiera, la tele, leyendo libros, etc… y cada vez que tenía la oportunidad, me disponía a ver como trabajaban mis dos padres, prestando atención a cada detalle y a veces apuntándolo en una libreta para más tarde estudiarlo, no sé qué diablos me sucedía, creo que era porque no tenía muchos amigos… ahora que lo pienso no tenía ninguno. Buscaba la forma de entretenerme, y ya que no era jugando o molestando con nadie como la mayoría de los chicos a esa edad, me distraía con mis pensamientos cognitivos y aprendiendo más. Lo único que recuerdo que me sintiera mal, era aquello de que al caminar por la calle junto a mis padres, las personas me miraban desconcertadas, a veces los niños se asustaban, eso me causaba disgusto, creo que era causa del color de mis ojos, afirmo que en lo absoluto era normal un iris de ese color, mis padres al notarlo en mí, al nacer, iniciaron a hacerme pruebas para conseguir estar al tanto de las causas de mi defecto, y porque había sucedido. No lograron obtener mucho, la última conclusión fue la que ya expresé anteriormente, inconcluso en su totalidad, pero fue lo más acertado. Me lo hicieron saber cuándo ya tenía la capacidad de entenderlo, y también me dieron a conocer que no tendría una socialización normal con las demás personas a causa de ello. Sin embargo esto no impedía que yo continuara con mi vida tranquilamente.

Me encontraba a poco tiempo de entrar en una escuela por primera vez y me sentía muy ansioso, por otro lado me causaba desconsuelo ya que en todo ese tiempo había compartido buenos momentos con mis padres, ellos eran mis maestros, me ensañaban todo lo que sabía hasta ese entonces, no necesitaba nada más para sentirme feliz y tranquilo. Pasaba el tiempo y las ansias que causaba saber que ingreso a una institución educativa en aún menos tiempo, se incrementaban, solo sentía el deseo de entrar al colegio y conocer nuevas personas.

Había llegado el primer día de clases. En la mañana mi padre me despertó muy temprano, al abrir los ojos veía todo borroso y estaba muy desorientado por el sueño, miraba todo y nada ya que no prestaba atención a lo que observaba, esa era de las pocas veces que me despertaba tan temprano en toda mi vida, casi siempre abandonaba mi cama a eso de las diez y media de la mañana para desayunar y luego empezar mis estudios, análisis propios de las cosas que me interesaban e investigaciones que solicitaba al momento, en cambio, en ese instante no recordaba la razón de por qué me obligaban a dejar atrás mi preciado sueño, hasta que logré escuchar a mi padre decir algo como:

— ¡Despierta vago! Es hora de ir a la escuela.

De inmediato se abrieron e iluminaron mis ojos, de un brinco dejé la cama posando mis pies sobre el piso rápidamente, sin siquiera mirar a mi padre salí disparado fuera de la habitación para dirigirme al baño, por poco me atropello contra papá al pasar junto a él. Al llegar a la puerta de mi destino, (la cual se encontraba cerrada) me detuve un momento y me quedé estático esperando a que quien fuera que estuviera en el baño saliera pronto. Al instante se abría frente a mí la puerta, para luego notar a mi madre saliendo de allí con una especie de paleta plástica, de color blanco en la mano mientras se encontraba mirándola tal cual como si lo estuviera leyendo. Durante un momento se quedó allí, quieta en la entrada del baño detallando aquel objeto y después de un suspiro aparentemente de alegría y una semi-sonrisa en su rostro, levanto la mirada para centrarla en mí, el cual en ese momento la estaba mirando atónito pero de inmediato le correspondí la alegre mirada que ella demostraba, para luego darle buenos días acercándome a su mejilla, besándola y pedirle amablemente que me diera paso.

Ingresé al baño después de que ella se pusiera en marcha a bajar las escaleras de madera del segundo piso dirigiéndose al primer piso donde se encontraba mi padre en el salón alfombrado de la casa. Recuerdo que siempre se sentaba en el mismo sillón de terciopelo azul oscuro. Yo proseguí a meterme en la ducha y bañarme para luego salir del baño con una toalla puesta e ir a mi cuarto con el objetivo de vestirme. Todo con la felicidad que me causaba ir al colegio. Tomé solo un cuaderno y una cartuchera con colores, lápices y útiles básicos que tenía previamente organizado en mi mesa de noche ya que no creía necesitar demasiado para el primer día de clase. Corrí a la sala donde vi a mi madre llorando y sonriendo en frente a mi padre que compartía una cálida sonrisa mientras la abrazaba. Al instante en el que me notaron frente a ellos observándolos, lentamente se acercó mi padre hacia mí al instante que mi madre se sentaba en un sofá, papá me puso una mano en el hombro y se arrodillaba en frente de mí mientras me miraba a los ojos aún con su sonrisa que expresaba tranquilidad y calidez aunque aún penetrante, abrió la boca lentamente para decir una simple frase:

—Tendrás un hermano menor.

Ojos De Asesino - Diario de Un AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora