A mis 12 años de edad, era una persona extremadamente tímida, antisocial y de pocos afectos incluso con los pocos amigos que por suerte había tenido.
Siempre me costó hacer amigos en las escuelas y colegios que había asistido, lo único que conocí y que estaba cerca de ese término era mis primos que una diferencia de mi, eran personas muy carismáticas y extrovertidas, llenas de diversión como mi hermana menor. Y yo, era la oveja negra de la familia, de las múltiples maneras en que se puede interpretar, pues ellos tienen su cabello liso castaño oscuro y claro junto a una piel clara. Yo era morena y como rasgo resaltante un cabello rizado y negro tan negro como la soledad que me acompaña. Y para mi mala suerte, mis padres parecían tener el ritual de cambiar cada cinco segundos de instituto, sin embargo, nunca me explicaron ni me dieron una razón del cambio. Ellos creen que solo debo obedecer y asentir ante sus ordenes, quizás como muchos otros padres
No sería la primera en ser tratada así, por quienes debían ser las personas de mayor confianza y cariño en su vida, pero bueno, los adultos saben lo que hacen ¿No ?.
Me tarde 4 meses en hacer amigos en mi anterior colegio, y no sabía cuanto tardaría en el momento en que iba a asistir, sin embargo, no me quedaría de otra parte, no debería seguir estudiando, sino que desesperadamente ser aceptado en esta sociedad y solo un alumno ejemplar lo sería.
Envíenme a mi mejor amiga que tenia padres más modernos que los míos, pues los míos eran chapados a la antigua época de las tradiciones que no se entiende sino que se comparte. Ellos amaban tanto que se notaban, compartían y compartían un momento agradable en la familia, la mía en cambio solo podía reunirse a la hora de la merienda, aunque a veces mi padre no llegaba sino hasta las 12 de la noche ya veces se tardaba más En ocasiones, me dije una vez que él se dirigía hacia nosotras para tener una buena vida y lujos que brindar. Y no vivíamos mal, lo juro. Pero añoraba que me abrazara, me besaría en mi frente con orgullo cuando era alagada en programas por algún premio, notas que se resaltaron en el resto, que en verdad conseguí era murmullos que decían que mejoran en alguna materia donde he tenido mejor momento.
Realmente envidiaba a mi mejor amiga, era tan bella e inteligente, bondadosa, realmente una buena persona. Yo mientras tanto era una persona sin gracia, Por eso siempre me ha enviado feliz de que ella no se haya rendido conmigo, y que haya sido mi amiga aceptándome con todos los defectos que tenía. Yo era suertuda.
El día de clases llegó, estaba tan nerviosa, y cuando me vi en el espejo, observé lo que siempre me disgustaba, mi reflejo, lleno de fealdad, una persona nada atractiva, mi rostro siempre lucía serio, intimidante, frívolo y cansado, tal como me siento Lo único nuevo era el uniforme que portaba.
Cuando llegué, estaba al lado de mi madre y hermana, sin saber qué hacer y sintiéndome tan nerviosa y decaída porque el resto de las mujeres, en alguna ocasión mis futuras compañeras, lucirían hermosas y sus uniformes que resaltan sus buenos resultados inconscientemente comparándolas y notando tantas imperfecciones que posa, razón por la cual no había sido notado como mi mamá conversó animadamente con una anciana acompañada de una hermosa joven que era inteligente en el extremo, me sentí cohibida, sin saber que hacer. Hasta que nos presentamos, y mi mamá la convenció de ir a la fila de nuestro curso. Cosa que me alegro, seguro, no sé, no, no sería la única, nueva, así, menos miradas estaríamos en mi, e ignorando mi inseguridad, seguimos, notificando su longevidad, mientras que ella guiaba la conversación, yo respondía en monosílabos.
Entonces, vi, los ojos más impresionantes que nunca había tenido la fortuna de ver. Eran exquisitos, de un precioso color. Y luego te envié el deseo de ser otra persona, una palabra menos, alguien digna en quien fijarse.
Y odie mis sentimientos más que nunca.
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Tiempo atrás.
RomanceRecuerdo aquellos dulces momentos donde enviabas canciones a nuestro chat, canciones que quizá en el fondo supe que significaba cuando sucedía fingía demencia, sin querer decir o afirmar algo, pero no toda es mi culpa, lo juro. Tú siempre negaste tu...