~Follow me, BITCH~ {Frededdy} (FINALIZADA)

Cap 1

Nos conocimos de una manera algo extraña...

Caminaba con prisa por los pasillos, era el primer día de clases e iba muy tarde. Hacía media hora que las clases habían empezado.

Le di la vuelta a la esquina y entonces choqué, cayendo al suelo de golpe entre un quejido.

—¿¡Qué te pasa idiota!? ¿¡Esque no tienes vista!? —maldijo una voz grave.

Maldito anormal. Abrí los ojos aún quejándome y gruñí.

—¡Yo no soy el que estaba parado como imbécil en medio del pasillo! —respondí enojado levantándose.

—Inútil, no estaba parado en el pasillo porque quería, estoy castigado —Elevé una ceja extrañado mientras me fijaba mejor en el chico que ahora se estaba levantando.

Cabello negro largo recogido en una pequeña coleta alta, piel pálida y ojos rojo carmesí, un piercing decoraba la ceja derecha del chico...

Era Fred, lo conocía de vista por ser de los peores alumnos en cuanto a comportamiento.

—¿Castigado? Pero si solo llevamos media hora de clases —dije sorprendido. Fred se encogió de hombros.

—Me tienen manía por ser perfecto —Rodé los ojos.

—Como sea, ¿sabes dónde está la clase F? —Fred asintió, señaló con su dedo pulgar tras su espalda.

—Es esa de ahí al lado... Parece que somos vecinos de clase —responde guiñando un ojo.

—Nos vemos... Supongo —me despedí retirándome.

No tenía ni idea de que ese encuentro iba a cambiar increíblemente mi vida.

...

Fruncía el ceño mientras el azabache no dejaba de reírse de mí.

—¿¡En serio te echaron de la clase nada más entrar!? —exclamó entre risas. Rodé los ojos molesto, maldito imbécil.

—Sí, por llegar media hora tarde —murmuré.

Y las risas de Fred aumentaron.

—... No hace tanta gracia —gruñí.

—¡Claro que la hace! Tú no estás viendo tu cara de amargado —Suspiré.

En unos minutos calmé mi enfado, no me iba a servir de nada mantenerme enojado con la vida.

Mientras estaba parado no dejaba de mirar de reojo al azabache, realmente era apuesto... Ahora entendía por qué todas las chicas solían hablar de él.

Fred se apoyó en la pared relajado y sacó del bolsillo de su uniforme algo descolocado un paquete de cigarros. Elevé una ceja horrorizado.

¿¡Fumaba!?

—¿Quieres? —preguntó mientras encendía un cigarro que posaba en sus labios.

—Ni de broma —respondí algo escandalizado.

¿Qué clase de joven de dieciséis años se pone a estropear su salud fumando?