Día 5 Soulmates

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Mientras el coche avanzaba a ritmo lento entre el pesado tráfico de la ciudad, Aizawa miraba las gotas de lluvia deslizarse lentas por la ventana. Por alguna razón, al ver el agua escurrirse por el vidrio en finos y húmedos hilos contra el cielo gris de fondo no pudo evitar recordar las palabras de Mic: "No lo dejes ir Shouta, después de todo ustedes son almas gemelas"

La verdad es que las primeras veces que Aizawa escuchó ese término le pareció una excusa
idiota para aferrarse a alguien, pero ahora que no tenía a Toshinori junto a él y se sentía incompleto, sabía que no podían ni debían haberse separado. Suspiró, en la calle la gente se refugiaba de la lluvia o caminaban a prisa de allá para acá en la caótica hora en que todos salen del trabajo y quieren llegar a sus casas. Él no, no tenía quien lo esperara y le daba igual llegar ahora o más tarde.

El amable chofer que lo había llevado junto a Toshinori a las casas de sus alumnos para las visitas familiares lo dejó como última parada en un bar donde se vería con Mic y los otros maestros. La verdad es que Aizawa estaba harto, cansado de la incómoda ropa formal, de lidiar todo el día con sus alumnos y sus familias, pero sobre todo estaba harto de extrañar a Toshinori.

—¡Eraser!, que bueno que llegaste—saludó Mic, alegre y ya con el sonrojo típico del alcohol en la cara. Aizawa se sentó a su lado y tras unos breves saludos a sus compañeros de trabajo, de inmediato se dedicó a beber. Quizá así ese sentimiento apretado de vacío, de tristeza y de discusiones no resueltas se anestesiaría en la calidez del alcohol.

Para cuando All Might llegó, y en su forma normal hizo lo posible por acomodar sus largas piernas en la mesa baja donde todos estaban reunidos, Aizawa ya estaba bastante ebrio. Se saludaron apenas. "¡Oh dios, que hermoso es!" pensó el héroe borrador. Quería mandar todo al carajo y subirse en la mesa tirando los tragos de los demás hasta llegar a Toshinori y sentarse en su regazo y besarlo mientras se restregaba obscenamente en él. Sonrió un poco ante esa breve fantasía, que por supuesto se quedaría solo en eso.

Todos querían hablar con All Might, preguntarle sobre su gran pelea, felicitarlo, brindar o lo que fuera, y él, que no podía rechazar esas atenciones, respondía sus preguntas amablemente y estrechaba sus manos, pero su atención estaba del otro lado de la mesa, en Aizawa medio sonriente, aferrado a un tarro de cerveza y mirando a la nada. Mic también le había contado a él lo de las almas gemelas y Toshinori, entre emocionado y conmovido pensó que aquello describía muy bien su relación. Tan opuestos y a la vez tan complementarios, tan necesitados de compañía en sus respectivas soledades.

La noche se volvía espesa y borrosa, cálida entre los ritmos de las canciones de desamor y las cervezas. All Might no había puesto especial atención en esto hasta que todos los del bar aplaudieron y algunos empezaron a corear la canción de moda que surgió de las bocinas, inundando el lugar con su pegajosa melodía. Aizawa estaba completamente ebrio y cuando Mic lo codeó para que lo acompañara a bailar él no opuso mucha resistencia y ahora se sacudía con mucho más ritmo de lo que lo haría sobrio (si es que se animara a bailar sin ayuda del alcohol)

En la pista cada uno bailaba solo, a su ritmo y a su interpretación de la música. Toshinori no tenía ojos para nadie más, "Te ves tan hermoso, tan...delicioso" las palabras brotaron espontáneas en la mente de All Might al ver a Aizawa moviéndose bajo la luz de los reflectores, su cabello desordenado y  su camisa desabotonada. Toshinori se levantó de la mesa, algo mareado aunque no había tomado nada.

Ya había  visto a Aizawa así en otras circunstancias, sonrojado, sudando, desinhibido y alejado de su carácter estoico y serio de siempre. En la cama, ahí es donde el héroe borrador se olvidaba de todo, cuando Toshinori lo tocaba de forma tan lenta y en los lugares exactos, volviéndolo loco.

No podían seguir separados, no ahora que Toshinori había escapado de la muerte y apenas decidía que quería hacer con la vida que tenía por delante, no ahora que los ritmos de la noche les gritaban que las almas gemelas no debían separarse. Era como si no existiera nadie más, Toshinori se acercó a Aizawa en la pista y se fueron apartando hasta que el héroe borrador quedó contra la pared. El rubio tomó entonces un mechón de su largo cabello con su mano sana (la otra seguía vendada, descansando en un cabestrillo) y jaló con fuerza. Aizawa soltó un gruñido, más complacido que de queja, y cuando Toshinori le robó un beso rudo al que él correspondió con la misma pasión, ambos confirmaron que a pesar de la ternura con la se muchas veces se amaban, seguían persiguiendo esa violencia pactada y ese fuego que los excitaba a los dos.

La verdad es que la gente de la generación de Aizawa podía ser muy abierta pero tenían miedo a muchas cosas, por ofender, por quedar mal, por el qué dirá de ellos una sociedad que todo lo juzga. Toshinori, que era bastante mayor,  era diferente, y a pesar de su enorme bondad y valores, no dudaba en ser el amante dominante y protector que a veces Aizawa exigía.

Semana Erasermight 2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora