Capitulo 18

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No podía.

Era incapaz de moverme y separarme de JungKook e ir hacía mi hermano y Hermes. Mis pies se habían paralizado, y mi cuerpo se había puesto frío repentinamente, sintiendo como única fuente de calor el brazo del azabache alrededor de mi cintura. Tenía la sensación de que si me apartaba de él iba a desvanecerme, y toda la felicidad que había sentido esos días solo iba a ser un recuerdo lejano.

Tampoco era capaz de quitarle esa sonrisa de felicidad que JungKook tenía en su cara, porque sabía que en el momento que me fuera, su preocupación y su furia opacarían cualquier sentimiento positivo en su sistema. No quería que sufriera, que sintiera dolor, pero parecía que eso era lo único que iba a suceder.

En estos momentos estaba dividida entre el bien y el querer.

Y sabía que aunque mi querer fuera algo que necesitara, no era capaz de sacrificar a mi manada por mi capricho, y eso sin duda me daba una sensación agridulce. ¿Por qué Selene había condenado el destino de JungKook a una persona tan mala como yo?

Preguntas que no tenían respuestas.

Observé a YoonGi y a Hermes a la distancia, quienes hablaban con tranquilidad apartados de la multitud. Hermes se había puesto un traje y engominado su pelo castaño hacia atrás, resaltando más sus rasgos occidentales y perfectos. Aunque en verdad sus ojos color miel y atractivo no causaban en mí los mismos estragos que los ojos dorados y sonrisa encantador que JungKook tenía.

Negué con la cabeza, sabiendo que no podía retrasar lo inevitable. Puse la sonrisa más falsa y agradable que en esos momentos podía poner, sabiendo que a pesar de esa apariencia mi corazón se rompía un poco. Me puse de puntillas y di un pequeño beso en la mejilla de JungKook, captando su atención, quien hablaba con tranquilidad con su madre.

— Voy al baño, ahora vengo.

— Esta bien, estaré con NamJoon hablando sobre un par de cosas, te espero ahí. — Dijo dándome un beso en los labios y despedirse de su madre antes de caminar hacía mi amigos.

— Ayla, antes de que te vayas. — Me llamó SunHee cuando una pequeña sonrisa triste cuando vio que me giraba para irme.

— Dime, Señora Jeon.

— Sé que tu misión es clara, pero por favor, cuando vuelvas, no le ocultes nada a mi hijo, sufrirá mucho en tu ausencia.

Abrí los ojos al entender sus palabras. SunHee sabía de mi procedencia y por lo tanto de mi entrenamiento en el Olimpo. Trague saliva con mis manos temblando por el nerviosismo, sin saber muy bien qué hacer.

— ¿Cómo...?

— He vivido mucho, y se reconocer la marca de la Luna cuando la veo. Tú y tu hermano de sangre resplandeceis con el brillo de los Dioses, y eso solo dice una cosa, — explicó con una pequeña sonrisa, agarrando mis manos — mal augurio. Un mal se cierne sobre la manada, y es vuestro destino evitarla, y por ello debéis marchar a prepararos, aunque eso signifique el dolor de mi hijo durante un tiempo. JungKook es un joven dulce, pero cuando siente que el peligro acecha a las personas que quiere o su posición peligra, se vuelve una persona totalmente diferente y se que te has dado cuenta. Él está conectado espiritualmente con su lobo, y su conexión es tan profunda que muy pocas veces están separadas, por ello mi hijo tiene los ojos dorados. Él te ama, y sé que tú también lo haces aunque aún no te des cuenta, por ello te pido que cuando os volváis a ver, no guardes lo que está pasando.

— Me encantaría no hacerlo, SunHee, pero yo sigo ordenes. — Suspiré con una mueca.

— ¿Y desde cuando tú sigues las reglas?

Acepto, Chucho » jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora