Capítulo 1

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Seis, cinco, cuatro...la cuenta atrás, todos los ojos mirando con gran expectación el momento del despegue del cohete Arkady VZ-3C, el suelo vibra como si se fuese a partir la Tierra en mil pedazos, una gran nube de polvo envuelve el lugar de los hechos, ¡qué momento, qué espectáculo, qué maravilla! Los ojos muy abiertos sin pestañear, sin descansar, sin perder detalle alguno... tres, dos, uno... ¡Ah...qué alucine...! ¡increíble, impresionante, irrepetible...el cohete despega! Todo es correcto, sin fallos, perfecto, el cohete se eleva más y más, cada vez se ve más lejos, más pequeño, pero ahí sigue hacia arriba... ¡buen viaje!

Apenas había pasado una hora desde que el cohete despegó, en el viajaban tres astronautas, Adam, Berni y Dean Kraft. Se conocían desde hacía varios años, sus relaciones eran únicamente profesionales. Estaban muy emocionados con esta expedición a Marte, un sueño por fin logrado, una emoción incomparable a cualquier otra, pisar Marte y conocerlo, ver con sus propios ojos cómo es, el suelo, su arena y su aspecto, su paisaje, su color... Ésta gran hazaña significaba mucho para ellos, el mayor de los retos que pudiera tener el hombre, ser protagonistas y testigos de que el ser humano ha viajado y pisado el planeta rojo, contar al mundo entero lo que allí vieron y vivieron sin dejarse un solo detalle olvidado.

Una vez terminado el examen de control y estado del cohete, un fuerte movimiento les sacudió y aterrorizados y sin preguntarse entre ellos qué sería aquello, sabían perfectamente que algo no iba bien, los tres estaban muy asustados y Adam mostraba una actitud muy enfadada.

Adam, era el tipo de hombre al que si algo se turbara o torciese en su camino, en su día a día, se enfurecía bastante, mas no tardaba mucho en recapacitar y calmarse, solía guardar silencio unos segundos y respirar hondo, pero en este caso no funcionó, -¡mierda! -dijo Adam dando un puñetazo a la mesa de mandos-, gritó con una voz aguda, muy aguda, demasiado aguda para ser un hombre, y al escuchar el grito Berni y Dean Kraft solo podían reírse, no podían evitarlo, una risa nerviosa y contagiosa que no podían detenerla fácilmente, les hacía mucha gracia esa voz tan sumamente aguda.

De nuevo notaron otra sacudida aún más fuerte que la primera, Adam tomó la palabra de nuevo y dijo... -no puede ser posible, mi gran ilusión, mi sueño tan deseado y ahora todo se desvanece...los dos compañeros guardaron silencio tras oír a Adam, un silencio que tan solo duró tres segundos ¡y volvieron a reírse! sabían de sobra que ese viaje no tendría retorno y aun así ellos optaron por reírse, que lo último que hicieran fuese eso, reírse. A toda prisa y sin tiempo que perder, comprobaron si había daños y efectivamente los había, la pieza del estabilizador y la tobera estaban mal ajustadas y casi todos los tornillos partidos, el propulsor J-2 y el reservario de hidrógeno líquido sufrieron varios daños, también había un fallo en la cámara y los gases se escapaban, había un desequilibrio enorme, la presión que debiera ejercerse en las paredes laterales no producían fuerza y todo se tambaleaba. Ante aquella temeraria y terrible situación los tres astronautas decidieron usar el paracaídas especial para casos extremos y abandonar el módulo de mando siendo conscientes de no tener éxito alguno de sobrevivir.

Aquel viaje, aquella experiencia no finalizada quedó pendiente como próxima asignatura en el futuro, en un futuro en el que la tecnología ya avanzada, estudiada, y demostrada, brinde la oportunidad al conocimiento y estudio de lo desconocido.

Berni, Adam y Dean Kraft cayeron en aguas americanas, sobrevivieron a aquel desastre. Hoy se ríen los tres a carcajadas...   

Humanos a MarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora