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La voz indiferente de Lan WangJi lo devolvió a éste mundo. No supo cómo, se encontraban nuevamente frente a las grandes puertas que conducían al cuarto de Lan WangJi, el último lugar donde había estado. Quiso preguntar por qué no podía ir a su propio cuarto - al lado de aquel - pero la expresión de su acompañante era tan siniestra que se abstuvo de abrir la boca. Ingresó en el cuarto iluminado. Estaba exactamente igual a como lo recordaba, y se preguntó si realmente había vagado tanto como había pensado en un primer momento.

—¿Cuánto tiempo estuve fuera? Parecieron horas, gracias por rescatarme, Han Guang Jun.

—¿Qué hacías con él?


Había agarrado la botella de licor que había dejado atrás; fingió demorar en servirse una copa. La bebió y se sirvió otra, y otra más. Sus labios, al igual que su garganta ardían intensamente. Aunque el aroma del licor le embriagaba y le reconfortaba, aquel perfume masculino seguía inundando sus fosas nasales como si de un veneno se tratase, imposible de quitar.

Ignoró la pregunta deliberadamente porque una explicación iba a llevar a la otra, y realmente no tenía deseos de contarle a Lan WangJi cómo sus labios habían terminado en esa condición deplorable. Recordó con ironía que no era la primera ocasión en la que aquello le sucedía. Hacía ya mucho tiempo que lo había dejado atrás; en aquella oportunidad, el beso también había sido robado y bastante intenso, sólo que no había podido conocer a su autor material.

—Deja de beber.

—Tiene buen sabor, Han Guang Jun. Deberías probarlo.

—Deja de llamarme así.

—¿Eh? ¿No es así como todo el mundo te conoce?


Sabía que aquello había sido sólo una verdad a medias. Volteó finalmente hacia Lan WangJi, aún con la botella de licor en sus manos. Lan WangJi no se había movido de su posición al lado de la puerta desde que habían ingresado; incluso parecía tieso en su sitio, nervioso. Wei Wu Xian frunció el ceño y entrecerró los ojos en su dirección, estudiándolo. Si tuviese que adivinar, diría que no estaba controlando bien sus emociones debajo de aquella capa de fría indiferencia que solía llevar. Así que no se había vuelto más flexible, después de todo...

Sólo había comenzado a nombrarlo como el Portador de Luz desde que había regresado a la vida. Con anterioridad, se había cansado de gastar su nombre de nacimiento, irritándolo hasta el cansancio. Ahora había decidido cambiar de actitud, no porque hubiese dejado atrás sus deseos por incordiarlo, sino porque parecía que la aparente distancia que él mismo había marcado entre ellos afectaba a Lan WangJi, y Wei Wu Xian había esperado el momento en el cual lo dejara entrever.

Se miraron largo rato. No sabía si habían pasado segundos o minutos enteros sin decir una palabra. Wei Ying vio como poco a poco Lan WangJi perdía el control de sus emociones; sus puños se apretaban y relajaban alternativamente, su ceño se fruncía sutilmente en una expresión de frustración y sus labios de vez en cuando se apretaban como si intentaran callar lo que su corazón quería expulsarle, escupirle en el rostro.

Aquel choque de emociones, de haberse atrevido a exteriorizar su descontento por la distancia y al mismo tiempo no querer dar explicaciones por ello provocaron cierta ternura en Wei Wu Xian. Se acercó con paso despreocupado en su dirección, sólo deteniéndose a una corta distancia. Sirvió un poco más de licor en su pequeña copa, ofreciéndosela como una ofrenda de paz.

— De verdad, está bueno.


Lo había susurrado, casi como si temiera que levantar demasiado la voz rompiera aquella extraña atmósfera que se había creado en torno a ellos dos. Lan WangJi observó detenidamente la copa que le ofrecía como si se tratase de veneno. Finalmente, cuando Wei Wu Xian pensó que ya no la tomaría, el más alto extendió la mano y tomó la copa; sus dedos se rozaron deliberadamente, y Wei Ying sintió frío cuando éstos abandonaron su piel.

Desobediencia [WangXian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora