Él seguía siendo
lo más bonito
que podía ver al despertar
por las mañanas.
Pero ya no estaba...
Eran sus brazos
los únicos capaces de rodearme
cuando lloraba.
Pero ya no estaban...
Era el silencio
que dejaba si se iba
y vacío que sentía
cuando no tenía sus besos.
Que ya... tampoco estaban.