Capitulo. 27

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POCHÉ

La felicidad que sentía era indescriptible, no me cabía en el pecho, Calle había rechazado a Mario sin más que decir, ama a esa Calle.

- A donde quieres ir a almorzar mi amor?

- Que te pasa? Y esa cara de estúpida? - Preguntó e instantáneamente solté una risita y en su rostro se dibujó una sonrisa - vayamos a casa preparare algo - Dijo y yo negué

- Calle te juro que si vamos a casa no querré comer comida - La mire, sus mejillas se tornaron de un rojo carmesí, bajo su cabeza y atrapo su labio entre sus dientes.

Cada vez que ella hacia eso la temperatura de mi cuerpo se iba a tope, solamente ella lograba eso en mi sus facciones eran tan angelicales y ni hablar de su perfecto y trabajado cuerpo, era la mujer perfecta, detuve el auto ya que se encontraba uno de eso semáforos que odiaba tanto, pero en este momento le agradecí por tener la luz roja encendida, desabroché el cinturón de seguridad y eso llamó la atención de la morena que enseguida frunció en ceño.

- Que carajos haces Poché?- Preguntó y yo solté una risita.

- Algo que tengo muchas ganas de hacer desde hace horas - Respondí con la voz un poco ronca

- Estás lo...

Sus palabras fueron interrumpidas por mis labios que comenzaron a moverse con frenesí en los de ella, no tardó en reaccionar y rodeó sus brazos en mi cintura.

Sus labios se movían en sintonía con los míos, su lengua no dudó en entrar en mi boca que chocó con la mía haciéndome estremecer, sus manos comenzaron a deslizarse por debajo de mi hodie, sonreí aún en sus labios y aproveché para succionar su labio inferior, soltó un suspiro y lentamente solté su labio, nos separamos un poco pero ella dirigió su rostro a mi cuello, mordí mi labio y no pude evitar sonreír, por fin, Daniela había tomado la iniciativa, sus succiones hacían que soltara leves jadeos que intentaba reprimir mordiendo mis labios, sus manos seguían recorriendo mi cintura cuando escuché una maldita bocina de un auto que se encontraba justo detrás de nosotras.

Inmediatamente Calle dejó de besarme y maldecí haciendo que soltara una risita, me puse el cinturón de seguridad nuevamente y presioné el acelerador del coche haciendo que este hiciera su sonido ensordecedor.

- Muero de hambre, a donde me vas a llevar bebé? -  Habló Calle poniendo una de sus manos en mi muslo para así empezar a hacer leves caricias, mire su mano y luego a ella, sabía bien lo que provocaba en mí.

Desvíe mi mirada fijándola en el retrovisor, observé mi reflejo en donde claramente se podían observar unas marcas, Calle sí que sabía marcar territorio.

- Vaya si que tiene hambre Señorita - Entendió a lo que me refería y observo lo que había echo.

-Vez, tengo mucha hambre, vamos a un lugar a comer! Por favor! - Elevó su voz en un tono gracioso.

- O a comernos? - La observe desde el retrovisor, negó con su cabeza y dio una leve palmada en mi muslo recibiendo una queja mía.

- Ya Poché, es enserio tengo hambre - Hizo un puchero - ALIMÉNTAME! - Gritó. yo solo reía

- Bien, ya voy, no hay necesidad de gritar.

- Si no me alimentas seguiré gritando.

- Okay, tranquila señorita hambrienta, que quieres comer? - Pregunte deteniéndome en otro semáforo, la mire y negó.

- Pasta - Hizo una pausa - Con MUCHO queso! Por favor - Solté una carcajada y asentí.

Nos encontrábamos en el estacionamiento de aquel establecimiento donde en letras luminosas se podía leer "La Provincia" ese era el nombre del lugar donde almorzaríamos, era uno de los restaurantes más conocidos de aquí, es elegante, el servicio es demasiado bueno y no hablemos de los platillos son exquisitamente deliciosos, solo de imaginármelos sentía mi boca salivar, aunque era un día normal el lugar estaba algo lleno, ni siquiera habíamos llegado a la entrada principal del restaurante pero por la cantidad de carros que nos rodeaban era casi seguro que el lugar estaría mayormente lleno, caminamos hacia la entrada, donde un chico sonriente nos esperaba para abrir cortésmente la puerta y darnos una bienvenida.

Por que tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora