Bienvenidos.

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Stockbridge es un pueblo pequeño, con pequeñas familias perfectas: Amas de casa asombrosas, hijas recatadas, hijos estudiosos, padres de familia trabajadores. Los vecinos cuidan de sus jardines alegremente y luego, en la intimidad de sus hogares comentan a detalles definidos el último escándalo de aquel pueblo abandonado por la mano de Dios.

El viento corre libre entre los árboles y besa los pálidos rostros de aquellos chicos que inician en la flor de la juventud. Existen dos lados en aquella ciudad, el precioso lado Norte lleno de casas extraordinariamente grandes, con arcos altos, enormes ventanales y fachadas preciosas. También está el lado sur donde en cada esquina hay alguien ofreciéndote alguna sustancia de dudosa procedencia y una preciosa chica podría hacerte ver las estrellas a un precio razonable.

El verano había terminado y nuestros trágicos amantes entrarían a su último año de preparatoria. El único dato importante que se debe conocer sobre Víctor y Laira es que su relación era por demás tormentosa.

<<Idiota ¿Ya compraste el alcohol para esta noche?>> Texteaba nuestro adorado Víctor desde la mansión La Rue a uno de sus dos mejores amigos, Ross, mientras esperaba a que su novia terminara de cambiarse para poder llevarla a casa por su mochila y luego a la escuela. ---El azul--- dijo el chico una vez que se había dignado a levantar la vista de su teléfono para responder la pregunta de la preciosa Laira que frente al espejo sostenía los dos vestidos de forma ansiosa he intentaba decidir cuál era más adecuado para el primer día del año.

Uno era azul marino, por arriba de la rodilla, de vaporosa tela hecho a la medida, regalo de Víctor mientras el otro era de un rosa tan pálido que parecía casi blanco, apenas un centímetro más bajo que el otro, elegido por ella misma de una de las tiendas de la ciudad. Como siempre hizo caso a Víctor y portó el precioso vestido azul; pero es que Víctor sin duda alguna sabía lo que hacía. A Laira cualquier azul le quedaba perfecto, hacía que su sedoso y esponjoso cabello de muñeca se viera incluso aún más dorado, que sus ojos se vieran más azules, su piel más pálida y en aquel corte su figura resaltaba mucho más. Laira era un premio que Víctor paseaba por toda la escuela y como tal lo pulía a diario.

---¿Qué tal si llegamos un poco más tarde hoy?--- Susurró el chico cerca de aquella bendita curva que formaba el cuello de su novia. Víctor La Rue como buen adolescente quería tener todo el día las manos sobre su chica y cuando no era posible, sobre cualquier otra. La hermosa muñeca rió con su encantadora voz y antes de ponerse el vestido, tuvieron una corta pero no por eso menos interesante sesión de besos en la habitación del muchacho.

<<Sólo debes traer tu asqueroso trasero aquí, La Rue y unos cuantos dulces>> Respondió Ross Lee desde la cocina de la blanquísima y ridículamente grande casa Lee. ---Nana, podrías por favor decirle a Theodore que yo también voy a desayunar--- El asiático habló con fingido odio antes de darle un empujón al muchacho que devoraba casi sin respirar todo el tocino que había sido servido en los dos platos. ---Nana, podrías decirle a Ross que los invitados siempre son atendidos primero--- Contestó en el mismo tono el chico, apoderándose una vez más del tocino mientras la anciana mujer reía por aquella escena repetida día tras día.

Ross de un golpe le quitó el resto del tocino al chico y Theo amenazó con hacer una rabieta si no se le devolvía de inmediato. Theodore Nott era un enorme muchacho, alto, de espalda ancha y atlético, de rostro bastante atractivo, cualquiera que lo viera diría que era todo un rompe corazones y un chico bastante experimentado pero eso estaba bastante fuera de la realidad. El matrimonio Nott había tenido a un único retoño y como era de esperarse de los chicos del lado Norte, había crecido extraordinariamente mimado y caprichoso. Entonces, el apuesto y galante Nott era, a sus diecisiete años un pequeño niño caprichoso que apenas había tenido contacto alguno con el sexo opuesto y que de no ser por sus dos queridos amigos, Víctor y Ross estaría probablemente en uno de los últimos escalones de la pirámide de popularidad tan estúpidamente esencial en los tiempos escolares, por lo cual, ya se encontraba haciendo un extraordinario berrinche mientras Ross en una conducta muy parecida se regocijaba por haberse comido el último trozo de aquel suculento y grasiento manjar.

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⏰ Last updated: Dec 09, 2018 ⏰

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