Crónicas de un taciturno
No recuerdo exactamente si fue en marzo o en abril, solo puedo asegurar que mis pupilas se dilatan y se congelan mis huesos de solo pensar que estoy por contar esta historia. Fueron días muy largos, me estaba deteriorando a pasos agigantados, estuve ensimismado durante semanas, con una larga rutina de protagonista, muy lejos de irradiar felicidad al ver los rayos del sol desde la ventana de mi cuarto cada mañana.
Trabajar, estudiar, fingir, sonreír, poco sentir. Acciones repetitivas que se habían vuelto el guion de esta obra teatral de mala muerte que solo podía entretener a la vaga audiencia que aún se esforzaba por darme los buenos días.
Sentía pasiones desenfrenadas, días largos y cortos, una rutina marcada, y para variar la historia, había días en donde podría jurar que mi alma quería salir y dar un paseo solo por el mero capricho de explorar nuevos horizontes. Debo admitir que tantas emociones se estaban saliendo de control, intentaré recordar a la mayor brevedad ese día en particular, eran cerca de las 10:00 pm mientras miraba el cielo y observaba la poca luz que emitía la luna, me dirigía a las 4 paredes que en algún momento llamé hogar, la ciudad se había quedado a oscuras. Vi muchos rostros desorientados, el panorama no era nada alentador para aquellos que no estaban acostumbrados a caminar en la oscuridad, la luz era tan tenue que solo aquellos acostumbrados a ir por las calles deambulando sin temor a que su propia sombra los traicione pudieron encontrar su rumbo, encontrar realmente su destino. Intenté perderme a propósito, hacerme el desorientado, fingir por un segundo que no sabía caminar a ciegas, fue en vano. La soledad me acompañaba, me servía de guía, combinaba perfectamente con mi forma apacible de caminar. Recuerdo haber dado algunos pasos, oscuridad producía en mi cuerpo un sentimiento de antaño del cual supe que estaba totalmente orientado, me fue fácil caminar a ciegas.
Seguí caminando mientras sentía que con cada paso que daba me estaba congelando, fue como romper el hielo, o más bien sentir que el abrumador frío me partía en dos mientras quedé paralizado en la mitad de la avenida. sentí como los ojos de algo que no pude distinguir con facilidad se posaron únicamente en mi silueta, con asedio observaba cada uno de mis movimientos, detenidamente como un cazador esperando a su presa. Mis latidos aumentaron sin razón alguna, mis pasos se hicieron lentos, por primera vez sentía miedo aun estando en la oscuridad. La silueta salió de las sombras y una voz femenina me susurró al oído mientras yo aún seguía inmóvil "Hoy por fin me conocerás", quizás la noche era muy joven como para iniciar esta historia.
Como pude llegué a casa, saludé a todos como de costumbre, fingí hacer mis deberes, fingí ser el mismo de siempre, él que con una sonrisa falsa agradaba a otros, él que ayudaba desinteresadamente mientras se caía a pedazos, me había vuelto un excelente actor, nadie sospechaba nada. Nadie tenía ni idea que el mundo a través de mis ojos se había vuelto gris, ¿Seré daltónico? Todo a mi alrededor se veía más opaco. Acepté mi realidad. Viviendo y por dentro muerto, hasta un ciego podía verlo. Estaba enredado en las sombras de una profunda soledad que me carcomía, llegué a estar en medio de fiestas familiares, habitaciones llenas de personas sonrientes y nada cambiaba, por siempre solitario. No siempre fue así, tenía una compañía por la que sentía admiración. La luz de la luna podía cambiar mi realidad, era liberador sentir el silencio de la madrugada, agarrar mi lápiz y un papel y empezar a escribir verdades irrefutables, una de tantas que confesaré en las siguientes líneas. ¿Para qué mentirme a mí mismo?, ya era una batalla que se veía perdida a lo lejos, mi poco interés por las personas combinaba perfectamente con mis ganas casi nulas de intentarlo otra vez más. Esta historia llevaba una sola firma y era el perfecto texto, quizás el escrito de un alma en pena que solo contaba segundos, momentos, minutos quizás para dar fin a tan larga agonía, mis parpados se hicieron pesados, mis ojos se cerraron e intenté estar en reposo, en medio de estar dormido o quizás despierto, en medio de estar con vida o quizás muerto en medio de querer escapar de mi realidad, en medio de querer sentirme con vida nuevamente.
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Crónicas de un taciturno
Science FictionLa rutina, la soledad, y las ganas de estar frente a frente con la muerte hicieron posible que la realidad y la ficción se unieran en un matrimonio indisoluble que dió origen a esta breve historia.