En ese momento no sabía qué hacer, si salir de allí, si irme con las chicas, si suicidarme... en fin, el caso es que después de quedarme parada unos momentos en el sitio pensando decidí salir e irme a casa, para contárselo a mi madre y dormir para descansar, evadirme y olvidarme de todo.
Mientras caminaba por esa calle me sentía sin fuerzas, estaba física, emocional y psicológicamente agotada, no tenía ganas de hacer nada y no sé por qué la velocidad en mis pasos redujo, casi no avanzaba al dar un paso, así llegaría a mi casa en 30 minutos, pero no me importaba, ya no me importaba absolutamente nada. Estuve pensando en la opción de quitarme la vida, no sufriría, no sentiría nada. Si siguiera viviendo la gente se metería conmigo, incluso me pegarían, sería un sufrimiento continuo, el que finalmente no aguantaría. Para desahogarme, antes de llegar a mi casa, decidí llamar a mi madre y contarle todo. Entonces cogí el móvil y marqué el número de mi madre mientras me temblaban las manos, no sé si fue por el frío o por atreverme a salir del armario.
-Hola, mamá.- Le saludé con voz temblona.
-Hola hija, ¿no es muy temprano para que ya me estés llamando?-Me preguntó extrañada, antes de que pudiera empezar a explicarle todo.
-Sí, lo es, pero ha pasado algo, es que...-Entonces me interrumpe.
-¿Qué ha pasado?, ¿te encuentras bien?, ¿quieres que te recoja?-Me interroga demasiado preocupada.
-Antes de contestarte, voy a hacerte yo una pregunta; ¿qué piensas de la homosexualidad?
-No es natural, lo respeto, pero a mí que no se me acerque ninguno, ¿algunas de tus amigas es lesbiana? No quiero que te juntes con ellas, te lo vaya a pegar.-Me contestó produciéndome un cosquilleo alrededor de mi torso, creándome un miedo aterrador por el rechazo que mi madre me daría si se lo cuento.
"¿Qué hago, pensé?" Me sentía acorralada, como si alguien me estuviera apuntando con una pistola en una habitación sin salida. La sensación que sentía era de rechazo de todo el mundo. Antes pensaba que mis amigas no me querrían, pero ahora... ¿mi familia?
-Mia, ¿te encuentras ahí? Vaya... parece que se ha cortado.-Habla a través del teléfono, sin encontrar respuesta por mi parte.
No me atrevo a contestar, mi mente se queda en blanco, mientras una lágrima cae bajando de mis pómulos hasta la barbilla lentamente. "¿Y si le cuelgo?" Pensé, "no creo que se extrañe mucho, pensara que se ha colgado y ya está". Seguí pensando en busca de una solución desesperada. No lo pensé más, así que colgué.
Mientras andaba lentamente rumbo a mi casa pensaba en el pensamiento atrasado de tanta gente, ¿cómo en 2016 la gente puede pensar en lo que no se permite y lo que sí en cuanto a amar a alguien? No era capaz de comprenderlo. Por un momento se me pasó por la cabeza que si tanta gente piensa igual menos yo, a lo mejor soy yo la que me equivoco. Si soy yo la rara, no debería intentar que la gente pensara igual que yo, debería dejarme y pensar igual que ellos, lo mismo, funciona.
Noté mi móvil vibrar a través de mi bolsillo y paré en seco. Qué extraña sensación la que noté al saber que a mi móvil le había llegado un mensaje, y no, no era una sensación de alivio, era de temor, no sabía si Celia publicaría lo que soy, ni cómo lo haría, pero tenía la sensación de que era eso mismo.
Esperé unos segundos antes de encender la pantalla, y me llegó otro mensaje, otro, otro, otro... de repente me di envuelta en más de 100 mensajes y todos eran sobre lo que esperaba. No era capaz de creer cómo en apenas 10 minutos mi vida había cambiado por completo, mi familia me odiaba, mis amigos me odiaban, todo el mundo que conocí a través de Internet me odiaban y los chicos de mi clase también me odiaban.
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Soy Mia
Teen FictionSi queréis saber los últimos 2 días de mi vida, esta es la historia que buscáis.