Le debút

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Era un martes por la noche, semana de exámenes y clima frío. Loana se encontraba en su habitación repasando los apuntes de matemáticas, se diría que le iba más que excelente en esa asignatura pero eso para ella no era suficiente.
Con una taza de café a un lado, sentada en su escritorio ella leía las notas en su cuaderno tratando de memorizar algo. Su playlist de música relajante sonaba de fondo junto a la pequeña llovizna que recién empezaba.
Repetía en su mente las fórmulas y los procedimientos las veces que fuera necesario.
Fuera hacía un frío azotador, el invierno anunciaba su llegada a Alemania bajando la temperatura unos tantos grados.
Ese era su clima preferido; sólo estaría ella y sus notas de estudio. No por nada era la primera de todas las clases, se todos los clubes escolares, equipos de deportes femeninos y demás cosa que se atribuyera. Ésta era la razón por la que era la predilecta de sus padres, incluso de sus amigos; siempre perfecta. Y si no lo era, al menos pretendía serlo. Eso se les daba más que bien.
Se dió un pequeño descanso para masajear su sien.

"Lo que daría por un masaje de Anne", pensó.

Dió un sorbo a su café y continuó en su estudio.
Con el cabello lacio en una pulcra cola de caballo, aparentaba mucha más edad. A sus diecisiete era más madura que los de su clase, incluso más que su hermana gemela.
Ella y su hermana, Yvonne, compartían el mismo físico; piel blanca porcelana, sin ninguna imperfección. Cejas perfectas y pobladas. Ojos almendrados de color verde esmeralda y pestañas espesas, rizadas y largas. Labios en forma de corazón, rosados y jugosos. Esbeltas y delgadas, con las proporciones perfectas para ser modelos de Victoria's Secret's. Cabello color castaño claro y saludable.
Vamos, que no le tenían que envidiar nada a Adriana Lima.
Pero los que no compartían era el carácter, la forma de ser y sobre todo sus gustos.
Mientras que Loana tenía un estilo más preppy y girly, Yvonne se inclinaba más a lo grunge y rockero.
Ésta última, por el contrario, se encontraba en su habitación arreglándose como de costumbre para una fiesta de el primo de un amigo. Mientras se aplicaba su usual labial color cereza trataba de esconder una sonrisa que se le formaba al pensar lo que harían sus padres cuando se dieran cuenta que había escapado, como casi todas las noches. No importaba si era día de escuela, semana de exámenes o incluso si había un frío mortal, eso no sería excusa para quedarse en casa.
Ella tenía claro lo que quería y eso era no ser como su hermana, "doña perfecta".
Así que, se miró al espejo por última vez; traía un vestido de satín color verde esmeralda que le llegaba a los muslos, tan corto como para dejar querer ver más y sus botas de tacón alto arriba de la rodilla. Por supuesto que todos la voltearian a ver. Con su cabello largo en ondas definitivamente no lucia para nada como Lo. Y eso es lo que le encantaba.

-Perfecto- sonrió a su reflejo y actos seguido empezó a acomodar su cama, de tal forma que las almohadillas lucieran como si ella estuviese durmiendo.

Apagó la luz de su habitación y bajó a hurtadillas la escalera, llegando hacia la puerta principal. Echó una última mirada y salió lo más rápido posible.
A una cuadra le esperaba Brook, su amigo y amante, en su deportivo blanco perla.
Al subir al auto le saludó con un apasionado beso y unas risas de por medio.

-Es hora de irnos- sonrió y se puso el cinturón de seguridad.

Il n'y a pas de fumée sans feu  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora