Yoongi

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Recuerdo esa noche, llovía a cántaros, el limpiaparabrisas delantero no era lo suficientemente fuerte para limpiar las pesadas gotas que chocaban contra el vidrio. El camino por la montaña se notaba resbaladizo, temía cada segundo en caer. Quería apresurarme, llegar a casa de mis padres lo más rápido posible, pero no podía. Era hacerlo y arriesgar mí vida, o mantenerme paciente hasta llegar. Mí celular sonó incontables veces. Sabía que era tu número, brillaba y por el reflejo del vidrio leía tu nombre en él. Agh, si tan sólo hubiese atendido, si tan solo lo hubiese hecho, tal vez nos hubiésemos despedido bien.
Recuerdo que tuve que parar a cargar gasolina cerca de la casa de mis padres, quedaba a unas cuántas cuadras de aquí.
Finalmente cogí el teléfono.
De las incontables veces que llamaste, tuve que contestar esa. Recuerdo el "Hyung" salir por tu boca luego de un suspiro. Eso, y finalmente el fuerte ruido del choque. Se me fue el alma del cuerpo. Tu llamada me heló la sangre, y mi cuerpo amenazaba con desplomarse. No me sentía vivo, me imaginé en tu lugar. Ha de ser horrible tenerme de Hyung, ¿A qué sí? No sirvo ni para ayudar a mis donsaengs. Como pude, subí nuevamente al auto. Se sentía tan frío, demasiado. Sentí una ligera brisa correr tras mi nuca. Temí ahuyentarla porque sabía de qué se trataba. Hasta de eso me quería aferrar.
Lamentablemente llegué a casa de mis padres en un estado deplorable. Hubiese preferido estar con toda la cara hinchada de tanto llorar, intentando que mis mocos no se deslicen por mí nariz, pero me fue imposible llorar. Sentía mí mirada perdida. Cuando entré, mis padres me tendieron una toalla para poder secar mí cabeza y ropa, la cual se encontraba empapada. No tengo la menor idea de cuando sucedió.
No pude contarles, tan sólo me limité a decirles que me encontraba muy cansado debido al viaje y el estrés del trabajo. Entendieron, y luego subí a mí vieja habitación.
Mirase a dónde mirase te podía encontrar a ti. Cada detalle de esta agobiante habitación me recuerda a ti. Cada vez siento que se hace más pequeña, claramente eras tú quien la hacía lucir la grande.
Tomo mí teléfono y busco los contactos de los otros miembros. Cada uno viajó en solitario para celebrar las fiestas con sus familiares, así que tuve que llamar a uno por uno.
No les mencioné nada, pero les mentí diciendo que recibiría un mensaje tuyo ni bien llegases allí, y que ya había pasado mucho tiempo; si nadie se había comunicado contigo.
No fue así, nadie sabía de ti.
Tuve mucho miedo por un momento, tan grande fue que por un momento pensé en tomar nuevamente las llaves del auto y conducir hasta tu ciudad. No podía. Estábamos a muchos kilómetros de distancia.
Intenté llamar a nuestro productor ejecutivo, pero no respondía mis llamadas.
Me siento inútil y desesperado. Reviso en internet las noticias si en algún lado dice algo. Nada. Ya no hay nada más que pueda hacer. Siento el frío de mí habitación chocar contra mis lágrimas, corren una detrás de otra sobre mis mejillas, llegando hasta la punta de mí nariz, en donde aterrizan sobre mis pies. Me duele hasta sentarme con las piernas flexionadas debajo de mí, porque solo me trae la vieja imagen de tu pequeño rostro intentando girarte para mirarme. ¿Las recuerdas? Esas tardes que solíamos pasar abrazados por horas sin preocupaciones. Cuando te sentabas sobre mis piernas en invierno a apreciar la nieve caer por la ventana, mientras yo solo veía tus despeinados cabellos oscuros.
Esta cama me trae recuerdos.
Mientras la observo, tengo la ocurrencia de olerla, tal vez, tu escencia aún sigue aquí. Lo hago, y lamentablemente no es así. Abro la galería de mí celular, y observo todas las fotos que tengo de ti durmiendo sobre ella. Tu boquita abierta, con tus rosados labios entreabiertos, dejando ver tus dientes. Tus ojos cerrados y tú lacio y corto pelo cayendo sobre tu cara. Quiero acariciar a la persona que se encuentra detrás de esta foto, pero lamentablemente ya no estás.
Me acuesto en la cama y me quedo dormido abrazando la almohada, intentando encontrar un poco de tu calor.

Por la mañana todo sigue igual, demasiado frío, demasiado oscuro. Puedo notar que mí celular está vibrando por las notificaciones. Las veo y son mensajes de nuestro grupo. Todos hablan de ti, sobre que escucharon un rumor, sobre que ya saben quién fue el culpable. No quise abrir los mensajes privados, porque sabía lo que la mayoría decían. "Lo siento mucho por tu pérdida, él era una persona increíble". Sí, lo eras. Y sí, temía recibir ese mensaje por parte de alguno de los miembros. Pero así fue, lamentablemente, lo recibí de dos personas.
El próximo fue Taehyung, quien no solo me mandó un mensaje, sino también cuando terminé de leerlo, me llamó. Ya que él aún estaba en Daegu vendría a mí casa, que no me preocupe, luego podríamos hablar. ¿Hablar de qué? ¿De qué tan roto está mí corazón? Debido al dolor ya no puedo hablar. Ni siquiera un monosílabo. Hubiese sido conveniente decirle a Taehyung que no, pero fue imposible.
Jimin fue el siguiente, escribiéndome un texto enorme. Puedo notar en cada una de las palabras escritas su dolor, y lo entiendo más que nadie. Las últimas palabras de su mensaje eran inentendibles, al parecer las lágrimas lo cegaron y mojaron su táctil teclado, escribiendo letras y palabras erróneas.
Tal vez todos se enojen conmigo por no contestarles, pero no me veo capaz de hacerlo.
A las horas siento unos fuertes pasos caminar hasta mí puerta y una mano golpearla. Taehyung había llegado.
En sus manos traía una caja con una porción de pastel, y arriba de esta, una caja con dos vasos de café comprados en un mercado.
Le intento sonreír para agradecerle, pero termino asintiendo con la cabeza. Ustedes dos eran quien más me conocían. Se acerca a los pies de mí cama, dejando sus compras por un costado y se acuesta a mí lado. Seguía con sus zapatos puestos, pero luego de tirarlos a quien sabe dónde se mete entre las sábanas conmigo y me abraza. Tal vez era esto lo único que necesitaba, un abrazo. No un mensaje diciéndome que tan triste era la noticia.
Taehyung se quedó conmigo un rato así, en silencio. Después de un momento habló, diciéndome que los padres de nuestro compañero se habían comunicado con él, le habían dicho que harían una ceremonia en su honor, y que todos los demás miembros podían asistir. No le contesté nada, y me dijo que los padres de él habían aceptado entregarle las cenizas a la persona que más lo amó, a mí. Realmente no quería pensar en eso. Le dije a Taehyung que quería descansar un poco más, y que no me molestaba que él se quede conmigo, a lo que accedió quitándose su abrigo antes de volver a acostarse a mí lado. Me atrapó con su brazo derecho en un abrazo, mientras que su mano derecha limpiaba las lágrimas que caían inconcientemente de mis ojos. Acarició mi cabeza, para finalmente caer dormido en paz.
En mí sueño pude recordarte. Recordé esas veces que te acompañaba hasta tarde en el salón, observándote practicar y practicar. En segundos mí mente reprodujo una escena en donde podía apreciar todo lo que habías crecido, tu delgado cuerpo, tu redonda cara, tus pasos de baile, tu voz, tu manera de pensar.
Luego recordé cuando te quedabas dormido apoyando tu cabeza sobre mis piernas mientras trabajaba en el estudio, produciendo canciones sólo para ti y que nunca verían la luz, siendo nuestro pequeño gran secreto. Recuerdo todas las fotos instantáneas que tanto Seokjin como Jimin nos regalaban, en las cuales ambos estábamos dormidos, abrazándonos. Recuerdo cuánto nos divertíamos cuando grabábamos un vídeo musical, cuando, gracias a la empresa, podíamos actuar sin fingir sobre nuestra relación. Recuerdo los dibujos que solías hacerme, y los videos que solías filmar. Recuerdo tus manos guiando mí cintura, ayudándome a mejorar los pasos de las coreografías. Recuerdo tu bella sonrisa y cada uno de tus lunares, cada detalle de ti, que no volveré a ver y extrañaré, guardando cada recuerdo de ti en mí corazón.
Los días continuaron, Taehyung me acompañó en cada momento. Pude notar como se forzaba a ser fuerte por mí, pero le era imposible, por las noches podía escuchar sus sollozos que corrían debajo de la puerta del baño. Ambos nos conteníamos el uno con el otro. A pesar de que Taehyung no tuvo la misma relación que tuve yo contigo, estaba dolido porque tú eras su mejor amigo, como un hermano.
Esa tarde ambos fuimos juntos a tu velorio.
Allí se encontraban los demás miembros, habían viajado hasta aquí. Tu familia, el staff de la empresa también se encontraba allí, amigos un poco más cercanos, miembros de otros grupos música. Todos estaban allí, en un ambiente tan frío y deprimente, que me partía el alma. Todos levantaron la vista cuando me vieron entrar. Estaba claro que nosotros nunca habíamos confesado nada sobre nuestra relación, pero todo el mundo tiene ojos y veía el trato que teníamos. Era obvio. Tus padres me abrazaron, mientras tú madre rompía en llanto. Sobe su espalda con mí mano para darle a entender que tenía todo mí apoyo. Muchos se acercaban a mí para decirme lamento tu pérdida. Yo también lamento haberte perdido, y no quiero aceptar que ya no estás.
Los miembros se acercaron a mí y me abrazaron, los cinco. Nunca había visto llorar tan desconsoladamente a Namjoon, todos lloraban, pero él estaba destrozado. A fin de cuentas, él y cada uno de nosotros te vio crecer.
Jungkook, te extraño. Ven a salvarme de este horrible pozo donde estoy metido.
Más adelante, estaba el cajón donde tu cuerpo yacía. Tus labios estaban pálidos y quebrados. Los acaricie con la yema de mí dedo. Todos me dieron mí espacio y estaba solo junto a él, la última vez. Lamento tanto no haber cogido el teléfono antes. Hubiese preferido ser yo quien esté en tu lugar. No soporto verte así. Ya no puedo.
Debo dejarte descansar. Te amo incondicionalmente. Te prometo que cuando esté allí, te buscaré. Espera por mí. Te quiero muchísimo.
Adiós, Jeon Jungkook.

LOST • YoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora