Única parte

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La primera vez que soñé con él fue cuando me mudé al diminuto, pero acogedor, apartamento en el que vivo en Seúl. Por temas de trabajo abandoné mi casa en Daegu y me adentré a la escandalosa ciudad, donde nunca esperé que me pasaran cosas extrañas.

Así les voy a llamar, "cosas extrañas", porque no tienen otro nombre. Llevó seis meses viviendo en este apartamento y todas las noches cuando duermo, algo fuera de lo común sucede; un ser desconocido se infiltra en mis sueños y comienza a mostrarme momentos de su vida.

Al principio solo escuchaba su voz, dulce y melodiosa, perfecta para cantar las mejores baladas. Me relataba, casi como en un susurro al oído, donde había nacido y lo que había sucedido con él, sus pasiones y sus tristezas, pero lo más importante, me confesaba que me amaba.

Luego, los días que le siguieron fueron bastante difíciles, el trabajo junto con los estudios, estaban acabando con mi energía, quería llegar a casa para dormirme profundamente. El lazo de amistad que se creo con el chico que me hablaba en los sueños comenzó a fortalecerse sin darme cuenta, con su humor y su risa contagiosa logró que se despertara en mi las mejores cualidades, y que enfrentara las jordanas del trabajo con alegría.

Debo admitir que la preocupación por mi salud mental no tardó en manifestarse, temí por mi, no quería volver atrás. Había dejado el hospital hacía años, y me había jurado que nunca volvería a pisarlo nuevamente.

El tiempo continuó transcurriendo, más rápido de lo que esperaba, y a medida que esto pasaba, la forma del hombre que me hablaba fue tomando un cuerpo. Primero veía partes de él, como sus pies o su pelo, y en el transcurso de los sueños aquella imagen se fue completando, hasta formar al hombre más hermoso que había visto jamás.
Tenía cara de niño, con ese brillo y pureza en los ojos que no muchas personas albergan, una sonrisa que se ensanchaba, y el pelo castaño y corto que le caía delicadamente sobre la frente. También, tenía hombros anchos, fuertes brazos al igual que piernas, y cabe destacar que esto me hipnotizo. Deseaba correr hasta él para que me abrazara.

Me siento en mi sillón aterciopelado exactamente a las diez de la noche diariamente, y medito en lo que debería hacer. Debería llamar a mi terapeuta pero tengo miedo. Tomó la copa llena de vino que está sobre la mesita de al lado, y bebo un gran sorbo. Me ayuda a pensar, a relajarme.

La habitación está en penumbras, iluminada únicamente por la luz de una lampara de pie casi encima de mi cabeza. La ciudad parece muerta, apenas se escucha algún que otro camión en la distancia. Es en estos tipos de noches cuando me siento amargado y vacío ¿qué sentido tiene vivir así?

Quiero dormir para siempre porque él estará en mis sueños.

Mis párpados pesan, a causa del cansancio y por efecto del alcohol en mi sistema. Sin darme cuenta me duermo profundo, e inmediatamente el invasor aparece. Esta vez va vestido de blanco, sus ojos son celestes y su piel bronceada le favorece. Relamí mis labios al notar que observa con fijeza. ¿Qué quería de mi?

-Estoy muerto. -Dijo.

Mi rostro se mantuvo igual de neutro ocultando la desgarradora tristeza. -Lo suponía.

Estábamos frente a frente, justo opuestos a mi yo real. Me observé descansar en el sillón individual con la boca levemente abierta. Era tan perturbador verme a mi mismo, así como aterrador.

-Te ves sexy durmiendo. ¿No crees?

Le dedico una media sonrisa. -Eres muy atrevido para ser un fantasma.

Su encantadora risilla me envuelve por completo. Lo admiro encantado, prestando atención a como pequeñas arrugas aparecen al rededor de sus ojos. Doy un paso hacia delante y luego otro, y otro, hasta que dar a nada de su rostro.

Paro de reír, y pregunto -¿Cómo te llamas?

-Ya sabes mi nombre. -Pronuncia moviendo sus labios con lentitud.

-Jungkook. -Contesto, sin saber de donde surgió la respuesta. -Te llamas Jungkook.

El sonríe con sus ojos y asiente.

Me dejo guiar por mis impulsos y estiro mi mano para acariciarlo, su piel luce tersa y huele a almendras, no deseo otra cosa más que acariciarlo. Pero no funciona. Mi tacto se pierde en el aire, como si Jungkook no fuera más que una ilusión de humo.

-No funciona así. No puedes tocarme.

Quise gritar, romperlo todo. -¿Qué tengo que hacer?

Él parece cuestionárselo mil veces, espero con paciencia a que me respondiera. -Sígueme. -Caminamos en silencio hasta mi cuarto, avanza hasta los grandes ventanales que dan entrada al balcón y se detiene. Salgo primero.

El frío se cuela por mis huesos, no llevo puesto más que mi atuendo de trabajo, los bellos de mi nuca se erizaran y puedo presentir como en cualquier momento mi cuerpo comienza a temblar. ¿Qué hacemos fuera con este tiempo?

El cielo se extiende sobre nosotros como una gasa oscura que ensombrece nuestros perfiles. Ambos nos miramos de reojo, intuyendo lo que se venía.

Contemplo el vacío, diez largos pisos que me separan de la calle, la altura es tanta que tengo le sensación de que el edificio se tambalea de un lado al otro amenazando con tirarme. Me sostengo de la baranda que me separa de una muerte segura. -No quiero estar aquí. No me siento bien.

El se inclina hacia mi y me dice cerca, pegado a mi oreja. -Es la única manera. Debes hacerlo para que estemos juntos.

Me arrodillo rendido.

-¿Me amas? -Cuestiona con voz más seria de lo normal, se quiebra. -Si me amas harás esto por mi.

-Claro que te amo. -Durante seis meses lo había amado más que a nadie en toda mi vida.

-Esta es tu última oportunidad. Cuando salga el sol en la madrugada me habré ido para siempre. Salta. Salta al vacío por mi y vivamos juntos por la eternidad.

El sudor de mis manos y cuerpo se enfrían por el viento, tengo nauseas y el mundo gira a mi alrededor. No puedo dejarlo ir.

Me vuelvo a levantar, con mis piernas temblando. Su mirada cae con suma atención en mi. Lloriqueo y levanto una pierna, después la otra, hasta que quedo sentado sobre la baranda y mis piernas colgando sobre la nada.

-Salta por mi.


Cierro los ojos.




Lo hago por él.





Para que estemos juntos.





Para que pueda amarlo.





Por Jungkook...




Me dejo caer.


Por segundos parece que estuviera volando. Voy cayendo de espaldas al suelo y puedo ver el balcón. Espero verlo, pero no está.

¿A dónde se ha ido?

Quiero exclamar su nombre pero sé que el tiempo es corto, mi muerte se aproxima demasiado rápido.

Luego recuerdo.


Jungkook fue mi prometido asesinado. Triste fue perderlo, insuperable.


Cierro los ojos nuevamente, aceptando mi destino.

Quién sabe, tal vez Jungkook esté esperándome al final del camino.

Dulces sueños.

Sweet dreams [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora