Capítulo 2

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La mudanza no fue tan complicada. Dos días después de haber conocido mi nuevo apartamento, me fui a vivir ahí. Vendí casi todas mis cosas, quedándome con lo más indispensable y el dinero obtenido de su venta.

Tuve que hacer unas cuantas remodelaciones, aunque muy breves. Coloqué repisas de madera para los trastos, la comida, posesiones, o mis electrodomésticos pequeños. El resto, directo al suelo. Todo saltaba a la vista gracias al tan reducido espacio; una apreciación y diseño interior únicos que no se encontraban en cualquier sitio.

El primer día, Jonah se quedó para admirar el resultado final. Aplaudió mi esfuerzo y valor de quedarme y seguir adelante. Me recordó aprovechar correctamente esta segunda oportunidad, así como también ahorrar con la prudencia y constancia habituales. Ni él ni yo queríamos que la situación de Yoshiwara se repitiera, al menos no en aquel momento donde ni siquiera me había hecho de un espacio importante en el mundo.

Le presté mi cámara para que tomara un par de fotografías que inmortalizaran este nuevo comienzo. Aparecí en algunas de ellas, sentado en el suelo y en mitad de mi hogar, mirando al lente sin expresiones faciales que delataran mis emociones. Al final, monté el tripié para que él apareciera en la última fotografía, conmigo. Necesitaba que recordásemos en un futuro lejano que me había ayudado como ningún otro amigo.

Se despidió de mí a la hora siguiente, prometiendo que me visitaría con frecuencia y que esperaba que yo también lo hiciera. Acordamos vernos fuera del trabajo y nuestros hogares, de todas formas. Mi cambio de domicilio no tenía por qué alterar nuestra relación y lo que estábamos acostumbrados a hacer.

Por las siguientes horas, ya en soledad, me senté en el escritorio y abrí la laptop. Busqué durante un largo rato algún empleo donde solicitaran fotógrafos o similares, pero no hallé nada que mereciera la pena. Me tallé los ojos por el brillo de la pantalla, la oscuridad que iba aumentando su pesadez con la llegada del anochecer, y mis pocos parpadeos.

Estiré el cuerpo por encima de la silla, bostezando con placer. Liberar el aire contenido relajó mi mente. No iba a ser fácil encontrar trabajo en esta época otoñal donde no pasaba absolutamente nada que mereciera la pena retratarse. Lo único que me quedaba por hacer, era esperar la llamada de las personas que ya me conocían y que estaban satisfechas conmigo, tales como revistas de temporada, catálogos, páginas web, empresas, o algún adinerado con deseos de enmarcarse a sí mismo otra vez.

Antes de ir a dormir, avancé un poco con el trabajo pendiente. Edité varias fotografías para una revista de decoración del hogar y las envié por correo electrónico. La mitad faltante de mi paga se me brindaría una vez entregadas las fotos faltantes.

Por último, pero no menos importante, actualicé mi página web. Solía publicar algunas fotografías ahí para retratar mi cotidianidad.

"A veces, debes comenzar de nuevo" fue el encabezado de la foto que subí mi primer día en el nuevo apartamento, una de tantas que Jonah tomó. Me rayoneé el rostro con Photoshop para censurarlo; quería que supieran que me encontraba ahí, pero no para ellos.

Rara vez recibía comentarios, quizás porque yo también era una persona de pocas palabras en internet. Además, ¿a quién podría interesarle la vida de un desconocido sin nombre ni relevancia? El gusto por hacerlo, por crearme mi espacio para recordarlo en el futuro y experimentar con el lente, eran mayores que el de recibir atención ajena sin algún otro reconocimiento.

Una vez hechos los pendientes, me fui a la cama. Que fuera tan grande, ayudaba a que el apartamento no se viera tan vacío. Me cobijé hasta el cuello, ya que la temperatura disminuía con la próxima llegada del invierno. Asomé el brazo para buscar el apagador, sumirme en la oscuridad, aguardar por el nuevo día.

El balcón vecino [BL-GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora