Eres un huracán.

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Para lexLora, que pidió un TaeKook hace años y hasta hoy me siento con ganas de publicarlo. Espero que te guste.

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Hoy es tiempo de huracanes.

Taehyung siente que se desmorona como porcelana. Siente cómo se caen pedazos de su ser con cada día que pasa, algunas veces sólo polvillo fino, otras ocasiones grandes trozos. Ya está acostumbrado al sentimiento, pero eso no significa que no quiera dejarlo ir.

Hace frío, más frío del normal para una tarde de otoño cualquiera, y Taehyung no veía la hora de llegar a casa. No le había pasado nada particularmente malo, pero era uno de esos días en los que estaba cansado. Siempre sentía esa clase de pesadez en los huesos, y al principio creyó que con suficientes siestas se le pasaría, pero el tiempo le había demostrado lo contrario y le había regalado días como estos. Había llegado, hace un tiempo atrás, a la conclusión de que no es la clase de cansancio que se quite con siestas, o con café, o con Redbull. Llueve, y el clima no hace más que empañar y nublar más su mente, incluso a pesar de que hoy no está triste ni enfadado. Está cansado. Harto.

Camina lento mientras la lluvia le lame los hombros, cala profundo entre sus articulaciones, con cada paso se le congelan los tobillos y está muy cerca a sentirse como si estuviese muerto. No es la clase de muerto que le apetece casi todos los días, sino la clase del que lleva un animal fallecido a los hombros y puede sentir el hedor de la vida escapándose de ese cuerpo como si fuese del propio.

Los hombros le pesan, no por haber trabajado todo el día (que también) sino por la densidad de su hartazgo con el mundo y consigo mismo, su cerebro trabajando sin ser consciente de ello, como estática en un televisor. Está caminando casi sin ver por dónde va, esquivando hidrantes y postes sólo porque conoce este camino más que de memoria. La calle está vacía por la caudalosa lluvia, tampoco pasa ningún auto o motocicleta. Taehyung desea un poco que lo hagan, para tirarse a la vía y dejar que la suerte decida, pero nada cruza la carretera, y sus deseos quedan empujados al fondo de su cabeza, con las otras voces que le decían de quedarse bajo árboles que se bamboleaban con ganas de caer al andén, o de subir a una terraza y esperar a la borrasca. Son sólo malas ideas, se repite, queriendo creérselo algún día.

Entra a su residencia, y arrastrando los pies, sube los ciento veinte escalones que le toman llegar a su sexto piso, ahora que el ascensor del edificio está descompuesto. Como un milagro, la puerta de su minúsculo apartamento empieza a hacerse más grande con cada paso, cada vez más cerca de Taehyung, y no hay vista que le alegre más que la de ver que hay luz escapándose por debajo de la puerta hacia el pasillo.

Abre la puerta después de batallar un poco con la llave, y el olor a jjajang entra por sus fosas nasales, junto con el sonido de la suave risa de Jungkook, seguramente viendo alguna clase de show en la televisión, pues escucha el murmullo de una canción que reconoce como la última que se ha puesto de moda. Sonríe, el calor que hay en el apartamento le golpea en la cara, y de repente la niebla mental en la que estaba se disipa para abrirle paso a lo único que siente cada vez que está cerca de Jungkook; la más pura adoración. Huele a comida casera, y es como si dentro de su hogar fuese verano todavía, cálido. Feliz.

"¡Buenas noches, Tae! Bienvenido a casa," dice el pelinegro después de que Taehyung se quita los zapatos y deja caer su abrigo en el piso, sin el más mínimo cuidado o atención prestada al colgador que tienen en el recibidor con el propósito de evitar esta clase de situaciones. "¿Cómo te sientes?"

"Te extrañé." murmura Tae, con ese hábito tan suyo de no devolver los saludos. Recuesta su cabeza en el pecho de Jungkook, y lentamente se abre paso para estar metido también dentro de su suéter.

"¿Mal día? ¿quieres ver una película? Ah, bebé, ya estás en casa, vas a estar bien."

"Quiero dormir en el sofá. Y mimos, muchos mimos. Y chocolate con malvaviscos." Jungkook ríe suavemente con la respuesta del rubio, y ese simple gesto es suficiente para que Taehyung también suspire un intento de risa, todavía dentro del suéter.

"Siento mucho que hoy no te sientas bien, amor."

"Con tenerte aquí es suficiente. Voy a estar bien."

"Cursi," dice, besando su cabeza por encima del suéter, "pero tienes razón. Vas a estar bien."

Jeon Jungkook lo hace sentirse a salvo, lo hace feliz, y por un momento dudas acerca de si Taehyung merece a alguien como él corren por su mente. Entierra su nariz entre las clavículas del menor, y trata de ahogar las voces en su cabeza con el sonido de la respiración del hombre que lo está guiando, con todo el cariño que existe en el mundo, hacia el baño.

"Date una ducha primero. Estás empapado, frío, y me estás mojando a mí también."

"No quiero hacerlo, quiero quedarme dentro de tu suéter."

"Luego de la ducha podemos quedarnos en el sofá y ver qué hay en Netflix."

"Hm."

"¿Quieres que entre contigo a la ducha?"

"Sí. Con el suéter puesto."

"No sabía que te gustaban esa clase de cosas, Tae" rió Jungkook mientras deshacía los botones de ambos pantalones, con Taehyung enterrando las uñas en su trasero. El mayor sonrió.

"Pervertido de mierda, ya no quiero nada contigo."

Cuando encendieron la regadera, el agua salpicaba sus pies y la ropa que dejaron en el suelo, incluido el dichoso suéter, pero les dio completamente igual. Jungkook los sentó, a él y a Taehyung, en el suelo del baño, abrazándole como si quisiese fundirse con él, mientras sentía cómo el mayor temblaba a pesar de lo hirviente de las gotas, pero lo dejó estar. Escuchó sus sollozos, pero eso también lo dejó estar. Taehyung besaba su hombro, sus clavículas, su pecho; el agua ardía y aún así tenía los labios helados.

Jungkook bajó la cabeza y le besó los párpados, las mejillas, los labios, la frente, le besó todo hasta que dejó de temblar.

"Tómate el tiempo que necesites" murmura Jungkook al frotar su cabeza con champú, "yo estoy aquí, y no me pienso ir."

"Estoy bien."

"Estás bien." contesta el menor, lavando el producto que amenaza con entrar a sus ojos.

"Se me va a pasar."

"Se te va a pasar."

Incluso después de terminada la ducha, se quedaron en el suelo hasta que los pies de Taehyung empezaron a dormirse. Pero el agua caliente tenía que terminarse en algún momento, y se vieron obligados a salir del agua o de lo contrario tendrían que pagar el recibo más costoso de sus vidas.

Se secaron casi sin hacerlo bien, y luego se recostaron en el sofá medio desvencijado de su apartamento, sin mucha ropa puesta aparte de los primeros bóxers que encontraron en el suelo. Jungkook puso una película cualquiera y se abrazó a un bowl de palomitas, con los pies enredados a los de Taehyung. Es tierno, piensa el rubio. Tenerlo ahí al frente lo hace sentirse suertudo, lo suficientemente afortunado como para haberlo encontrado y mantenido en su vida. Eso era progreso, suponía, porque por él, seguir adelante valía la pena; en cada amanecer alguna luz tendría que alumbrar en medio de la niebla.

Por Jungkook, Taehyung todavía era capaz de enamorarse de la espontaneidad de las cosas, sin evitar, sin huir, sin temer. Estar con Jungkook es lo más cerca que va a estar de la riqueza, piensa todos los días, es como haber ganado la lotería con la mayor ganancia, habiéndose encontrado el tiquete premiado en el suelo.

De cierta manera, el rubio piensa que así es.

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Te amaré cuando seas un día soleado, te amaré cuando seas un huracán.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora