Capítulo 5

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Extraña felicidad

Durmió separada de ella por primera vez, aunque la diferencia no era apreciable. Lauren jamás la abrazaba cuando dormían juntas. Ella solía pasar horas detectando los movimientos de la mujer. Chocaba sus pies casualmente con los de ella, se hacía la dormida y se aferraba a uno de los brazos poderosos de Lauren, apoyando sus labios en el hombro, tratando de invitarla a hacer lo mismo. Respiraba entrecortadamente, se vestía de forma sugerente, sin apenas ropa, para tratar de despertarla deseo. Camila llegó hasta a fingir una pesadilla una noche para ver si ella la consolaba con mimo y ternura.

—Era una pesadilla, duerme.

Eso era todo lo que sacaba de gritar como una loca, bregando por la compasión del espíritu incorruptible de la mujer. Se sentía humillada, se sentía estúpida y se maldecía por no haber actuado durante días y semanas de indiferencia, de rechazos.


A la mañana siguiente Lauren la despertó como de costumbre.

—Levanta.

Ella se aseó. Tranquila. Tomando el té que Lauren había preparado dijo escuetamente.

—Lauren, quiero hablar contigo.

—Hoy tenemos...

—¡Ya lo sé! ¡MUCHO TRABAJO!

El grito debió de oírse desde lejos. Lauren la miró como preguntándose qué pasaba, como si fuera una rareza aquella rabia, algo sin sentido.

—Lauren... —Respiró hondo—. Me quedaré solo hasta que la casa esté terminada. Tal y como me comprometí contigo, pero después me marcharé. Regresaré a Venteria.

Silencio gélido. Los ojos verdes fijos en los suyos. Lauren, muda como siempre.

—No puedo con esto, yo...

Silencio. Los ojos verdes mirando el suelo.

—No te diré que soy infeliz contigo, bueno, sí, sí que soy infeliz. Está claro que no soy, ya sabes, Alexa. Además creo que la vida rural no está hecha para mí después de todo. Me faltan calles, gente, otro tipo de actividades. ¿Qué opinas, qué piensas Lauren?

Silencio. Los ojos verdes volvieron a los suyos y Lauren por fin dijo:

—Haz lo que sientas.

Aquella frase derrumbó a Camila: «Haz lo que sientas». No eran palabras normales en Lauren. Como si ella actuase según el dictado de sus sentimientos. ¡Ella no tenía sentimientos! «Haz lo que sientas» se le podía decir a alguien que no es capaz de tomar una decisión porque hay dos opciones que contravienen sus emociones, pero Camila estaba ante el vacío y la soledad de sentirse aislada en aquel mundo congelado de Lauren o vivir, volver a su vida. Hacía unos meses pensaba que no podía estar sin ella, ahora sabía que no podía vivir con ella. «Haz lo que sientas» ¿era una muestra de desprecio?, como si ella eligiera marcharse precisamente por no sentir. ¡Ella era quien no lograba derramar sangre de su corazón negro! 


Lo tenía todo tan pensado que no entró en esa polémica.

—Lauren, me iré cuando finalicemos la obra. Soy humana, tengo corazón, y está vivo, necesita alimento... Tú no me lo vas a dar nunca.

Camila trabajó ese día mucho más cómoda. Dejó de estar pendiente de dónde estaba ella, de lo que hacía, de si la miraba o no, en fin, de todas las cosas que tenían que ver con ella. Llenó su mente de proyectos que deseaba iniciar cuando regresara. Tenía dinero como para montar un negocio propio, o ampliar el de Múfler. Lauren no parecía muy distinta, ni triste, ni abatida, es más, a media mañana solían detenerse para tomar un respiro, y por primera vez desde que llegasen allí...

El Pacto de las Cinco Montañas III [Adaptación Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora