Para cdfragonias
te quiero.- ¡María! - La camarera rubia de pelo largo se gira hacia mi con una sonrisa.- Dos cervezas más aquí.
- Que envidia me dais, yo aquí currando y vosotros borrachos a las diez de la noche.
- Estamos celebrando que han terminado los examenes y somos libres. - Suelta Marta antes de acabar con lo que queda en el vaso.
Y así es, Marta y yo estamos ebrios cuando justo empieza a anochecer y no podemos evitar compararnos con el grupo de puretas que ocupa siempre la mesa de al lado de la barra que a todas horas estan hincando codo.
Llevamos un rato esperando a Miriam, que tenía que pasar por su casa perdida en la montaña antes de empezar con la fiesta.
María nos trae rapidamente el pedido no sin antes besar la mejilla de Marta, que ahora que la primera vuelve a atender a los cincuentones, está sonrojada.
- ¿Tu y María? - Pregunto, aun sabiendo la respuesta.
- No se Agoney... Lo de siempre. - Suspira mientras vierte el contenido de la botella en su copa.
Marta, Miriam y yo llevamos más de dos años acudiendo casi cada tarde a ese bar. Cuando nos conocimos 26 meses atrás, los tres eramos nuevos en Montgat, Marta se había mudado por un traslado de su padre desde andalucía, Miriam desde Galicia para cuidar a su abuela, que murió poco después de su llegada. Y yo, que tenía mi vida formada en Tenerife mis padres me mandaron con mis tíos aquí, para así luego tener más facilidades de acceso a la universidad. Al ser los tres los nuevos en la escuela, no pudimos evitar hacernos amigos y el bar se convirtió en nuestro lugar de culto. Comenzamos quedando para estudiar para los examenes mientras nos tomábamos un zumo de piña y acabamos haciendonos amigos de María, que era la hija del propietario, la cual terminó subministrandonos cervezas aunque tuviesemos dieciseis años. Por suerte, ya habíamos cumplido ambos la mayoría de edad en el último año y no tenía que servirnos a escondidas.
Y así nos hicimos mejores amigos los tres.
Marta y María llevaban un rollo raro desde hacía poco tiempo, aunque la morena desde la primera vez que la vio con sus brazos tatuados, sus camisetas rotas de Sex Pistols, sus medias de rejilla y su estilo punk se pilló de la camarera. Había decidido olvidarse de ella por la gran diferencia de edad que había entre ambas y por los prejuicios homofobos que no escapaban de ese pueblo de mala muerte. Pero al hacer los dieciocho, María empezó a insinuarse más de la cuenta con mi amiga, provocando que esta volviera a caer en sus redes.
Mientrastanto, Miriam y yo observábamos el romance desde lejos, con una cerveza en la mano y Queen sonando de fondo.
- Podrías atacar por San Juan. Es pasado mañana.
La malagueña suspira dramaticamente para luego hacer un puchero con los labios.
La puerta de la entrada del local hace un ruído estrepitoso al abrirse, hecho que nos hace prestar atención y girarnos para ver quien ha entrado.
Miriam se acerca a nosotros con gesto alegre mientras sus rizos dorados revotan contra sus hombros.
- Joé Miriam, que guapa vas. - Marta admira a la chica con tanto impetu que parece que le saltaran los ojos.
Y guapa si que va un rato.
La gallega siempre ha sido hippie. Va a todas las manifestaciones que puede y se pasa el día fumando porros con sus amigos de la universidad, ya que tiene un año más que nosotros dos. Siempre lo ha sido pero hoy se ha pasado.
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Nací para quererte
Short StoryAgoney y sus amigas van a pasar su último verano juntos en su bar favorito escuchando Queen de fondo. Raoul romperá la tranquilidad deseada con sus canciones de Abba.