Una ayuda para mis días

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Es tarde, mi maldito despertador se ha averiado, a mi lado encuentro el cuerpo laxo de algún tipo, por su porte es un aspirante a modelo, de esos que abundan en el medio.
Soy dueño de una lucrativa agencia que se dedica a la caza de talentos.
Mis métodos no son del todo lo que los puristas llamarían ético.
Por lo general yo no busco a las tipas o tipos, ellos saben quien soy, saben de mi apellido y saben que si me agradan tal vez puedan aparecer en alguna revista reconocida.
Por desgracia muchas personas con las que me he acostado creen que soy un pobre tipo solitario, algún alma atormentada por una mala relación.
No existe algo tan lejos de la realidad, solamente se trata de mí siendo egoísta, siendo feliz en mi estado independiente y despreocupado.
Tengo cuarenta años, muchos ni creerían lo bien que se lo pasa un hombre con mi mentalidad y físico.
Y más ahora que Instagram está plagado de tipos maduros con aires de seductores, chicos malos, intelectuales, bohemios o tiernos, es un gran catálogo.
Tu eliges...
Yo estoy en la categoría de intelectual de intelectual con un toque de hijo de puta...
Ese soy yo y no me da vergüenza tomar lo que voluntariamente se me ofrece.
Volviendo al tipo que está acostado a un lado solo sé que tiene un culo espectacular, de ahí no recuerdo su nombre y no es algo que me robe el sueño.

—Hey, tú, mi mano toca de forma impersonal el hombro bien moldeado del tipo el cual se retuerce mientras se despereza.
—Hola Sergio, me sonríe el tipo de forma seductora, sus ojos están nublados aún por el sueño.
—Si esperas chocolates y un nos vemos después te equivocaste de tipo, ese no soy yo, así que levántate, vístete y vete.
El hombre me mira con confusión primero, pero después su semblante cambia a indignación.
De forma brusca levanta y toma sus cosas dejando así descubierto un muy buen físico que casi me hace reír entre dientes por mi bien gusto, pero eso no sucede, el tipo recoge sus cosas y sin voltearme a ver se empieza a poner los boxers.
Para cuando él se viste me he dado un baño y estoy secando mi cabello, al menos quedo tranquilo al ver en la papelera un condón, bueno varios, todos atados. Punto uno: no lo dejaré embarazado, punto dos: Minimizo riesgo de contraer infecciones o enfermedades.
La puerta suena de forma estruendosa al cerrarse, uno más que se marcha indignado como si yo les hubiera prometido algún tipo de idilio después de coger.
Me visto y tomo un café y me preparo un sándwich ya que la mujer que me ayuda en casa ha tenido que dejar su trabajo y estoy esperando su reeplazo, pero mientras llega esa persona al menos se prepararme cosas sencillas para sobrevivir.
Veo con impaciencia mi teléfono celular revisando mi calendario que está vinculada a mi agenda y en ella se lee la nota de cita con un tal Cuauhtli Tavares a las diez de la mañana, no tengo más información en mi agenda pero eso no es raro ya que toda la información la tengo en mi computadora.

La agencia como siempre es un caos, hasta que en diez minutos todos empiecen a ganarse el sueldo.
No me molesta ver a las personas quiénes me saludan de manera formal.
Cabe resaltar que aquí también agradezco ser tan firme con mi regla para no acostarme con el personal, ya que lamentaría tener que soportar a amantes despechados.

Para que tengas una idea me voy a describir ya que lo amerita el momento.
Soy alto, mido casi un metro con noventa y dos centímetros, tengo un buen físico sin parecer un tosco gladiador, mi cabello es corto y aún se mantiene negro cual ala de cuervo, tengo una barba espesa y mis ojos son grises, muchos lo llaman grises fríos, eso de las canas me da escalofríos, no porque tenga miedo a envejecer, bueno sí es eso.
Con formalidad saludo a mi secretaria Betty, una amable mujer de cincuenta años que más parece mi madre, ella es intocable en esta agencia pues yo no tolero que la molesten, también es la única que puede ponerme en mi lugar.
—Buenos días Betty.
Betty levanta la mirada de una de sus novelas rosas, la de esta vez trae a dos machos alfas abrazados de forma sugestiva, me ha prestado algunas y he terminado masturbándome como adolescente, ¿Qué carajos piensa esa dulce mujer?

—Buenos días Diego, Betty me sonríe y vuelve a su lectura.
Yo entro a mi oficina solo para comprobar la eficiencia de Betty quien ya ha prendido la cafetera, mi computadora igual está encendida y mi escritorio ordenado.
Con calma coloco mi saco en un pequeño closet, luego retiro la contraseña de mi computadora y empiezo mi día corroborando mis citas y contestando algunos correos electrónicos
De mis citas para el día la primera es a las diez, con Cuauhtli Tavares quien viene de la agencia  de asistentes domésticos.

Mi teléfono suena y de esa forma mi rutina empieza sin previo aviso.

—Diego, hay un tipo esperando afuera, la voz de Betty suena irritada y no puedo evitar levantar la mirada ya que solo existen dos cosas que irritan a Betty y una de ellas creo está sentada esperando que yo le atienda.
—Al menos ve el lado amable de todo esto, este no va a salir con que está embarazado.
Betty no sonríe, ya no la convenzo de forma fácil.
—No lo embarazaste pero espero que no sea otro tipo que se ha enamorado como idiota.
—Su culpa, sabes que yo soy un hijo de la chingada, pero soy un hijo de la chingada que es honesto.
Betty pone los ojos en blanco, —oh sí, eres tan honorable como casto.
Yo sonrío, — ¿qué es lo que quiere este está vez?, mi mirada regresó a la computadora.
—Saber si obtendrá el contrato con Pretty boy.

—Llama a Solange Grimaldi y dile que encontré a su modelo para ropa interior y también dile que valdrá la pena ponerlo en la portada y dile al muchacho que no era conmigo la cita, sino con su jefa inmediata, Solange.
Betty solo me mira y sin decir algo más sale de mi oficina mientras yo regreso a mi rutina.

—Diego, tu cita de las diez ha llegado.
Betty espera en la puerta hasta que yo levanto la mirada, —Cuauhtli Tavares está esperando.

—Hazlo pasar por favor.
Dejo lo que estaba haciendo y me preparo para recibir a mi cita de las diez. Sé que de esto Betty podría encargarse pero es mi casa y soy yo al que van a servir.

Betty abre otra vez la puerta de mi oficina y da paso al hombre más perfecto y deseable que yo haya visto jamás.
Una preciosidad me mira sin mostrarse impresionado y yo casi me regaño a mi mismo por casi dejar ver la baba que empieza a salir de mi boca.
Yo aclaro mi garganta, esperando que mi polla no se haya levantado también para saludar.

—Hola mucho gusto, sonrío.
Cuauhtli sigue mirándome con un rostro ilegible, y para mis adentros pienso que es solo otro tipo que quiere hacerse al interesante y esos me llaman como un reto, pero... Yo no cojo con mi personal de trabajo.

—Mucho gusto Señor Rivadeneira, la voz con la que el hombre me saluda es suave, tranquilizante y casi melodiosa.
Nada que ver con tonos ensayados, con voces que parecen seductoras.
No, por el contrario es una voz tranquila y dulce, sin ser afeminada.

Betty sonríe como si la muy ladina festejara que Cuauhtli fuera inmune a mis encantos.
—Les traeré un poco de café.
Betty nos deja solos, mientras Cuauhtli me observa sin inmutarse.
A decir verdad no logro identificar si el hombre en serio no se siente intimidado por mi o... Una revelación parece golpearme como un rayo sobre una roca...
Él es hetero.
Con la dignidad recompuesta le sonrío de forma impersonal y señalo el asiento frente a mi escritorio.
—Por favor tome asiento.
Cuauhtli se acomoda y Betty entra con un carrito para café y el aroma de inmediato nos asalta.
—¿Café?, Betty deja una taza con agua caliente.
—Té, por favor.
Betty de forma eficiente le muestra la selección que tenemos de Té.
Yo observo como Cuauhtli toma un sobrecito y le deja caer en su humeante taza.
—Con permiso señor.
Betty nos deja solos.

—Bien señor Tavares veo que la agencia le ha recomendado ampliamente.
Cuauhtli asiente en silencio mientras me extiende una sencilla carpeta en color crema.
—Este es todo mi currículum.
Tomo la carpeta hojeándola, mientras de reojo observo al muchacho que se ve confiado, algo serio, porque respondió de manera formal y muy educada, así que intuyo que su formación es profesional, el tipo además de bonito parece listo.

Mas feliz que nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora