Ambos estaban sentados en la vereda. Las espaldas una contra la otra y los ojos divagando en el cielo estrellado.
-Sabes, hace un tiempo me preguntaste como había superado mis trabas- la voz grave del muchacho, apenas se distinguía de los sonidos nocturnos. No recibió respuesta, sabía que esperaba a que terminara de hablar y en el fondo lo agradeció. Ella no estaba acostumbrada a verlo de otra forma que no fuera su serio y estricto amigo.
Era mejor así, expresarse no era lo suyo.
-La respuesta, es solamente ser el mejor hombre del mundo-
-¿Así nada más?, ¿Eso resolvió todos tus problemas?- el cuerpo más pequeño se removió incómodo, ansioso.
- Nada más vale la pena, pequeña ardilla, si nosotros no valemos la pena primero.- suspiró pesadamente, que complicado era hablar con ella, jamás le dejaba las cosas fáciles.
La pausa y el silencio, ella ya sabía que aún faltaba más por decir. No iba a interrumpirlo cuando hablaba más de 3 oraciones seguidas el príncipe de hielo.
-Dedícate a ser la mejor mujer del mundo y date a ti misma, el amor que te gustaría recibir de otros- nuevo suspiro pesado - Vales la pena, cualquiera vería eso-
No volvieron a decir palabra porque no lo necesitaban, los sonidos de la ciudad llenaban sus oídos. Esas pocas frases, dichas tan sinceramente, eran la mejor herramienta para sanar, para olvidar.
Eso haré.
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30 días
Non-FictionNo todos pasamos por las mismas situaciones ni por los mismos problemas, pero todos nos hacemos la misma pregunta, ¿Por qué? y a si mismo, todos necesitamos de un lugar donde nos escuchen, donde nos comprendan, donde todo lo que nos hace mierda se...