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— ¿Cómo va todo por allá, eh? — dije jugando con mi cabello al otro lado del teléfono. 

— Bien. Suecia es precioso, ______. No puedo esperar a que vengas a visitarme. — dijo Felix al otro lado de la línea — Te extraño mucho, demasiado. 

— Falta muy poco. — me puse de pie, sujetando el móvil entre mi hombro y mi cuello, torciéndome un poco — Sólo..¿cuánto? ¿una, dos semanas?

— 10 días. Llevo la cuenta — rió — No falta casi nada de nada. 

Reí ante su comentario. Sonreí tontamente enamorada, pero mi expresión risueña fue interrumpida por un ruido raro en la cocina, fruncí el ceño, alejando un poco el celular para intentar escuchar, pero no lo logré 

— ¿______? ¿Estás ahí?...¡_____! — dijo él, llamando mi atención. 

— S-sí, perdón. Escuché un ruido raro abajo. Probablemente era un animal, o algo así. — dije aún un poco distraída

— Muy bien. Ahora cuéntame...¿qué tal las clases de italiano? ¿fáciles?

Escuché el ruido de vidrio caer al suelo. Alejé por completo el celular de mi rostro. Comencé a caminar lentamente hacia el pasillo. Estaba sola en casa, sin embargo, la luz de la cocina estaba encendida. Sentí el miedo apoderarse de mi cuerpo. Escuché la voz de Felix llamando mi nombre. Entré a la cocina, y afortunadamente no ví a nadie. Suspiré aliviada. Acerqué el móvil una vez más a mi rostro.

— Lo siento, Felix. ¿Te llamo luego, si? Tengo que limpiar el desastre que los gatos hicieron.

— Claro, amor. Hablamos mañana, ¿sí?

— Buenas noches.

Me despedí y colgué. Bufé molesta y comencé a recoger uno por uno los pedazos grandes de vidrio que estaban en el suelo. Los tiré a la basura. Escuché otro ruido raro detrás de mí, pero supuse que serían los gatos haciendo sus tonterías detrás mío. Me puse de pie, dando media vuelta. Me encontré con una de las imágenes más perturbadoras de toda mi vida. Y he visto muchas cosas. 

Un tipo con pasamontañas estaba frente a mí. Era alto, parecía ser blanco, delgado. Abrí los ojos por completo. Conmocionada. No tuve tiempo de reaccionar, ya que cubrió mi boca con un trapo húmedo. Sentí mi cuerpo rendirse en pocos segundos, cayendo a sus brazos. 

(......)

Poco a poco iba despertando. No veía absolutamente nada. El espacio era pequeño, y completamente obscuro. Sentía mi cuerpo mecerse de un lado a otro, un movimiento suave y uniforme. Y en ese instante lo supe. Estaba en una carretera, o algo parecido. Mis sentidos se aclararon después de un rato. Podía escuchar perfectamente, y mi visión se había adaptado a la obscuridad. El miedo comenzó a escalar, poco a poco. Sentía lágrimas correr por mis mejillas. Tenía mucho miedo, demasiado. 

Todo se detuvo por un momento. Escuché puertas cerrarse, y pasos volviéndose más y más fuerte. El pánico se apoderaba de mí. La cajuela se abrió de golpe, una grisácea luz, y un frío de la hostia me envolvieron. Cerré los ojos y comencé a temblar. Un tío, moreno, no muy alto, robusto me cogió bruscamente, jalándome fuera del auto. Las lágrimas se apoderaron de mi, una vez más. 

Me arrastraron hacia una enorme casa en medio de la nada. Intentaba resistirme pero esa imposible. Eran mucho más grandes que yo, más fuertes, más todo. 

— Por favor...Dejadme ir. No diré nada, os lo juro. — rogué, pero ni si quiera me veían — Por favor...por favor, por favor 

Me lanzaron a una habitación completamente vacía. Llena de...nada. Cerraron la puerta, yo me lancé a ella, comencé a golpearla, patearla, pero no conseguí nada. Me tiré al suelo y lloré. Escuché voces a lo lejos, y pasos acercarse lentamente. Me arrastré hasta la esquina, abracé mis rodillas y miré fijamente a la puerta. Rezando a los dioses que nada la atraviese, pero lo hicieron. 

Un tío entró. Tenía una gorra, gafas, y un suéter largo que le cubría la mitad el rostro, se agachó, quedando a mi altura. Empezó a quitar uno por uno las cosas que le cubrían. Y una vez, completamente descubierto, lo reconocí. Era el mismo tío que estaba en mi cocina. Sonrió descaradamente, mirándome a los ojos. 

— Hola, guapa. Soy Rubius. — dijo extendiendo su mano. 

Mi cuerpo se congeló por completo. Era él, Rubén "ElRubius" Doblas. El criminal más hablado de estos últimos meses. Comencé a llorar en cuanto reconocí su rostro. Mi respiración estaba entrecortada, intenté alejarme más de él pero era imposible, estaba pegada a la pared. Él se veía sumamente entretenido con mi reacción. 

— ¿Contenta de verme, eh?

stockholm syndrome; rubiusWhere stories live. Discover now