El Diablo siempre vuelve

Apariciones inesperadas.

–¿Y ahora que coño hago? –Exijo saber, clavando mi mirada en los 2 guardias que me custidiaban, levantando una ceja, que no falte el toque amenazante.

–Estar calladita. –Habla uno con la esperanza de que me callara, muerdo mi labio inferior con fuerza, y doy unos pasos atrás alejándome de él, para así evitar hablar y con ello, cagarla.

He descubierto que es mi nueva habilidad, hablar y cagarla, con ello que me peguen un tiro con la pistolita eléctrica de las narices, ojalá tuviera una de esas, sería todo tan genial... Giro mi cabeza hacia un lado para mirar al otro poli que me custiodaba, bajo mi mirada hasta su cintura, dónde tenía el cinturón de su uniforme con la pistola normal, la porra, las esposas y la pistola eléctrica... Es tan bonita. Inclino la cabeza hacia un lado, sin apartar la mirada de la pistola, esa pistola con la que tantas veces me habían disparado y amenazado.

¿Alguna vez les habrán disparado con una de ellas? Lo dudo, sino no me dispararían tanto con ella, no sabiendo como se siente.

Siempre hay una primera vez para todo...

o al menos eso había escuchado.

Miro a los dos policías, ambos distraídos, uno con su teléfono recostado contra uno de los muros de la prisión y el otro mirando el suelo distraído, sumido en sus pensamientos.

Era el momento perfecto, la oportunidad ideal, era...

Hora de jugar.

Pov Jayden.

–Te lo he pedido mil veces, deja ya el tema. –Repito por novena vez en lo que va este minuto llevando las manos a mi cabeza exasperado. –Que ella vaya a volver no significa nada.

–¿¡Qué no qué?! ¿¡O sea me ves con cara de estúpida o algo?! –Chilla parándose enfrente mío con una mirada supuestamente amenazante, causaba gracia, no miedo.

–No, cariño, no te veo con cara de estúpida, solo te estoy diciendo que no pasa nada porque vaya a volver. –Explico dejando caer mis manos a mis costados, al ver su expresión de furia subo una de mis manos hasta su mejilla ahuecando ahí una de mis manos.

–Pero es que a ella le quieren todos, y... Y no me lo niegues pero hasta tu perro ¡me odia! ¡Se cargó mi zapatos favoritos! –Exclama fuera de sí, al borde del llanto, hasta las venas de su frente se le marcaban.

Yo no tengo la culpa de que le de miedo el siemple hecho de que Jane, mi ex, vaya a volver y que el perro de mi ex la odie.

Tampoco que se me cayeran esos zapatos tan molestos  delante de Diablo accidentalmente.

–¿Qué te da miedo? ¿Qué Jane te quite tu sitio? ¿Qué me enamore de ella de nuevo cuando la vuelva a ver y a ti te deje? Dime a que le temes. –Susurro en su oído erizandole los pelos de la nuca, lo que me provoca una sonrisa. –¿Te da miedo que una chica que lleva 6 años en prisión te eche a un lado? Porque si tú respuesta es sí... Haces bien. –Se separa de mí, notablemente cabreada y antes de que pueda decir nada más me da una bofetada girándome la cara de lado.

Dolió, pero no se lo diría, ni lo mostraría.

Respira hondo, Jayden. Recuerda que no le puedes hacer nada o te meterás en problemas. 

–Cenaré con ella y le dejaré las cosas claras. –Habla decidida moviendo su mano levemente con una mueca de dolor.

Nadie la obligó a golpearme... Espera ¿qué?

–No harás eso. –Niego parándome delante suyo son tibutear ni un segundo. –No dejaré que cenes con ella.

–Eres mi marido, no mandas sobre mí, cenaré con ella y le dejaré las cosas claras. –Levanta su cabeza con orgullo y pasa por mi lado como si fuera la mayor celebridad del mundo, alguien intocable.