Te ví llorando, con esos ojos tan claros que a todos les daban miedo. Y pensé...
¿Me dejarías limpiar las gotas frías que bajan por esas mejillas pálidas, y sin color?.
Te acercaste a mí, con esos pasos que tenían ritmo, pero no vida.
Pusiste mís manos en tus mejillas, como si hubieras escuchado mi petición.
Pero el momento se acabó, y susurraste una sola palabra en mi boca... Efímera.