Mi Pequeño Patinador

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Corrijan mis faltas ortográficas por favor <3

❄️❄️❄️

—Mami—dice Erick, mientras su mamá agarra su pie izquierdo para ponerle el pequeño patín.

Quedan solo tres días hasta navidad, y siempre que la familia Colón Arista había pasado por la plaza este mes, Erick había admirado las decoraciones alrededor de la pista de patinaje con ojos abiertos. Por eso, Daysi decidió darle la oportunidad de patinar aquí por la primera vez. Todo el camino aquí, la emoción de Erick fue incontenible...pero también está nervioso.

—¿Sí, querido?—responde Daysi, atando el otro patín. Sentado en el banco, los pies de Erick aún no tocan el suelo, y ella tiene que sujetar las piernas de su hijo hiperactivo para que no las mueva y lastime a alguien con el metal afilado.

—¿Segura que no quieres venir conmigo?

Daysi, aún agachada, mira a Erick a los ojos—. ¿Ves a los niños grandes?

Erick observa los demás patinadores en el hielo.

—Ellos no necesitan a nadie para patinar. Si quieres ser como ellos, debes intentarlo solito, ¿entiendes?

Erick inclina su cabeza. —¿Y...y si me caigo?

—Pues alguien te ayudará a levantarte. No tengas miedo, hijito, yo sé que lo puedes hacer.

De repente, el ojiverde se levanta, casi perdiendo el equilibrio y cayéndose antes de siquiera entrar a la pista—. No tengo miedo, mami—le asegura a Daysi, negando—. Ya voy.

Ojalá realmente estuviera tan seguro de sí mismo.

Cuando toma el primer paso en el hielo, se resbala un poquito y tiene que coger el muro con fuerza para mantenerse derecho. Siguiendo las personas grandes, empieza a mover un pie, luego el otro, deslizando su mano en el muro a medida que avanza.

Todo está bien, repite en su mente, porque sabe que su mama está justo ahí en el otro lado del cristal.

No es un proceso cómodo, pero en unos minutos, ya ha recorrido la mitad del perimetro. Ganando un poco de determinación, decide soltar el muro y intentar patinar solo.

Por los primeros diez segundos, no tiene ningún problema, pero el próximo instante, un impacto fuerte lo deja en el suelo, un cuerpo pesado tumbado sobre él.

—¡Quítate!—exclama Erick, dando débiles empujones al desconocido que lo aplasta.

En unos segundos, el niño se ha levantado, y Erick se da cuenta de que no está lastimado, sino enojado.

—¿Por qué me empujaste, tonto?—grita desde el suelo—. ¡Estaba patinando tan bien hasta que te chocaste conmigo!

—¡Fue tú que estuviste en mi camino!—contesta el castaño con un acento raro.

—Debiste mirar a donde ibas. —Erick cruza sus brazos sobre su pechito, con una mueca de enfado.

El chico rueda sus ojos—. ¿Por qué sigues allí? —La gente sigue patinando a su alrededor. De verdad no sabe por qué sigue hablando con este niñito, cuando sus propios amigos ya se han desaparecido.

—Mi mamá me dijo que si me caía, alguien me levantaría, así que tienes que levantarme.

—No es en serio...

—Sí, sí es en serio. ¡Ayúdame!

Con un suspiro, el niño extende su brazo, y Erick lo toma de la mano para pararse de nuevo.

—Gracias—dice, porque su mama le enseñó que eso se dice cuando alguien te ayuda.

—De nada—dice el niño, porque tampoco quiere ser grosero. Está apunto de dejarlo para alcanzar sus amigos, pero se da cuenta de la pequeña mano que todavía mantiene su manga—. ¿Qué haces?

—¿Me puedes enseñar a patinar?—pregunta el pequeño ojiverde.

—¿Nunca lo has hecho?

Erick niega.

—No es tan difícil.

Sí lo es cuando tienes que protegerte de imbeciles que se chocan contigo, comenta Erick a sí mismo, pero no lo dice a voz alta.

—Soy el mejor patinador en toda la ciudad—el chico continúa—. Si quieres aprender, yo soy el mejor maestro sin duda.

—¿Cómo te llamas?—pregunta Erick, pegándose más al chico cuando empieza a patinar.

—Soy Christopher, ¿y tú?

—Erick Brian Colón Arista—contesta Erick, orgulloso de que pudo recitar su nombre completo como lo habían enseñado.

—Mucho gusto.

Erick mueve su manito desde la manga de su nuevo amigo Christopher hasta su mano.

—¿Por qué haces eso?

—Mi mami me dijo que tomarse de la mano es cómo no perderse.

Chris intenta soltar su mano, pero el ojiverde lo sostiene increíblemente fuerte para un niño pequeño—. Pero no te vas a perder—trata de explicarle.

—Claro, porque ya te tengo de la mano.

Dándose cuenta de que no podrá convencerlo, Chris se rinde, apretando la mano de Erick. —Ok pues, vámonos.

Los dos niños pasan la próxima media hora haciendo vueltas alrededor de la pista. Erick va cada vez ganando más estabilidad y más confianza. Christopher olvida completamente de los amigos con los cuales había venido, porque de verdad la está pasando bien con su nuevo amigo.

Cuando Chris oye a alguien llamando su nombre desde afuera, sabe que ya es hora de ir, aunque no quiere.

Erick lo mira con una cara de tristeza, sus bellos ojos verdes brillando—. ¿Me vas a dejar?

El mayor se agacha un poco para estar a su altura—. Tengo que irme, mi mamá me está llamando.

Erick hace un puchero, y toma ambas manos de Chris como si puede detenerlo mejor de esa manera. Pero las llamadas de la mamá de Chris son cada vez mas insistentes, y los dos saben que su tiempo juntos ha llegado a su fin.

Chris está apunto de dar la vuelta y salir del hielo, pero Erick piensa rápido y coge su cara entre sus manos. Sin ver la cara de confusión que se pone Chris, le da un beso cortito en la mejilla. Christopher se sonroja, su corazón latiendo con fuerza sin saber por qué.

—Me gustas—dice Erick sencillamente.

La sonrisa que aparece en el rostro de Chris es inevitable, porque Erick le gusta mucho a él tambien.

Después de despedirse, Christopher se va con su mamá y sus amigos, pero no puede dejar de pensar en el niño pequeño con el cual había chocado. Es muy lindo. Quedan solo tres días hasta navidad, y sabe que va a venir a buscarlo en cada uno.

mi pequeño patinador [chriserick]Where stories live. Discover now