Te Quiero

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Bueno no tengo otra cosa que decir aquí arriba, nos leemos abajo criaturitas oscuras del ZoSan.

(*u+)><(Wu*)

No, no, no me llores.
No me vallas hacer llorar a mi.
Dame, dame tu mano.
Intentalo mi niña.
Quiero verte reír.

Te Quiero - Hombres G

—¿Qué harás ahora? — me atreví a preguntarle, íbamos en el colectivo cada quién por su rumbo, el solo alzó su mirada cansada y me miro.
—Supongo que nada, tal vez dormir un poco — me respondió.

—¿No quieres ir a mi casa? — le pregunté indeciso y el tiempo se paralizo esperando una respuesta de su parte.
—Vale — se limitó a contestar. Y así nos fuimos directo al complejo de apartamento en el que ya un par de años llevo viviendo.
Tenía un poco de vergüenza, en el fregadero todavía estaban los platos del desayuno, no estaba barrido el piso y tampoco se había trapeado, pero creo que él no lo noto.
Nos sentamos en un sofá color ceniza que había sido de mi madre por lo menos unos once años.

—Pongamos música de mi móvil — él conecto su móvil a una bocina que tenía, y en ella se escuchaba una banda.

—¿Te gustan los Hombres G? — me pregunto y yo no sabía quién demonios eran esos, jamás los había escuchado. —Me gustan sus canciones — admitió cuando la sala de estar se inundó del sonido de una guitarra.

Nos quedamos en un silencio carente de palabras por unos momentos, no era un silencio incómodo o tenso, la verdad es que era muy calmado acompañado de la sonata de los Hombres G.
Y es que no entendía como esos ojos me hacían sentir tantas cosas, sin duda era un chico atractivo pero lo más fascinante de tan natural belleza eran esos ojos índigo como el mar, ese par de luceros laxos como las olas que se agitan y mueren al chocar con la orilla de la suave arena.
E

sos ojos que me miraban de una manera diferente y penetraban cada parte de mi cuerpo, saque mi móvil y decidí tomarle una foto cuando Sanji estaba distraído, al parecer se percató pero fue justo lo que quería,  ya que su mirada se había quedado grabada en una fotografía que muy celosamente era para mi.

—¿Ya me vas a decir que tenías la otra vez? — preguntó.

—No es nada — dude en decirle lo que me pasaba ese día en las canchas, por supuesto que mi confianza se la había ganado, pero era un secretito allegado y enterrado en lo más profundo de mi corazón; mi única debilidad diría yo.

—Puedes confiar en mi, yo no soy alguien que va a contar tus cosas a los demás. Yo conocí personas que yo creía que eran mis amigos, les confíe grandes cosas y ellos a mi, pero al final me traicionaron. Delante de los demás me habían expuesto con mis propias palabras — su mirada estaba perdia en probablemente recuerdos fugaces.

— ¿Y qué hiciste? — le pregunté.

—¿Qué más pude hacer? — me miro. —Te voy a dar un consejo Zoro, siempre no importa qué, no caigas en el tormento de otras personas, así esten diciendo cuánta cosa de ti, te humillen o insulten, no digas nada, solo quedate ahí.
Y quedé sorprendido, hecho pedazos con lo que me había dicho. ¿Quién sería el bastardo de hacerle esto a él ?

—A esas personas jamás volví a hablarles, y luego se arrepintieron al recordar que ellos me habían confiado cosas de al ser dichas quedarían expuestos. Pero nunca dije nada, no se paga con la misma moneda Zoro.

Sin habla, y un consejo que se quedo grabado en mi piel por su simpleza y delicadez.

—¿Ahora ya me vas a decir? — volvió a preguntar.

—Lamento si lloró solo es que esto es demasiado y no sé — me miro atento esperando a que continuará.
—Hace dos años y medio vivía junto a mis dos hermanas, la mayor se llama Nami y la más pequeña de nosotros, Kuina. Pero un día al regresar de una cena, Nami venía conduciendo por la carretera, yo estaba a su lado y Kuina venía en los asientos de atrás.
Ni mi hermana mayor ni yo nos dimos cuenta de qué un auto sin frenos venía directo a colisionar contra el de nosotros. El impacto fue brutal, Nami giro el volante pero el auto seguía estrellándose con la parte de atrás, Kuina alcanzó a dar un grito, al final el otro auto quedo en otra dirección y el nuestro se volcó. Salí de ahí lo más rápido que pude, mi hermana Nami estaba llorando y la saque lo más rápido que pude.

—Zoro, Kuina esta allá atrás y no la escuchó — y sin pensarlo la traté de sacar,  puse todo mi empeño en voltear el auto, entonces fue que las sirenas de varias ambulancias y policías se empezaron a escuchar a lo lejos viniendo por nosotros.

—¿Qué paso después? — pregunto.

—Nos llevaron al hospital, Nami solo se lesionó el cuello, yo termine con unas suturas por encima de mi ojo izquierdo. Pero Kuina, esa noche no sobrevivió.
Mi vista se nublo y sin esperarlo gruesas lágrimas empezaron a brotar por mis ojos, me sentía humillado porque él me estaba viendo llorar como un maricon.

—No entiendo que fue lo que hice mal ese día — alcance a decir mientras seguía llorando, Sanji me miro y sin pensarlo me tomó por los hombros y me abrazo. Se sujeto a mi con fuerza y yo no entendía nada. No le importo el hecho de que mi rostro era un desecho de lágrimas y moco, no quería abrazarlo bien porque iba a llenar su linda playera de mis mocos, pero a él no le importo en absoluto porque no me soltó.

—Te quiero — fue lo que me dijo. Yo no podía creerlo, aquellas palabras resonaron por todas partes, hasta que me di cuenta que estaba cantando.
—Abrázame fuerte, ven corriendo hacia mi y no hago otra cosa que pensar en ti. Con las mangas de su suéter me limpió suavemente la tormenta que se desató en mi cara, borro cada rastro de pena que había. El siguió cantando a la par de la copla cuando me tomó de la mano.

—Sueño, con tu sonrisa y te beso muy despacio las mejillas — al término de eso él beso mi mejilla. Yo sin saberme la canción solo continúe con el coro.

—Te quiero, dejame decirte otra vez que te quiero — le cante.

Apreté más nuestro agarre de manos pero él la movió un poco, y decidí soltarlo al pensar que había sido demasiado.

Y resultó ser que después de ese pequeño momento, el me comento unos cuantos acontecimientos de su basto universo, me contó de sus estrellas, sus cometas y sus galaxias. Quién diría que ese chico tan reservado y serio hubiera escondido tantas maravillas, y yo se que con la poca confianza que me el me estaba dando fue suficiente para quererlo aún más.

Y con la misma canción que acompaño nuestra tarde juntos me beso, y yo a él, no recuerdo cuál de los dos fue el insentivo, pero disfruté de sus labios por unos instantes. Fue un beso casto, de esos que no se te acaban cuando pasa el tiempo.
Al final del día el tuvo que irse, me pidió mi número de teléfono y yo el suyo, ya que después de marcharse lo llame para preguntar si había llegado a casa bien.
Me tumbe en la cama y feliz de estar vivo pensé que era demasiado curioso haberme topado con él hasta sentirme mal por las veces que insulte al destino;  en esos momentos me daban ganas de pedirle perdón y agradecerle por tan perfecta ocasión.

Necesito verte, donde quiera que estes, dejame decirte otra vez que te quiero. Fue lo único que llegue a cantar esa noche, si antes no había pensado en escuchar música vieja ahora lo hacía, por él, porque me gustaba escucharlo en cada composición.

Eso es todo por hoy bellezas.
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No hay mucho que decir y disculpen si los capítulos son muy cortos.

RV-TØNDER.

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⏰ Última actualización: Dec 23, 2018 ⏰

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Las Baladas De Roronoa Zoro (SHORTFIC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora