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Es corto pero ojala les guste.

El colegio estaba prácticamente vacío. Muy poco pocos alumnos no habían ido a casa en esas fiestas. Él se había quedado ya que sus padres habían ido de paseo al caribe, y él detestaba el sol. Le irritaba su piel.
Como cada mañana, bajó al Gran Comedor y se sentó en su mesa. Desde ahí podía ver perfectamente la gran mata de pelo negro que iba en todas direcciones sin ningún control. Aun no habían llegado las lechuzas, así que se distrajo viendo como Potter conversaba con sus compañeros, hasta que vio como Neville se arrimaba al salvador del mundo mágico y colocaba su cabeza sobre su hombro mientras este sonreía. Harry le rodeo los hombros con su brazo y se inclinó un poco y le susurro algo al oído, por lo que Neville había lanzado una risita

- Draco, si no te controlas tu yugular va explotar  y vas a manchar mi túnica de sangre, sin contar que arruinaras mi desayuno – dijo el moreno de su lado
- ¿No sé de qué hablas, Blaise? – dijo Draco aparentando tranquilidad, pero se había dado cuenta de había apretado tanto la manos que se había enterrado su uñas en las palmas y estaba sangrando
- De eso hablo – dijo s amigo
- Lo que pasa es mi padre me había prometido que pasaríamos unos días en un castillo embrujado en Transilvania – dijo el rubio – y ahora resulta que se fueron al Caribe. ¡No es justo!
- Draco – dijo Blaise – tus padres se fueron de vacaciones hace una semana y tú fuiste a despedirlos. Por cierto, también fuiste tú quien hace un mes les dijo que se quedaría en el colegio
- ¿Y eso que tiene? – pregunto Draco con fingida inocencia – podía pagarlo y yo iría solo
- Aja – dijo Blaise siguiendo el curso de la mirada del rubio – miénteme que me gusta
- Ese es un dicho muggle – dijo Draco – ¿De dónde lo sacaste?
- ¿Y tú como sabes que es muggle? – dijo Blaise con malicia
- Se lo escuche a… – dijo Draco con las mejillas rojas
- ¿A quién? – dijo Blaise
- Ya no importa – dijo el príncipe de las serpientes
- ¿Y qué planes para…? – decía Blaise cuando escucharon la risa alegre de Neville – Parece que esos dos se entienden – dijo mirando a la pareja
- Ni me había dado cuenta que estaban saliendo – dijo Draco sin mirar a la pareja

En  ese preciso instante el correo entro dejando la correspondencia junto a sus respectivos destinatarios.

- ¿De quién es esa carta? – pregunto Hermione
- Es… – dijo Harry algo nervioso
- Veamos – dijo George arrebatándosela y lanzándosela a su gemelo
- ¡No! – grito Harry intentando detenerlos – ¡Denme eso!
- Querido Harry – empezó George a leer – yo sé que alguien como tú jamás volcaría a verme, es por eso que te envió esta carta. Saber que entre tus manos aunque sea esta mi letra, me llena de una felicidad que creí no conocer jamás. Atte. Quien te ama
- ¿Quién te ama? – dijo Hermione – puede ser algún mortífago que el ministerio aún no ha sido capturado. Tienes que mostrarle esa carta a McGonagall de inmediato. Terminado el desayuno te acompaña…
- No es de ningún mortífago – interrumpió Harry algo molesto recuperando su misiva
- Eso no lo sabemos – dijo Hermione –, así que camina. Yo te…
- Dije que no – interrumpió el héroe del mundo mágico
- Pero Harry… – protesto la chica
- Pero Harry nada – dijo este poniéndose de píe – Voldemort y su gente están muertos y fin del tema. Y si llegase a revivir, que se ocupe otro. Yo ya me canse. A partir de ahora quiero ser solo un adolescente de diecisiete años. Y si no les gusta que pena – dijo poniéndose de pie – Neville ¿vienes?
- Claro – dijo el otro chico también poniéndose de pie – Escuche que encantaron el lago para que sea una pista de hielo irrompible – dijo Neville
- ¿Harry, no éntien…? – protesto la chica, pero ya era tarde, los otros se habían ido dejándola con la palabra en la boca

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Al día siguiente, Harry estaba saliendo de la biblioteca, donde Ron lo había arrastrado en un intento de que hiciera las paces con Hermione cuando chocó contra alguien sin querer

- ¡Maldición! – dijo la otra persona
- Lo siento – dijo Harry apenado – yo est…
- Harry, no puedes… – dijo Ron también saliendo de la biblioteca – ¿Qué haces tú aquí? – dijo furioso
- A mi también me encanta verte, comadreja – dijo Draco con ironía
- Lárgate – exigió el pelirrojo
- Malfoy – dijo Harry – ¿tienes hambre?
- A cabo de desayunar – dijo este con desdén
- Ni modo – dijo Harry encogiéndose de hombros –, tú te lo pierdes. Tengo una caja de chocolate de la Bruja Cupido y no tengo con quien comerlos. ¿Qué hago? Yo no voy a poder solo con todo eso
- ¿Dijiste Bru… Bru… ja… Cu… pi…? – tartamudeo el rubio
- Si. ¿Conoces alguien que me pueda ayudar? – dijo Harry –. Me los envió mi admirador secreto
- ¿Qué admirador? – dijo Draco levanto una ceja
- No sé – dijo Harry –. Por algo es secreto. Entonces ¿Qué? ¿Me ayudas?
- ¿A comerlos? – dijo Draco mirando la caja
- Claro – dijo Harry –. Ah ya se, seguro no quieres engordar mas
- ¡Yo no estoy gordo! – protesto el rubio
- Harry, tenemos que estudiar – intervino Ron molesto – Hermione…
- Draco es tan bueno como Hermione – dijo Harry –. Él me puede ayudar. ¿Me ayudaras cierto?
- Bueno… – dijo el rubio – ¿Por qué no? Eso sí, te advierto que soy un profesor muy exigente
- No puede ser peor que una clase con Snape – dijo Harry
- ¿Debo reírme? – dijo Draco de manera cortante
- Mal chiste. Lo siento – dijo Harry sonriendo de manera forzada
- ¿De verdad prefieres estudiar con el peliteñido, que con nosotros? – dijo Ron sorprendido
- No te enojes, Ron – dijo Harry –. No es como si Draco se fuera a convertir en mi mejor amigo. Solo que él es el mejor en pociones, yo necesito mejorar en esa materia y él quiere mis dulces
- Yo puedo comprármelos solo – protesto  el rubio
- Accio Chocolate – dijo Harry y se escucharon algunos golpes suaves y protestas antes que una caja llegara a las manos de Harry – los que pidas tardaran días en llegarte, en cambio los míos ya están aquí.
- ¡Harry! – dijo Ron sorprendido
- ¿Qué dices? – dijo este – ¿Comemos?
- ¿Cómo sé que no están encantados? – dijo Draco dubitativo y lentamente Harry tomo un chocolate y se lo comió mientras la boca del rubio se abría
- ¡No! Creo que no están encantados – dijo Harry – ¿Seguro que no quieres?
- Puedo… puedo… pedirle al profesor Slughorn… que nos deje practicar en su salón – dijo el rubio mirando de reojo a la caja
- ¿Puedo acompañarte a preguntarle? – dijo Harry –. Me urgen las clases
- Vamos – dijo Draco

El rumor sobre la  supuesta amistad de ambos chicos crecía día con día, y se volvió normal encontrarlos conversar en la mesa de las serpientes, paseando junto al lago o estudiando en la biblioteca. Cierto día estaban saliendo de la clase de Transformaciones cuando todos a su alrededor empezaron a murmurar  y a señalarlos, algunos discretamente, otros de forma abierta

- ¿Por qué… nos… señalan… todos? – dijo Draco mirando fijamente al Gryffindors que tenía frente a él
- No… lo… se – dijo Harry sin apartar la vista del rubio –… pero tengo… ganas… de…
- ¿Besarme? – dijo Draco colocando su manos sobre el pecho del moreno, que a su vez rodeo la cintura del rubio
- ¿Y tú quieres besarme? – dijo Harry rozando los labios del rubio con los suyos
- Creo… que… si – dijo Draco y acorto la distancia que los separaba. Lentamente empezó el baile de lenguas mientras sus manos viajaron al pecho del moreno y subieron hasta rodear su cuello, mientras los brazos de Harry rodearon la cintura del estudiante de Slytherine. Fue un beso suave y dulce ¿acaso escuchaban música? Siempre había escuchado que los besos era una lucha feroz de lenguas, pero en su lugar él pensaba que las de ellos bailan un vals
- ¡Harry! – dijo la voz de Hermione a unos metros de la pareja
- ¿Qué estás haciendo? – grito Ron furioso lanzándose contra el rubio
- ¡No! – dijo Harry interponiéndose entre ambos chicos, cosa que Draco aprovecho para salir corriendo – ¡Draco! ¡Espera! ¡Draco! – quiso seguirlo
- ¡Harry! – dijo Hermione parándose frente a él para impedirle el paso – ¿Dónde vas?
- ¡Quítate! – exigió el moreno
- ¿te das cuenta? ¡Ibas a besar a Malfoy! – dijo Ron furioso – Te hechizo
- ¡Dije que se quiten ahora! – exigió Harry levantando su varita contra sus compañeros
- Harry, somos nosot… – dijo Hermione sorprendida
- Expelliarmus – dijo Harry y los otros dos salieron volando hacia atrás – Lo siento chicos – salió corriendo tras el rubio, pero segundos después regreso – olvide los chocolates – tomo la caja y se  fue nuevamente

Cartas de NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora