Y así inicio...

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Toda persona tiene una carga la cual debe llevar consigo toda la vida. 

La mía, haber creado el prototipo del humano más rápido del mundo, el que dio inicio al proyecto FLASH. 

Él es un ser único, que nos muestra el camino que la humanidad estaba destinada a recorrer hasta llegar a su destino: El dominio de los viajes en el tiempo.

Pero él nos demostró que no nos debíamos quedarnos con cosas tan insignificantes y efímeras como es el tiempo, debíamos apuntar más allá, al estudio de aquel mapa al que tuvo acceso: el mapa del multiverso.

Tantas vidas, tantas historias, tantas desgracias desfilando a través de nuestros ojos con aquellas evidencias que él había traído, pero como mencione antes, él es un simple prototipo y el tiempo es efímero.

Primero fueron horas, luego días, semanas y meses, él envejecía con cada viaje, por lo que mi superior ordeno ampliar el proyecto FLASH, en busca de crear al ser perfecto, a lo que el ser humano siempre deseo pero que jamás llegaría a alcanzar, la inmortalidad.

Con cada nuevo ser hubo mejoras, ya sea en el aumento de la velocidad, regularización del reloj biológico, disminución del gasto energético, disminución en la ingesta de alimentos; mejoras que daban la esperanza que nos encontrábamos cerca de encontrar la solución, pero eran simples ilusiones.

Con respecto a él, pues un grupo de 5 personas, lideradas por mí, buscábamos revertir ese devastador efecto secundario, todo a espaldas del laboratorio, que estaba ansioso por eliminarlo, pero yo no lo dejaría, tendrían que matarme primero.

Se intentó con todo, pero lo que parecía funcionar hasta el momento era la ingesta de sangre humana cada cierto tiempo (que por cierto fue idea de la más joven del equipo).

 Se intentó buscar un sustituto, pero hasta el momento en el que redacto esto, no ha habido resultados favorables.

Solo espero poder encontrar la solución. Mis superiores están sospechando y él se encuentra más inquieto cada vez que me acerco, como si supiera que toda aquella sangre que consumió era mía.

Pero no debo temer, sé que pronto encontraremos la solución.

Sin nada más que reportar.

Firmado

Dr. Hal Jordan"
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Se deslumbran distintos haces de luz en las calles de lo que en sus buenos momentos fue Ciudad Costera. Ahora esta había quedado en ruinas y al igual que aquellos haces de luz, esta ciudad perdió su vida, junto a quien se atrevía a acercarse a la tierra.

Él aun lo recuerda, como aquel ingenuo doctor pensó que una simple droga podía dormirlo para hacer los análisis respectivos, pero para el hombre más rápido del mundo, aquellas drogas no le afectaban. Toda esa sangre que el doctor Jordan le había estado administrando lo habían hecho más fuerte y lo hacían sentir tan vivo.

Aún recuerda, y como olvidar, la cara de aquel ingenuo doctor que con solo el vibrar de su mano le quito el corazón, para devorarlo enfrente de él y apreciar como en ese rostro de terror, poco a poco iba perdiendo sus ojos el brillo de la vida.

Pero el sabor no era igual de embriagante, no le producía aquel éxtasis que tanto le encantaba, pero eso no le importaba, en ese momento, y se dispuso a devorar lo que restaba del cuerpo.

Pero aquello no quedo así, necesitaba más.

Y con aquella rapidez característica y que sin nadie lo esperaba, acabo con todos los científicos y compartió aquel festín con sus hermanos velocistas y luego, una vez acabada la comida dentro, decidieron a darse un gran banquete con las personas del mundo.

Pero como todo banquete, hay un plato fuerte, y ese aun no había sido degustado por él.

Estaba ansioso por encontrarlo, ya se imaginaba, despojándolo de su ropa, lamer lentamente su piel impregnada con el dulce aroma del terror combinado con vainilla, morder sus labios, arrancar su piel, beber su sangre, chupar sus huesos y devorarlos; no debía dejar nada, el Dr. Jordan era un sabor único, y él era el único que debía degustarlo.

Y pues, aunque encontrarlo no fue sencillo, degustarlo, estaba a otro nivel, sus gritos de terror eran perfectos, deliciosos como todo lo que lo conformaban, ese sabor único que dejaba el miedo en su piel, lo excitaba, le erizaba la piel; pero como todo placer, este fue efímero y no quedo nada de él.

¿Y ahora qué seguía? simple... ¿Acaso no tenía aquel ser esa habilidad de viajar entre universos, distintas tierras? Creo que ya no es necesario el contarles su plan, pero antes necesitaba provisiones para algunos días... Era el momento de que sus hermanos le devolvieran el favor.

Los haces de luz se apagaron, revelándolo como el único velocista y ser viviente sobre esa tierra y ya con todo listo era hora de iniciar el viaje.

Tu sabor (HalBarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora