Parte II: Mi primer intento

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Por supuesto no logré dormir mucho aquella noche, la túnica permanecía en el suelo, ahora que me había arriesgado a buscar los cuerpos de mis padres tuve una ligera sensación similar al miedo, no supe reconocer la advertencia que mi cuerpo suplicaba en aquel entonces. Decidí tomarme la noche entera para observar con detalle los cadáveres de lo que en vida fueron mis padres, los analicé con la curiosidad de una niña pequeña, era fascinante saber que ahora no tenía que temerles en lo absoluto, que ahora sus vidas me pertenecían y que, ahora que eran inofensivos, yo podía hacer con ellos lo que quisiera; no perdí el tiempo, me pasé la noche entera abriendo sus miserables tripas, sus cabezas, sus cuerpos en general, estudiando las diferentes partes de un cuerpo humano. Al cabo de un rato supe que ya no estaba sola, un fuerte choque me despertó, así que me levanté y rápidamente corrí a lo que un día fue mi jaula, tomé la túnica en mis manos, era momento de actuar, de empezar mi nueva labor, era el momento de comenzar mi eterno trabajo...

Recuerdo haberme colado en el cuarto de mis padres, pararme frente al espejo y comenzar a desvestirme, pues la muerte anterior vivía desnuda bajo la manta así que pensé usarla como guía, pero no pude deshacerme de mi ropa interior, esa me la dejé puesta. Sonreí al verme al espejo, siempre tuve el agradable don de la belleza, poderoso don que jamás utilicé a mi favor, pues creía que era algo innecesario, un obstáculo incluso, que solo estorbaba en mi misión, ya que llamaba la atención y era justo lo que mas odiaba; solo agradezco de corazón no haberme enamorado cuando aún era mortal y vulnerable.

Había apenas logrado sonreír cuando la puerta se abrió de golpe, ni cuenta me dí que habían ingresado ladrones a la casa, y para mi mala suerte pedófilos, al verme parada semidesnuda frente al espejo de mis padres creyeron que era una situación de buena suerte y por supuesto no planeaban desaprovecharla, no dudaron en apuntarme a la cabeza con un arma de larga distancia que aún no reconozco, sonrieron de esa manera psicópata en la que solo ellos saben sonreír, pero yo no tenía por que temer, sin prisa ni miedo tomé mi túnica, quise cubrirme pero ellos me lo negaron, arrancaron de mis manos la vestimenta y bruscamente me empujaron contra la cama de mis difuntos padres, notaron mi valentía, rieron con fuerza antes de sujetar mis piernas y brazos, los bastardos tomaron mi única prenda puesta y con dicha la olfatearon, el que parecía liderar el grupo se acercó desabrochando su pantalón mientras sonreía, subió a mi cuerpo, cubriéndolo por completo con el suyo, era el doble de grande que yo, su sola respiración se tornaba asquerosa, pasó su mano gruesa y pesada por mi mejilla, marcándome como suya frente a sus aliados, de repente y sin aviso alguno su mano prendió fuego, su rostro extrañado y luego atemorizado fue simplemente un deleite ante mi vista, se alejó de prisa tratando de calmar el fuego que solo aumentaba más y más... Salió en busca de agua y sus colegas aflojaron tontamente sus agarres, aproveché y sin compasión ni piedad ingresé mis dedos en las cuencas del que sujetaba mi brazo derecho, sus ojos ardieron con suma facilidad y el hombre, entre gritos desesperados y llantos bulliciosos cayó al suelo suplicando la misericordia que le había negado, sonreí victoriosa y mis ojos rodaron por los otros 3 bastardos que hacían falta, era hora de trabajar...

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⏰ Última actualización: May 03, 2019 ⏰

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