I. CATERINE JOAN GRANGER

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               A CATERINE LE GUSTABA
escribir en los pupitres de su colegio su nombre, y donde quiera que mirarás se podía observar la firma de ella. En el final de las hojas de sus cuadernos, en los libros de textos y en su goma. Todas decían los mismo, «C.J»

—¿C.J? —preguntó su hermana, confundida.

   En su mano tenía un papel con manchas de pintura, en él se podía leer una c y una j.

   Una de las tantas aficiones de Caterine era pintar, por lo tanto la mitad del cuarto en el que dormían ella y Hermione estaba la mayoría de las veces leño de lienzos y tarros de pintura de todos los colores.

—Sí. «C» por Caterine y «J» por Joan—gritó ella desde el baño, donde luchaba por quitarse una mancha de pintura roja del cabello antes que su mamá la viera.

   Katherine era el nombre de la mamá de las gemelas Granger; una mujer bonita muy parecida a sus hijas que trabajaba como dentista junto a su esposo, Richard.

—Mejor ahí que dejarlo así—comentó Caterine al ver que la pintura no salía del todo—, después de todo el blanco no se nota mucho en mi rubio...

   Hermione negó. Mientras que ella se parecía más a su mamá ( de cabello castaño y ojos chocolate ) Caterine tenía el cabello un poco más claro, como su padre. Richard era un hombre calmado y amable, le gustaba mucho leer y adoraba a su familia con toda su alma, o eso es lo que siempre decía. En fin, a Caterine le gustaba pasar tiempo con él hablando de política o viendo deportes, mientras que Hermione prefería cocinar dulces con su mamá.

—Mamá te va a quitar los lienzos—dijo mirando a Caterine.

—No sí no se da cuenta de la mancha, y... —miró el chiquero de colores que era su parte de la habitación, mientras que la de Hermione estaba muy ordenada—. Ven, ayudame a limpiar.

—Primero ve a lavarte el cabello, Caterine.

—Oh, vamos—se quejó ella ( no le gustaba bañarse, decía que era una pérdida de tiempo )—Porqué tengo qué bañarme si puedo hacer esto...

   Cerró los ojos con fuerza pensando en un color rubio y luego los abrió. Su pelo tenía una tonalidad blanquecina muy bonita, y la mancha blanca parecía haber desaparecido.

—No hagas eso—la regañó Hermione. Caterine sólo rió.

   Desde muy pequeña que ella podía cambiar su apariencia a la que quisiese, y aunque sus padres no encontraron una explicación lógica para eso, lo terminaron aceptando ( si madre, muy católica, solía decir que era un regalo de Dios )

   Aun así Katherine prohibió a la Granger mostrar su don al público, por que las personas quién sabe que  podrían hacer después.

   Caterine tomó aguantó la respiración mientras que su pelo cambiaba de colores rápidamente.

—¿Qué tal si me lo dejo rosa chillón? —preguntó a Hermione mirándose en el espejo.

—No, te prefiero rubia.

—Rubia será entonces.

—Ya no pareces una Granger—dijo Hermione mirándola de pies a cabeza.

—Es que yo soy mucho mejor—le guiñó el ojo.

Hermione negó otra vez.

—¡Vamos, que poco sentido del humor tienes!

   Caterine se dio la vuelta para recojer los tarros de pinturas y bajó las escaleras de dos en dos para buscar una escoba y barrer un poco su cuarto. Cuando estaba llegando al último escalón sintió como se resbalaba con un libro que había allí tirado.

   Sintió el duro suelo a la vez que Hermione gritaba irónicamente—¿Te caíste?

—¡No fíjate, sólo quería abrazar el piso! —exclamó mientras se sobaba el culo. Desde arriba escuchó como su hermana reía.

   El timbré de la entrada sonó justo cuando Caterine iba a decir algo, y las palabras murieron en su boca cuando pensó feliz que sus padres habían vuelto de comprar.

   Abrió la puerta emocionada. Allí estaba un señor de pocos cabellos color canela y una mirada verdosa cansada. No medía más que Caterine ( y eso que ella era bastante baja para su edad )

—Buenas tardes señorita, soy... —No alcanzó a terminar la oración porque ella le había cerrado la puerta en la cara con un fuerte golpe. No le gustaba hablar con desconocidos, aveces se ponía demasiado paranoica.

   Otra vez sintió como la puerta que daba al patio trasero se abría, y vio con alivio como sus padres entraban a la sala con dos grandes bolsas llenas de comida ( a su madre le gustaba mucho cocinar )

   Se escuchó como tocaban la puerta nuevamente.

—¿Quién es...? —preguntó Richard.

—Hay un desconocido afuera—medio susurró medio gritó Caterine.

   Su madre, al escuchar el tercer golpe, corrió irritada a abrir.

—Hola, señora Granger, vengó desde Hogwarts—dijo el hombre de túnica color ámbar.

—¿Joguar qué? —repitió confusa Caterine.

—Hogwarts, el colegio de magia y hechicería más grande de toda Gran Bretaña.

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⏰ Última actualización: Dec 24, 2018 ⏰

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