Samantha.

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If I die young bury me in satin, lay me down on a bed of roses, sink me in the river at dawn, send me away with the words of a love song...


La melodía fue interrumpida. Samantha había despertado con esa sonrisa en su rostro que la caracterizaba al iniciar un nuevo día de vida.  Días escuchando esa melodía. Ya fuera en la escuela, en la ducha, en el auto. Incluso antes de dormir. Debía recordar cada palabra, cada nota. No se permitiría olvidar nada, mucho menos ese día.


Después de lavar su cara y sus dientes se hizo una coleta alta y ató las cuerdas de sus zapatillas deportivas. Eran aproximadamente las 7:30 a.m. y Sam ya se encontraba fuera de casa paseando a sus pequeños bebes: sus perros. Después de 1 hora de paseo volvió a casa. Hizo su rutina diaria: limpiar, tomar una ducha y prepararse para la escuela.


¨For you, there'll be no more crying, for you, the sun will be shining and I feel that when I'm with you It's alright, I know it's right. To you, I'll give the world. To you, I'll never be cold¨


Cantaba a todo pulmón mientras peinaba sus cabellos obscuros y rizaba sus pestañas, pero una voz la sacó de su concentración ya cállate, cantas horrible, ¡entiéndelo ya!— gritó la hermana de Sam —hoy no, por favor, hoy no susurró a sí misma.


Una vez que terminó de preparase adecuadamente para la escuela decidió salir por fin de su casa y caminar hasta la parada del transporte junto a otras personas y algunos compañeros de clases.


Al llegar a la escuela Sam pudo ver a sus dos mejores amigas en la entrada esperando por ella —algo habitual para ellas—. Antes de llegar a la puerta de entrada Samantha saludó a una chica a la cual segundos después le dio un libro mientras le decía unas palabras y al final le dedicó una sonrisa ¿Qué le diste a Mary? preguntaron sus amigas al unísono sólo le preste un libro que ella no encontró en la librería y yo he leído cientos de vecesrespondió Sam con simpleza, restándole importancia eres muy buena persona Samantha halagó Rose, una de sus amigas.


Las primeras clases comenzaron y Sam se encontraba sentada en el primer asiento como le gustaba. Desde ahí se podía concentrar mejor en las clases e ignoraba las inmadureces de sus compañeros buen día chicos saludó el señor Patterson, el maestro de literatura y de música: las clases favoritas de Sam buen día profesor— Samantharegresó el saludo.


El resto de las clases siguieron su curso como el resto de los días. La mayoría de la escuela estaba enterada del buen talento que Sam poseía: su canto. Era como dicen popularmente— el sonidode todos los ángeles juntos muy bien Sam, no dejes que los nervios te venzan, sé que es difícil, pero todos confiamos en ti y en que lo harás bien, como siempre esas fueron las palabras de aliento de su maestro.


Se encontraba realmente nerviosa, no quería decepcionar a nadie ni olvidar la letra de las canciones. Todo debía salir perfecto tal y como ella lo había planeado. Entre la multitud se encontraba él. Él era a quien debía impresionar. No, no era un chico de la escuela. No era su padre. Era él, la persona encargada de escoger los talentos que ingresan en la mejor universidad del país y decide quien obtiene una beca o no.

Samantha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora